Según la fiscal, Rita Maestre ofendió a las personas que estaban dentro de la capilla en cuestión, pero ¿qué pasa si un no creyente se sintiera ofendido por una procesión en una vía pública?
La Fiscalía mantuvo ayer la petición de un año de prisión contra Rita Maestre, la actual portavoz del Ayuntamiento de Madrid, por haberse quitado la camiseta hace cinco años en el interior de la capilla de la Universidad Complutense como señal de protesta por la existencia de un centro religioso en un organismo público.
Según la Fiscalía, los no creyentes no pueden imponer su forma de ver la vida o la sexualidad a las otras personas. La verdad es que es una acusación muy curiosa en un país en el que la manera de ver la vida y la sexualidad de los católicos sí está presente de manera apabullante en la vida cotidiana de los no creyentes.¿Qué son sino una manera de ver la vida las procesiones de Semana Santa? ¿No tiene nada que ver con imponer una manera de ver la sexualidad que sea fiesta nacional el día 8 de diciembre porque se celebra nada menos que la Inmaculada Concepción de la Virgen María?
Hace bien el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, que, todo sea dicho, mantiene desde hace tiempo una buena amistad con la alcaldesa Manuela Carmena, en considerar que el incidente del que se acusa a Rita Maestre no debería merecer tanto comentario. Hace bien porque a la Iglesia católica no debería interesarle lo más mínimo este tipo de debates.
Según la fiscal, Rita Maestre ofendió a las personas que estaban dentro de la capilla en cuestión, pero ¿qué pasa si un no creyente se sintiera ofendido por una procesión en una vía pública? Ofenderse es cosa muy personal. ¿Se ofende alguien más fácilmente por ver el torso desnudo de una muchacha que por ver a los picaos de San Vicente de la Sonsierra? Sería mejor que dejáramos en paz a Rita Maestre y a las fiestas de la Inmaculada Concepción y a las procesiones tradicionales. No hay ofensa. En todo caso, habría disgusto. Y por disgustar a alguien uno no queda inhabilitado.