Haya Rahed Al Khalifa es en muchas cosas una de las primeras. La primera mujer árabe que desempeñó un cargo en la Asociación Internacional de Abogados, la primera que pronunció un discurso en una cumbre de jefes de Estado de la Liga Árab
Haya Rahed Al Khalifa es en muchas cosas una de las primeras. La primera mujer árabe que desempeñó un cargo en la Asociación Internacional de Abogados, la primera que pronunció un discurso en una cumbre de jefes de Estado de la Liga Árabe, la primera diplomática de su país, Bahrein, y una de las pocas mujeres que ha presidido la Asamblea General de Naciones Unidas, cargo que desempeña actualmente. Esta semana estuvo en España, invitada por la Casa Árabe, para hablar sobre igualdad. Así respondía hace unos días esta jequesa con pantalones
Pregunta. Su trayectoria política es todavía algo demasiado excepcional en Oriente Próximo, ¿no?
Respuesta. Bueno, se ha progresado mucho en todo el mundo, pero sí, la representación de las mujeres en los parlamentos está todavía por debajo del 17%. Lo importante es saber que las mujeres árabes tienen el potencial suficiente para desempeñar cargos de poder. Hoy en día, el sector privado tiene menos problemas para contratar a mujeres si saben que van a aportar buenas ideas.
P. ¿Y qué hay que hacer entonces para cambiar eso?
R. A corto plazo lo mejor es establecer un sistema de cuotas. Sobre todo en mi región. Estoy a favor de la discriminación positiva como una medida temporal para conseguir que las mujeres lleguen al poder. En Jordania lo han hecho y empieza a funcionar. Y luego, lo más importante es la educación, ya sea en los países árabes o en Europa. La vida es lo más preciado que existe y las mujeres tienen que saber que no deben aceptar nada que les impida vivir sus vidas. Ni la religión, ni la tradición.
P. Pero el peso de la tradición es demasiado y se acaba imponiendo en muchos países, sobre todo en las zonas rurales.
R. Sí, en esas zonas es difícil hacer llegar el mensaje. La ley de la familia aplica restricciones a las mujeres que ni siquiera están en la religión. Es la tradición familiar la que impone ciertas concepciones sexistas a las mujeres basándose en visiones de la religión obsoletas. Por eso hay que actuar desde las leyes de los Estados. En casi todas las constituciones se incluye la igualdad de hombres y mujeres entre los primeros artículos.
P. ¿No le da la sensación de que el ritmo es demasiado lento?
R. Puede. Pero hay que saber ver los avances que se están haciendo. Por ejemplo, en los Emiratos Árabes acaban de lanzar un programa de educación de 10 millones de dólares (7,49 millones de euros- que ayudará a cambiar mentalidades de otros tiempos.
P. O sea, que al final es un problema de dinero.
R. No sólo, pero las ayudas económicas en este sentido son muy necesarias. Los microcréditos, por ejemplo, han demostrado que cuando las mujeres tienen la oportunidad de montar su propio negocio y vivir de él, aumentan las oportunidades de acceder a la educación.
P. ¿Qué importancia tiene ahora el tema de la mujer en la agenda de Naciones Unidas?
R. Mucha. Es vital. Creo que todos los estados miembros saben que resolver los problemas de discriminación que tienen las mujeres en muchos países servirá para alcanzar objetivos del milenio como la erradicación de la pobreza o la expansión del sida. Con respeto y educación las soluciones llegarían mucho más rápido. Mi puesto en la Asamblea es el de facilitar la discusión sobre estos temas y aplicar los principios de la ONU.
P. ¿Y no siente la presión o el recelo de los hombres con los que trabaja?
R. En absoluto. Pero hay que seguir avanzando. Soy la tercera mujer en este cargo. Espero que vengan muchas más en los siguientes mandatos.
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