La profunda crisis económica, política y el retroceso del Estado en Argentina han generado una amalgama religiosa muy particular, conformando un frente conservador antiderechos que encontró en el macrismo una expresión favorable para su desarrollo.
En plena ofensiva neoliberal, Latinoamérica observó un fenómeno disruptivo: las iglesias neopentecostales -mejor conocidas como evangélicas- se destacaron en las contiendas electorales, ganando más escaños en los parlamentos y jugando roles fundamentales para la elección presidencial de ofertas ultraconservadoras en países como Brasil, Colombia, Honduras o Guatemala.
En Argentina, ese fenómeno no fue relevante en las elecciones de 2015 y resultó tardío en cuanto a su visibilidad, aunque no en lo concerniente a su configuración organizativa, pues según reportes periodísticos dichas iglesias congregan alrededor del 13% de la población (6,5 millones de fieles). Poco a poco, las iglesias neopentecostales se han hecho un lugar en las ciudades y en municipios periféricos, llegando a tener, cuatro años después de iniciado el mandato macrista, una mejor performance electoral con candidaturas “outsider” de relativo éxito como lo demuestra la elección de Amalia Granata o del pastor ‘evangelista’Walter Ghione -quien se declaró a favor de construir en Argentina un movimiento similar al que llevó a Jair Bolsonaro a la Presidencia en Brasil- como diputados provinciales de Santa Fe.
La vía argentina del evangelismo: alianza antiderechos
La emergencia de estas candidaturas en Argentina tiene sus particularidades. La existencia de un importante movimiento social y de partidos políticos con arraigo en territorios urbanos cosecha militancias políticas progresistas que son compartidas con las actividades privadas del culto y la fe, lo que impidió -hasta ahora- que pastores de iglesias neopentecostales con aspiración política trasladen fácilmente la adhesión religiosa de sus fieles hacia fines electorales conservadores. Incluso, feligreses de dichas iglesias son parte de organizaciones antineoliberales o de gobiernos como el del Municipio de La Matanza, donde participa Gabriel Ciulla, pastor de la Iglesia Camino de Vida, y actual subsecretario de Culto de dicha municipalidad.
Esas dificultades para los pastores conservadores fueron mayores por la restitución de derechos y la presencia del Estado durante el kirchnerismo. La política estuvo presente en todos esos años y garantizó un tapón para la utilización de consignas religiosas como mediadoras de la política. El camino para taladrar dichas barreras se fue despejando en este cuatrienio neoliberal, en el que la política se relegó a un segundo plano y el Estado empezó a desaparecer de los territorios generando una delegación de funciones a ONG e iglesias, tal como viene ocurriendo en la Provincia de Buenos Aires de la mano de la gobernadora María Eugenia Vidal (quien tiene una fuerte alianza con Rubén Proietti, presidente de la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (ACIERA), el ala más conservadora del neopentecostalismo argentino).
El modo de ejercer influencia por parte de ACIERA fue a través de la designación informal de representantes para tender puentes con el poder. Uno de los más influyentes en la zona sur del conurbano bonaerense fue Jorge Sennewald, pastor de la iglesia El Encuentro. Sennewald resultó un personaje clave para el acceso a las zonas más vulnerables del conurbano, esquivando las redes tradicionales del entramado territorial peronista. El actual director de Gestión de Asuntos Docentes de la Provincia de Buenos Aires, Gastón Bruno, fue vicepresidente de ACIERA antes de presentar su candidatura a diputado nacional por Cambiemos.
Sin embargo, ACIERA no es la única vertiente en el movimiento neopentecostal, aunque sí la que ha acumulado más poder político gracias al repliegue estatal en favor de las iglesias como mediadoras de planes sociales. También hay otras asociaciones que intentan reunir esas iglesias, como la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas (FAIE), vinculada a los grupos protestantes clásicos, incluyendo algunos pentecostales, que han tenido una contribución crucial al campo de la defensa de los derechos humanos. FAIE, a diferencia de ACIERA, está más cercana al Frente Sindical y ha cuestionado el accionar de Mauricio Macri en diversas ocasiones.
El debate sobre la interrupción voluntaria del embarazo (IVE) en 2018 permitió trascender el terreno mediático y luego el electoral a partir de la movilización contra el derecho al aborto desplegada por la mayoría de estas iglesias quienes, en asociación con algunos sectores ultracatólicos, generaron un bloque duro que desplazó la discusión política sobre el tema del derecho a decidir, removiendo el sedimento tradicional de la sociedad argentina y llevando el debate político a un ámbito privado, como es la fe religiosa.
