La reforma es un raro ejemplo de apertura en una nación que sigue siendo conservadora. El decreto del sultán, que todavía está por publicarse, archiva la ley de 1993 que asignaba las tareas de control y autorización al ministerio del Interior. En el país vive un porcentaje significativo de trabajadores procedentes de otros países de Medio Oriente, Filipinas, India y Pakistán.
Los habitantes de Omán ya no tendrán que pedirle permiso al Estado para casarse con un ciudadano extranjero. La «revolución», un raro ejemplo de apertura en la dinámica social en una nación del Golfo de costumbres conservadoras, se introdujo en los últimos días a raíz de un decreto real emitido por los dirigentes del Sultanato. Un cambio que concuerda con la apertura a la que aspira el líder Haitham bin Tariq al-Said, quien, desde que asumió el poder en 2020 después de 50 años de reinado de Qaboos, su difunto predecesor, ha emprendido reformas largamente aplazadas para mejorar la estabilidad fiscal y atraer la inversión extranjera.