Porque no podemos permitir que en nuestra escuela, desde muy temprana edad, las niñas y niños sean segregados en base a las creencias de sus padres.
Porque la educación en igualdad de las niñas y los niños no es compatible con valores religiosos que proclaman la subordinación de las mujeres y con contenidos que enfrentan directamente la razón y la ciencia.
Las administraciones no pueden seguir sufragando, con el dinero de toda la ciudadanía, el adoctrinamiento de algunos, con un profesorado que accede a los centros por una vía anómala que privilegia a los mismos frente al resto. Este profesorado, designado por el obispado, accede a los centros de manera distinta del resto del profesorado, saltándose la normativa establecida para acceder a un puesto de trabajo en la administración pública.
Los padres y madres tienen perfecto derecho a educar a sus hijos en una religión o creencia determinada, pero eso es una opción personal y esa enseñanza debe realizarse fuera de la escuela, en las iglesias, en las sinagogas, en las mezquitas, en los centros de culto.
Es por ello por lo que Laikotasuna va a seguir denunciando la situación privilegiada del colectivo de profesoras y profesores de Religión.
Estos días se han realizado las adjudicaciones de puestos de trabajo para el profesorado interino. Muchos de estos profesores no saben que algunos de sus posibles puestos de trabajo han desaparecido, pues han pasado a ocuparlos directamente profesores y profesoras de Religión. Profesorado que, al no tener suficientes horas de religión (el número de alumnos que eligen esta asignatura baja cada año más ), han pasado, sin más, a dar otras asignaturas: Historia, Filosofía, Sicología… Así, este colectivo, elegido por el obispado, ocupa puestos para los cuales al resto del personal se le exigen una serie de requisitos para poder trabajar dentro de la administración pública, que no se les exige a este profesorado nombrado a dedo.
Es ofensivo para gran parte de la ciudadanía, y especialmente para las mujeres, que personajes conocidos por sus «perlas» sobre los homosexuales o las mujeres (recordemos algunas: «si la mujer aborta el varón puede abusar de ella», «la educación sexual en las aulas se reduce a exaltar la homosexualidad», el libro “Cásate y se sumisa” etc.) sean los que decidan qué y quién educa a nuestros hijos e hijas, pues en definitiva son los que determinan el currículo y designan al profesorado de Religión, profesorado que al final, como hemos visto, termina impartiendo otras asignaturas en la escuela y ocupando toda clase de cargos dentro de la organización educativa.
El Departamento de Educación tiene que revocar el acuerdo sindical firmado en 2009 entre la Administración y el colectivo de profesores y profesoras de Religión que permite esta anómala situación. Situación que, por cierto, solo se produce en la Comunidad Autónoma Vasca. Como se dice textualmente en el punto 2.3.3.g de la resolución de la Consejería de Educación sobre la organización del curso 2015-2016 en los centros públicos del país vasco: «Los profesores y profesoras de Religión impartirán las horas que les correspondan de esta asignatura y, en caso necesario, completarán su horario con otras actividades docentes» .
Actividades docentes que se les substraen a interinos y sustitutos aunque tengan mayor puntuación y antigüedad que los profesores de Religión.
Mientras esté en vigor el Concordato, el acuerdo entre la Iglesia y el Estado que determina la oferta obligatoria de clase de Religión en las escuelas para los que lo deseen, la administración educativa tiene que limitarse a contratar al profesorado de Religión propuesto por el obispado para dar única y exclusivamente clases de Religión, sin ninguna otra función en la escuela pública.
Y nuestro colectivo, en la escuela y fuera de ella, seguirá defendiendo que las religiones no se tienen que impartir en el aula, que la nuestra tiene que ser una escuela pública laica.