Una discusión democrática en torno a los derechos de las personas gestantes terminó siendo manipulada en la opinión pública con los sentimientos morales sobre la vida, con el mandato religioso y patriarcal sobre el cuerpo de las mujeres. El refugio emocional de los sectores populares ante la grave crisis económica generada por el ajuste neoliberal y la ausencia de derechos protegidos por el Estado en los territorios periféricos, configuró la ampliación del camino electoral evangélico conservador, apoyándose con sectores católicos de mayor tradición en la Argentina. Ello generó una amalgama religiosa muy particular, conformando un frente conservador antiderechos que encontró en el macrismo una expresión favorable para su desarrollo.
La performance electoral neopentecostal del 2019
Las iglesias neopentecostales cuyos pastores tienen aspiraciones políticas con perspectiva conservadora supieron acumular fuerzas en las movilizaciones antiderechos del 2018, y encontraron un aliado ideal en la iglesia católica para configurar una oferta electoral propia en este año. No es la primera vez que algunos pastores se presentan a elecciones: el pastor Walter Ghione, ahora diputado provincial de Santa Fe, ya se había presentado como candidato sin tener éxito. El resultado más visible se dio en la provincia de Santa Fe con la elección de siete diputados provinciales que aglutinaron cerca de 300 mil votos y constituyeron la tercera votación con mayor caudal de la provincia, luego de las listas del Partido Justicialista y del Partido Socialista.
La presencia neopentecostal en las próximas elecciones provinciales es la siguiente:
Ciudad de Buenos Aires
En la lista de diputados por la Capital, Dina Rezinovsky, una funcionaria del Ministerio de Salud y Desarrollo Social porteño, enrolada en la agrupación “Celestes por el cambio” ocupará el octavo lugar de la lista oficialista. Por su parte, el ginecólogo de Cipolletti, Leandro Rodríguez Lastra, declarado culpable por obstaculizar una interrupción del embarazo legal a una víctima de violación, será candidato a diputado nacional por el partido Demócrata Cristiano.
Provincia de Buenos Aires
Desde Juntos por el Cambio (oficialismo) se postulará Gabriel Mraida, actual director nacional de Prevención del Delito y la Violencia, en el Ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich y pastor principal de la Iglesia Bautista del Centro.
Neuquén
El diputado y pastor David Schlereth será candidato a vicegobernador de Cambiemos en Neuquén, fungiendo como compañero de fórmula del actual intendente de la capital neuquina, Horacio Quiroga.
Santa Cruz
“Consenso”, la agrupación del PRO en Santa Cruz, llevará la primera lista de candidatos a concejales conformada por integrantes evangélicos en Río Gallegos, la capital provincial.
A modo de conclusión
La participación de los movimientos pentecostales en la política argentina ha seguido un lento recorrido, en el cual logró una mayor visibilización gracias a los acuerdos e iniciativas del Gobierno de Cambiemos. En los últimos cuatro años este actor ha logrado una mayor fortaleza, al punto de pasar de una estrategia transversal a los partidos políticos a intentar conformar el suyo propio. La experiencia arquetípica en este sentido es la de la Provincia de Santa Fe, donde el Partido Unite llevó a Amalia Granata y Walter Ghione a la Cámara Baja. Esta nueva estrategia combina la acción de pastores neopentecostales, ultracatólicos y figuras mediáticas que se posicionaron en el costado celeste de la grieta desatada por la movilización en torno al proyecto de ley sobre la interrupción voluntaria del embarazo y otros anteriores, como la Ley de Educación Sexual Integral.
La trayectoria de sus principales referentes puede rastrearse en Ciudad de Buenos Aires y en la Provincia de Buenos Aires, precisamente en los dos distritos en los que Cambiemos ha gobernado con dirigentes PRO. Comparten un programa mínimo: la oposición al aborto y a la homosexualidad. El fenómeno se replica en otras provincias como Santa Cruz y Neuquén. Si bien han compartido espacio con el oficialismo hoy, ante la baja popularidad luego de cuatro años de ajustes, parecen comenzar a emanciparse y buscar un propio camino con mira nacional.
El desarrollo de estas agrupaciones que trasladan la fe a la política en la Argentina parece tener su momento en medio de la polarización social y de retrocesos en materia de derechos y justicia social. Los pastores evangelistas se convierten en articuladores políticos en ámbitos donde la ausencia del Estado les permite constituirse en salvadores de las angustias ciudadanas, despolitizando los debates centrales y llevando al plano religioso las emociones que definen los votos. Un asunto para seguir analizando pues su persistencia y capacidad de movilización no son menores, tal como pudo constatarse en la última campaña presidencial en Brasil, en la que los grupos de WhatsApp del culto neopentecostal se convirtieron en el medio expedito para distribuir falsas noticias y ganar el voto para Bolsonaro, una estrategia de campaña utilizada por el grupo Uniteen la provincia de Santa Fe.