La ministra de Salud desatiende evidencias científicas para prohibir la píldora del día después sin receta a las mujeres más jóvenes
Las bases de Obama descubrieron ayer, el mismo día en que el presidente parecía recuperar el tono valiente que en 2008 hizo pensar que avanzaría en las demandas sociales de su país, que su Gobierno se plegaba a las presiones conservadoras. Las víctimas, una vez más, las mujeres, y en este caso las más jóvenes, que no podrán acceder sin receta a la píldora del día después, pese a que la Drug and Food Administration (FDA) había dado luz verde.
La decisión de Kathleen Sebelius, ministra de Servicios Humanos y de Salud, ha provocado una insólita ruptura en el Gobierno de Barack Obama. La noticia que ha enfurecido a las bases llegó al público a través de la directora de la FDA Margaret Hamburg, que la hizo pública en un comunicado en el que se enfrenta a la ministra: «Hay pruebas científicas bien avaladas, adecuadas y razonables de que Plan B One-Step es una medicación segura y efectiva que debería ser aprobada para su uso sin receta por todas las hembras con potencial de engendrar hijos», escribió.
«Sin embargo, esta mañana (por ayer) he recibido un memorándum de la secretaria de Salud invocando su autoridad bajo la Ley Federal de Cosméticos, Medicamentos y Alimentos para ejecutar una provisión que le permite discrepar con la decisión de esta agencia», añadió Margaret Hamburg.
Sebelius, que fue gobernadora de Kansas, un Estado del 'cinturón de la Biblia', considera que los estudios científicos que avalan esta medicación a cualquier edad no lo han probado suficientemente con niñas de 10 y 11 años, un segmento en el que, según ella, hay un 10% con posibilidades de quedarse embarazadas. La píldora del día después contiene una alta dosis de una hormona común en anticonceptivos que los estudios consideran tan inocua como los analgésicos que se venden en las estanterías de los supermercados de EE UU.
Esta píldora ha sido especialmente controvertida en la política del país, donde ya provocó un cisma en el Gobierno de George W. Bush por su oposición a generalizarla por motivos de conciencia que no estaban avalados por la ciencia. Su directora de la FDA, Susan F. Wood, dimitió por este motivo y ayer no daba crédito a que el Gobierno de Obama estuviera repitiendo un error que ha sido condenado por los tribunales. «No hay argumento racional alguno que pueda justificar el que la ministra de Salud le lleve la contraria a la FDA en la decisión de hacer disponible un anticonceptivo seguro y eficaz», dijo Wood. «Nunca pensé que esto volvería a pasar».
«Como padre de dos hijas»
'The Washington Post' recordaba ayer que al llegar al poder «en 2009 Obama prometió impedir que la política interfiriese con una decisión científica». El presidente aseguró ayer que no había intervenido en el proceso de decisión de Sebelius, pero la respaldó con fuerza. «Como padre de dos hijas creo que es importante para nosotros asegurarnos de que se aplique el sentido común a varias reglas cuando se trata de vender medicamentos sin receta».
Eso, sin embargo, no parece afectar a todos los que llenan las estanterías de los supermercados, sino solo a aquéllos a los que se opone la Iglesia, con la que los analistas creen que Obama intenta quedar bien de cara a su campaña de reelección, aunque con ello arriesga perder a sus votantes naturales. «Estamos indignados con este Gobierno que ha permitido que la política se anteponga a la ciencia», dijo Kirsten Moore, del Proyecto de Tecnologías para la Salud Reproductiva. «Este Ejecutivo no tiene voluntad para plantarse ante ninguna controversia y hacer lo que es correcto para las mujeres. Es una vergüenza».