Pioneros del «no futuro» de los 80 reconvertidos en pastores afirman que «Jesús fue el primer punk». En el otro extremo, una creencia importada de los Estados Unidos abrió las puertas de su inmensa iglesia.
Los fieles se congregan en un templo donde no existe púlpito y altar. Una o dos veces a la semana se reúnen para interpretar la palabra de Dios o concurrir al seminario dictado por teólogos. La construcción fue facilitada por la Iglesia Bautista a tres jóvenes veteranos convertidos en pastores: Luis “Beto” Sánchez, ex cantante del grupo Conmoción Cerebral; Juan Granado, ex manager de la banda A.N.I.M.A.L., y Marcelo “Corvata” Corvalán, líder de Carajo. Se hicieron cargo del edificio de Caballito y lo transformaron en centro cultural e iglesia punk, movimiento del que provienen. Cada uno vivió su propio infierno o, simplemente, cambió su manera de ver la vida. Hoy continúan en el ambiente donde pegaron sus primeros gritos pero –aclaran– con la madurez y autoridad que da la calle. Y se posicionan respecto del sistema al que siempre combatieron.
“Jesús fue el primer punk porque se rebeló contra el sistema religioso del momento. Él no es religión sino igualdad. Cuando empezamos a ser punk en el ’80, queríamos cambiar y enfrentarnos”, afirma Granado con calma.
–¿Y cómo se junta el punk con la fe?
Luis Sánchez: –Como tendría que ser, charlando y debatiendo con la Biblia en la mano. Un día estábamos discutiendo demasiado y Corvata dijo: “Está bien que discutamos, si ésta es una iglesia punk”.
–Pero el movimiento también va en contra de la religión y sus pautas.
L.S.: –La iglesia es la primitiva, la que Jesús dejó a los pastores para que ellos fueran por el mundo a misionar, en unidad y compartiendo lo que se tiene. Queremos cambiar el sistema religioso desde adentro.
–¿De qué manera?
Juan Granado: –Se discute conociendo la palabra y no como en los ’80, cuando lo hacíamos por la fuerza bruta.
–¿Cuál fue el clic de cada uno?
J.G.: –El Señor te busca, tiene en su cabeza buscarte. Yo no me drogaba ni tenía problemas. Creo que estaba en el mejor momento de mi vida y a la vez creo hoy que era el peor porque ni creía en Dios.
L.S.: –El mío fue estar todas las noches en un calabozo, por mi aspecto y por hacer mucho quilombo. Un día venía de ensayar y me estaba esperando toda la policía para llevarme a un centro psiquiátrico. Estuve tres meses. Me salvó un amigo que oró por mí, me invitó a Brasil, allá estudié y conocí a mi esposa.
El centro cultural se autogestiona con un pequeño aporte de quienes toman clases, de bolsillos propios y la colaboración de los profesores. “Entendemos que primero debemos estar bien espiritualmente para después atender a la gente. Laburamos en base al amor, no por un sueldo”. El trabajo se traslada a las villas, y todos los jueves, pastores y seguidores dedican la noche para orar con los cartoneros y darles de comer. “Así se cambian las cosas. Podemos enfrentar la injusticia sin usar la violencia. Vamos a ayudar y nos encontramos con un hogar roto, con un padre alcohólico que le pega a la mujer, la maltrata y la engaña. Nosotros le hablamos y sentimos una paz dentro nuestro que no nos la da nadie. En la vida probamos de todo, no estaríamos acá si esto no fuera verdad”, dice Sánchez, padre de cuatro hijos.
–¿Añoran aquellos años?
L.S.: –¡Cuántas cosas hubiéramos evitado de conocer antes a Dios! De lo bueno hay mucho, porque aquel espíritu se transformó.
–¿Ven a los músicos de entonces?
J.G.: –No tenemos problemas con nadie, somos las mismas personas y la mayoría de mis amigos se convirtieron. Tenemos una vida completamente normal como la de cualquiera, no es que cambiamos de un día para otro. Somos pastores y tenemos paciencia, amamos, nos enojamos, trabajamos, usamos la misma remera que ellos. El Evangelio es aceptación y tolerancia.
–¿Qué plus tienen los punks para hacer tarea social?
L.S.: –Nos metemos en lugares donde otros no quieren. No nos asusta nada, vamos a todos lados, con amor y con la polenta que te dan los años. Vemos la necesidad, vamos y metemos la mano en el bolsillo. Cada vez hay más bandas punk cristianas en el mundo. Tipos que ves por la calle y te cruzás de vereda, pero que tienen un corazón enorme.
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Una visita al misterioso Gran Templo mormón
Lujo eterno
La enorme mole de color claro fue motivo de comentarios desde que se colocó el primer ladrillo, hace más de treinta años. Una extraña geometría cortante de formas triangulares, coronada por torres que terminan en punta, señalando al cielo. Y en lo alto de una, la figura que más suspicacias despierta: un ángel dorado. Moradores de barrios cercanos y viajeros que pasan velozmente giran su cabeza en dirección al templo ubicado en la autopista Ricchieri, a la altura del Puente 13 en Ciudad Evita. Cierto misterio alimentado por tantos años de silencio dejó de serlo, al menos por unos pocos días.
