Siguiendo una de las tradiciones seculares de la democracia británica, 26 responsables de la Iglesia anglicana tienen un escaño asegurado en el Parlamento, un derecho que irrita a los defensores de una sociedad laica.
Estos obispos y arzobispos de la Iglesia de Inglaterra forman parte de la Cámara de los Lores, que cuenta en total con 785 miembros no electos.
Sus detractores consideran que este derecho ya no debería existir, y señalan que el Reino Unido comparte esta particularidad con un país como Irán, donde los clérigos chiitas ocupan un lugar muy destacado en la toma de decisiones.
El tema ha vuelto al primer plano en los últimos meses, con la oposición abierta de los líderes de la Iglesia anglicana al proyecto de ley del gobierno conservador de Rishi Sunak de deportar a inmigrantes irregulares a Ruanda.
Justin Welby, arzobispo de Canterbury, líder espiritual de la Iglesia de Inglaterra, consideró que ese proyecto de Sunak llevaba al Reino Unido por un «camino perjudicial para los solicitantes de asilo, que necesitan protección, y para la reputación del país».
Esas palabras desencadenaron la ira de los conservadores, que han hecho de la lucha contra la inmigración una de sus prioridades.
Dimensión moral
La Cámara de los Lores, constituida por aristócratas, intelectuales de prestigio y hombres de negocios del Reino Unido, actúa como órgano asesor.
En esa Cámara Alta, los representantes del clero anglicano se denominan lores espirituales, mientras que el resto son los lores temporales, siendo la mayoría miembros con derecho vitalicio no hereditario, nombrados en su día por el rey con el asesoramiento del primer ministro.
Pero en el Parlamento, es la Cámara de los Comunes la que tiene la última palabra en el proceso legislativo.
Los lores espirituales «se ven a sí mismos aportando una especie de dimensión moral» al Parlamento, explica a la AFP Daniel Gover, politólogo de la Universidad Queen Mary de Londres.
Sin embargo, su número ha disminuido considerablemente, pasando de alrededor de 90 en el siglo XIII a un máximo de 26 desde 1847.
A diferencia de los demás miembros de la Cámara de los Lores que mantienen su escaño de por vida, los obispos y arzobispos renuncian a su mandato a los 70 años.
Estos miembros del clero no están afiliados a ningún partido político y, por lo tanto, no tienen que respetar ninguna disciplina electoral.
Para Richard Chapman, responsable de los asuntos parlamentarios de la Iglesia de Inglaterra, estos Lores se toman su papel «muy en serio».
«Si votan a favor de una enmienda a un proyecto de ley es porque quieren mejorar (el texto)», y «no por una línea política o porque quieran hacer avanzar o retroceder los intereses de un partido u otro», explica.
Pero su presencia en la cámara no cuenta con un apoyo unánime.
Algunos señalan que otras instituciones religiosas, como la Iglesia protestante de Escocia, no tienen asientos asegurados.
Para Kathy Riddick, de Humanists UK, una asociación que defiende una sociedad laica, esta situación «no está en sintonía» con un Reino Unido moderno, donde muchos británicos ya no son anglicanos.
«Solo hay otro país que da voz en el Parlamento a los responsables del clero de la religión estatal y ese es Irán», subraya.
Pero para Daniel Gover, la influencia de los obispos y arzobispos del Reino Unido no es comparable con el poder del clero chiita dentro de la república islámica iraní.
«Es claramente un tipo de representación muy diferente», afirma.
Los lores espirituales tienden a estar menos presentes en los escaños, debido a sus funciones en sus respectivas diócesis, y su voto rara vez influye en la aprobación de un texto.
Aunque han sobrevivido a numerosos intentos de reforma sobre sus derechos, pesa sobre ellos una nueva amenaza si el Partido Laborista gana las elecciones legislativas previstas este año.
El líder laborista Keir Starmer expresó su intención de sustituir la Cámara de los Lores por una «Asamblea de Naciones y Regiones», cuyos miembros serían elegidos.