El Obispado de Jaén respalda al cura y niega que haya discriminación
Francisco Jiménez dice que la Iglesia le ha "crucificado" solo por ser gay. Este vecino de Huelma (Jaén) no ha podido ser el padrino de una niña, como le había pedido su familia, porque el cura no se lo permitió al estar casado con otro hombre. Según el párroco, ser homosexual lo sitúa "fuera de las normas de la Iglesia".
Los hechos, de los que informó ayer Diario Jaén, ocurrieron el pasado sábado en Huelma. El sacerdote Manuel García preguntó a los padres de la niña si la persona que habían escogido como padrino estaba bautizada y confirmada, a lo que respondieron de forma afirmativa. Después, preguntó si estaba casado y con quién, de modo que al presentarle la documentación pertinente sobre el matrimonio y ver que su pareja era otro hombre les dejó claro que no podía ser padrino. Les dijo taxativamente que esta persona "estaba pecando al estar con otro hombre"
"Yo me siento como si fuera el padrino", decía ayer, entre resignado y desolado, Francisco Jiménez, que durante toda su vida ha estado muy cerca de la Iglesia, como catequista, en el mundo de las cofradías o vinculado a organizaciones como Cáritas. Aunque en un principio la familia de la niña, amigos del homosexual, pensaron en bautizarla en otra parroquia de un pueblo cercano, Bélmez de la Moraleda, finalmente, accedieron al bautizo de la pequeña con otro padrino improvisado.
Mientras, Manuel García guardó silencio y se remitía al cumplimiento de las normas eclesiásticas, el Obispado de Jaén salió al paso con un comunicado en el que apoyaba la decisión del párroco y censuraba cualquier juicio paralelo. En concreto, desde la Vicaría de Comunicación de la Diócesis de Jaén se apuntaba que para ser padrino de bautismo es preciso llevar "una vida congruente con la fe y con la misión que va a asumir". Por tanto, el Obispado negaba que hubiera existido cualquier discriminación en la actuación del párroco de Huelma, mientras destacaba la necesidad de cumplir la "normativa eclesial universal".