Médicos del central distrito malauí de Dowa se esfuerzan por vacunar a niñas y niños asustados y aferrados a sus padres, bajo la mirada atenta de policías armados.
La policía reunió a las familias de la aldea de Chitanje y los llevó a la clínica Chankhungu, a pocos kilómetros de allí. Los padres se niegan a ayudar al personal de salud a vacunar a sus hijos, que gritan y se resisten.
Más de 52.000 personas se enfermaron de sarampión en Malawi desde enero, según el director de salud preventiva, Storn Kabuluzi. Más de 166 fallecieron.
El sarampión fue erradicado en África austral en los últimos años gracias a las campañas de vacunación. Pero lac antidad de casos registrados este año preocupó al Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés).
Casi 50.000 niños y niñas de 14 países contrajeron la enfermedad, la mayoría en Malawi, Mozambique y Zambia. En este último murieron 80 personas.
El resurgimiento del sarampión obedece a interrupciones en el programa de vacunación por la falta de fondos de los gobiernos y de los donantes, indicó Unicef. También es un problema que los padres se nieguen a vacunar a sus hijos.
Más de 2,4 millones de menores de África oriental y austral no fueron vacunados en 2009, lo que motivó la organización de campañas de vacunación en la mayoría de los países.
El Ministerio de Salud de Malawi se propuso vacunar a seis millones de niños y niñas menores de 15 años, especialmente vulnerables a la enfermedad.
"Es la mayor campaña de inmunización que hayamos implementado en los últimos años. Tendrá un costo de unos 4,2 millones de dólares", indicó Kabuluzi.
Pero no todo el mundo aplaudió la medida. Hay organizaciones religiosas que se niegan a cooperar.
James Malili, de 45 años, parece abatido cuando le sacan a sus hijos de cuatro, seis y ocho años de sus brazos para vacunarlos en Chankhungu.
"Va contra mi religión ir a un hospital y recibir medicamentos, pero el gobierno nos obliga a pecar intimidándonos para que vacunemos a nuestros hijos", dijo Malili a IPS. La Iglesia de Zion, a la que pertenece, predica encomendarse a Dios cuando la personas está enferma, explicó.
"Creemos en la intervención divina. Sabemos que Dios nos sanará y que ningún hombre tiene poder sobre la enfermedad. Sabemos que Dios protegerá a nuestros hijos, no las vacunas", añadió.
Cuando la policía llegó a Chitanje a mediados de julio, 19 personas habían muerto en las primeras dos semanas del mes.
La Iglesia de Zion reunió a todas los enfermos y los escondió para que no recibieran atención médica, según el portavoz de la policía de Dowa, Kondwani Kandiado.
Policías allanaron la aldea y detuvieron a su líder, el obispo Lumbani Amos, y otros tres ancianos, quienes fueron condenados a varios años de prisión por negligencia infantil según el artículo 165 del Código Penal, explicó Kandiado.
"Doce miembros de la Iglesia, incluido el hijo del obispo, murieron en su escondite. Logramos rescatar a siete personas y las llevamos al hospital", añadió.
Más de 100 miembros de la Iglesia Apostólica del Séptimo Día se atrincheraron una semana en un edificio abandonado de la aldea de Namaona, en el distrito meridional de Mulanje. También debieron ser desalojados por la policía y los menores vacunados a la fuerza.
Los enfermos fueron trasladados al hospital.
La doctrina de la Iglesia Apostólica del Séptimo Día prevé la excomunión de toda persona que reciba atención médica, señaló la integrante Emily Kalimalima.
"Es la única iglesia verdadera y no quiero ser excomulgada. No quiero quemarme en el infierno", añadió Kalimalima, madre de dos niños, uno de siete y otro de nueve años.
"No los voy a vacunar y nadie me va a obligar a atentar contra mis creencias", aseguró.
Ningún miembro busca visita un médico cuando está enfermo, incluso cuando tienen tuberculosos, cáncer o VIH/sida.
El presidente de Malawi, Bingu wa Mutharika, condenó a las organizaciones religiosas que impiden a sus integrantes recibir atención médica. Las doctrinas de esas iglesias son "atroces atentan contra la Biblia y equivalen a asesinos", declaró el mandatario.
Mutharika pidió a las organizaciones religiosas que sean "sensatas y racionales" respecto de los derechos infantiles.
"No maten niños y niñas en nombre de la religión", reclamó.