Las puertas se abrieron para la prensa y el público, que pudo ingresar al predio hasta el 25 de agosto, para mostrar la completa refacción, que arrancó en 2009. A fuerza de curiosidad y de respuestas incómodas se pudo conocer algo de la historia, costumbres, ritos y esperanzas en el seno de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Los mormones alcanzan los 14 millones de fieles en el mundo. En el país son 400 mil y cuentan con más de 650 capillas. Para ser practicante hay que cumplir los compromisos asumidos. El número de privilegiados que pueden acceder al gran templo disminuye drásticamente. Es muy poco lo que conoce la gente común, salvo la presencia de misioneros que caminan, imperturbables, todas las calles de todas las geografías con camisas blancas y pantalones negros.
Todo comenzó en 1830 en Nueva York cuando Joseph Smith se reunió con cinco compañeros y fundaron la primera iglesia. Más tarde, mandó a construir templos en varias ciudades de los Estados Unidos, hasta que eran expulsados y las construcciones destruidas. “Como en aquella época, empleamos buenos materiales y excelente mano de obra para ofrecerle a Dios lo mejor que tenemos”, contó el “élder” Mervyn B. Arnold, que preside el área compuesta por Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay. “Creemos en la Trinidad y aceptamos a Jesús, el Evangelio y sus enseñanzas”. La iglesia, con sede mundial en Utah, es cristiana pero no católica ni protestante.
El edificio más sagrado del país se remodeló a nuevo con el diezmo de los fieles, llevándolo a una superficie de 4.400 metros cuadrados, y se sumaron dos alas. Del lado de afuera, estacionamiento y edificios anexos como un hotel de bajo costo. En el interior, estricto acompañamiento, medidas de seguridad, voces bajas y puesta en escena de un hotel cinco estrellas. Los visitantes que suponían la existencia de una gran nave con techos altos se encontraron con decenas de recintos a los que se ingresa por pasillos intrincados, precedidos de vestuarios. Existen salas de sellamiento, como llaman al matrimonio. La novia pasa por una sala de preparación y se une en presencia de unos pocos testigos. La unión subsistirá en el cielo más allá de la muerte. Los fieles vestidos de blanco tienen tres salones de instrucción donde se les enseña el propósito de la vida con palabras y videos. La pila bautismal impresiona: en una pileta de concreto sostenida por doce bueyes de cemento en tamaño real, los mormones se bautizan a cualquier edad. También prestan su cuerpo para bautizar a sus padres o abuelos muertos sin su autorización. “Veremos si lo aceptan una vez que nos encontremos en el más allá”, asegura Jorge Zeballos, miembro del Primer Quórum de los Setentas. Antes de ingresar al Salón Celestial, el pináculo de la visita, nos dicen que guardemos unos minutos para meditar. En el interior, una blanca y gruesa alfombra de pared a pared, sillones y floreros. Sólo ingresa el sonido de algún pájaro. Ninguna escenografía o espacio que se asemeje a los de otros credos. En otro edificio se agasaja a los invitados. Los mormones no toman café ni té, no fuman ni beben alcohol. Hay saladitos, dulces y jugos de frutas. Zeballos responde: “Nosotros profesamos el bien, el amor por las personas y el respeto por las demás religiones”.
–Si se separan o enviudan, ¿cómo manejan la promesa de fidelidad eterna?
–Los hombres podemos volver a casarnos: tendremos dos esposas en el cielo. En la iglesia existió la poligamia hasta 1890, cuando un profeta dictó la finalización de esa práctica.
–¿Aceptan lo homosexualidad?
–Aceptamos fieles homosexuales pero deben mantenerse castos.
–¿Por qué usan saco y corbata los hombres y faldas largas las mujeres?
–Es una cuestión de decoro y buen gusto más allá de la calidad de la ropa.
Mitt Romney, el candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos, es mormón practicante como su padre, su abuelo y bisabuelo. “No promovemos a nadie para hacer política, es una decisión individual. No nos beneficia ni nos perjudica”, aclara. Con excepción de Los Setentas (por los 70 predicadores enviados por Jesús), los mormones viven de sus trabajos: los hay en toda actividad y condición social y económica. “Estamos muy contentos por su visita, son bienvenidos –dice otro mormón y estrecha la mano–. Se dicen tantas cosas de nosotros, tanta habladuría que nos perjudica…”.
–No puede echar todas las culpas afuera: ustedes tienen que mostrarse. –Tiene razón. Entre nosotros hay periodistas y relacionistas que nos dicen lo mismo, creo que va siendo hora de comunicar nuestra obra a todos y abiertamente.
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