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Escrivá de Balaguer, Del Portillo, Echevarría y Ocáriz

Palo del Vaticano al Opus Dei: dependerá del Dicasterio para el clero

Descargo de responsabilidad

Esta publicación expresa la posición de su autor o del medio del que la recolectamos, sin que suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan lo expresado en la misma. Europa Laica expresa sus posiciones a través de sus:

El Observatorio recoge toda la documentación que detecta relacionada con el laicismo, independientemente de la posición o puntos de vista que refleje. Es parte de nuestra labor observar todos los debates y lo que se defiende por las diferentes partes que intervengan en los mismos.

Pero no se apuren (por decir algo): el problema del Opus Dei en el siglo XXI no es de fuero sino de huevo.

La noticia ya se sabía, sólo que ahora ha tomado cuerpo: el Opus Dei, arquetipo de la laicidad en la Iglesia, dependerá, a partir de ahora, del Dicasterio (ministerio, si lo prefieren) vaticano del Clero: ¡Toma ya!  

De paso, la Prelatura no tendrá prelado, es decir, el jefe de la Obra, hoy Fernando Ocáriz, no tendrá categoría de obispo. Prelatura sin prelado pero, eso sí, será “Protonotario Apostólico Supernumerario con el título de Reverendo Monseñor”. Oiga, la repera limonera. 

Y el prelado del Opus Dei, Fernando Ocáriz, no tendrá categoría de obispo. Será “Protonotario Apostólico Supernumerario con el título de Reverendo Monseñor”… nada menos

Una prelatura sin prelado. No me digan que no es original. La Agencia Zenit lo explica con mucha claridad. Y eso que es difícil de entender.

Con esto se certifica la vieja máxima que corre por algunos centros del Opus Dei: “Juan Pablo II nos comprendía y nos quería, Benedicto XVI nos comprendía aunque no nos quería. Francisco ni nos comprende ni nos quiere“.

En cualquier caso, con resultar preocupante y sorprendente, esta es una cuestión de fuero y la crisis actual del Opus Dei no es de fuero, sino de huevo. Esa crisis es la tibieza -perdón, modernidad- que ha surgido en algunas zonas de la Prelatura (perdón, de la Protonotaría). Y esto es grave porque a lo largo del siglo XX la Obra de San Josemaría Escrivá, uno de los grandes santos españoles, fue uno de los baluartes de la Iglesia, guía segura en tiempos de confusión. El que tuvo, es cierto, retuvo, pero ahora la Obra está dejando de serlo. Poco a poco, sí, pero lo está dejando.

Recuerden que Benedicto XVI sí ordenó a la obra un cambio de rumbo de mucho más calado y que en nada se desviaba de su espíritu de santificación de los laicos, todo lo contrario… y sin ganas de fastidiar. Ordenó la separación entre la dirección espiritual, la dirección de almas, y el Gobierno de la Obra. Esto, en una asociación laica, donde la mayoría de los socios son profesionales casados, con hijos, resulta crucial.

Benedicto XVI, por contra, lo que hizo fue separar la dirección de almas y el Gobierno de la Obra. Eso sí que era acertado… y no cambiaba el carácter del Fundador

Depender del Ministerio vaticano del clero siendo laicos y teniendo el emblema seglar como enseña identificativa, no es crucial: es una manera de tocar las narices al Opus Dei…  “quod erat demonstrandum (QOD)”. 

¡Ah! y el Opus Dei tendrá que enviar un informe anual de actividades al susodicho Dicasterio: eso no me lo pierdo. 

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