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Descargo de responsabilidad
Esta publicación expresa la posición de su autor o del medio del que la recolectamos, sin que suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan lo expresado en la misma. Europa Laica expresa sus posiciones a través de sus:
El Observatorio recoge toda la documentación que detecta relacionada con el laicismo, independientemente de la posición o puntos de vista que refleje. Es parte de nuestra labor observar todos los debates y lo que se defiende por las diferentes partes que intervengan en los mismos.
Nos adentramos en una distopía orweliana en la que, como describía en 1984 el personaje Emmanuel Goldstein, nos imponen la conciencia de guerra, bajo la que son psicológicamente aceptables las mayores calamidades.
Europa Laica ha emitido un comunicado contundente, levantando la bandera de la paz. Y es que la solución de todo conflicto pasa al final por el alto el fuego y la negociación entre las partes. El envío de armas sólo retrasa la negociación, prolonga y profundiza el sufrimiento, y sirve exclusivamente a intereses de quienes hacen negocio con las guerras. Lo que hay que enviar son negociadores y no tanques. Necesitamos diplomacia y no exigencias.
Sin lugar a dudas, la entrada de Rusia en la Guerra de Ucrania marca un hito que cambia la naturaleza del conflicto, pasando a ser internacional (no olvidemos que esta guerra comenzó en 2014 tras un golpe de Estado, auspiciado por EEUU, y no reconocer al gobierno de facto los territorios hoy incorporados a Rusia). Y sin duda la actuación rusa ha causado estragos. La Rusia de Putin es horrible, pero estoy convencido de que no es mejor la Ucrania de Zelensky. De lo que menos dudas me cabe es que alimentar su guerra sólo nos arrastrará a un conflicto multilateral, y que la única posición sensata es la del NO A LA GUERRA.
Se ha cumplido un año desde el inicio de las operaciones rusas en territorio ucraniano. El mismo día, un 24 de febrero, pero de hace 104 años, del que la Wikipedia nos destaca otra efeméride: Benito Mussolini funda el Fasci Italiani di combatimento, una organización que después originaría el Partido Nacional Fascista. Cada vez más cosas nos recuerdan aquella época y el ambiente que se extendía por una Europa entre guerras. Así recientemente la Unión Europea incluía por primera vez en sus presupuestos una partida militar. Y antes ya se comenzaron a rearmar sus Estados miembro. Del otro lado, China hace años que viene fortaleciendo su capacidad militar y también empieza a dar pasos en el marco de sus acuerdos con Rusia.
El camino hacia el conflicto total está allanado. El movimiento pacifista no debe perder un minuto más. Es la hora de alzar bien alto la bandera de la paz.
Debemos promover la negociación. Empezando por el alto el fuego, de ambas partes. Y luego, ambas tendrán que ceder posiciones, como en toda negociación.
Pero la propaganda de guerra está a la orden del día, y en la Europa de los 27 la sufrimos cada día. Como en toda guerra, la propaganda es simple: enemigo malo, amigo bueno. Y la realidad no es tan sencilla
Hay mucho daño que reparar en materia de derechos y libertades, pues mucho se ha hecho ya al calor de la conciencia de guerra, y se ha hecho en ambos bandos, aunque no nos lo quieran mostrar. Desde el Observatorio del Laicismo se han visto muchas violaciones a la libertad de conciencia. Y podemos empezar por casa, donde se ha comenzado por limitar la libertad de expresión: en el momento en que escribo estas palabras, tengo pendientes de lectura casi treinta mil mensajes del canal de Telegram de RT (medio de comunicación público de Rusia) a los que cuando intento acceder, la aplicación dice «Este canal no puede ser mostrado porque viola las leyes locales». Pero eso no es lo más grave, tenemos un periodista español, Pablo González, que lleva más de un año en prisión preventiva en Polonia sin que se presenten pruebas en su contra, y el Gobierno de España no ha intercedido aún. Y si aterrizamos en los países en contienda, podremos ver similares ataques a la libertad de expresión, con medios y periodistas sancionados o cerrados a ambos lados de las trincheras. De las tropelías de Rusia, ya habla diariamente la propaganda de nuestro bando, así que sólo mencionaré la que veo más ignorada por la prensa occidental, y es la alianza clerical de la Iglesia ortodoxa con Putin para justificar las acciones bélicas. Por contra, la propaganda sólo nos muestra loas al presidente Zelensky, al que se vitorea por doquier, pero desde el Observatorio del Laicismo se ha visto cómo poco a poco ha ido ilegalizando más de una quincena de partidos políticos (incluyendo el socialista y el comunista), o las acciones contra clérigos ortodoxos por sus vínculos con el Patriarcado de Moscú (que son ciertos, pero no justifica cercenar la libertad de religión), entre otras acciones que vulneran los derechos civiles y políticos. Todo ello debe repararse y no se hará hasta que se detenga la guerra y se encauce el conflicto por vías diplomáticas.
La libertad de conciencia es constantemente atacada por el avance de la conciencia de guerra. El conflicto ya está en nuestras puertas, y ya venimos sufriendo las primeras consecuencias, económicas y políticas. Nadie podrá quedar indiferente, porque a todas las personas nos afectará. Yo ya he elegido bando, el de la paz. Movilicémonos y gritemos alto y claro: ¡NO A LA GUERRA!