Rabat propugna que los mahometanos elijan en España a sus representantes
Son cada vez más numerosos y están más desorganizados. Los musulmanes en España rondan los 2,2 millones de fieles, pero sus órganos representativos ante los poderes públicos, creados hace 17 años, se han quedado obsoletos.
Marruecos propugna desde hace meses una solución, inspirada en los ejemplos de Francia y Bélgica: elecciones para que los musulmanes inscritos en un censo designen libremente a sus representantes ante las administraciones.
"El Gobierno español no debe tener miedo a hacer funcionar la democracia", repite Abdelá Bussuf, secretario general del Consejo de la Comunidad Marroquí en el Extranjero (CCME) creado por el rey Mohamed VI en 2007 para estrechar lazos con la emigración marroquí.
Mohamed Chaib, diputado autonómico del PSC y miembro del CCME, asegura, en una entrevista con Marruecos Digital, que los actuales órganos de representación tuvieron en su día un papel "pero ahora hay que contar con la inmigración que supone la inmensa mayoría de los musulmanes que residen en España". Y esa inmigración es sobre todo marroquí.
"El Estado no puede trabajar con las mismas estructuras que hace 15 o 20 años", insiste Chaib. En 1992 se creó la Comisión Islámica Española, un órgano bicéfalo compuesto por dos grandes asociaciones que en su día sí aglutinaron al grueso de las comunidades musulmanas.
Una de ellas es la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas (FEERI) a la que se considera minoritaria y que hoy en día está en mano de los promarroquíes. Su presidente es Mohamed Alí, un ceutí declarado persona non grata en su ciudad porque propugna su "descolonización" por España. Sus afiliados son sobre todo marroquíes y españoles conversos.
La otra, considerada mayoritaria, es la Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE) que encabeza Riay Tatary, de origen sirio. Entre sus adeptos abundan los inmigrantes no marroquíes.
Tatary se ha mostrado receloso ante la propuesta de Rabat de celebrar elecciones. "Marruecos", repite, "no es quien para decirnos cómo se debe organizar la comunidad musulmana en España y cómo debe elegir a sus líderes". Quizá tema que las votaciones otorguen mayoría a los marroquíes más oficialistas.
"Sea cual sea el resultado que arrojen las urnas será preferible a la actual situación en la que ninguno de los dos pilares que forman la Comisión Islámica Española es representativo", afirma Iván Jiménez-Aybar, un abogado zaragozano conocedor de la inmigración musulmana.
En opinión de Jiménez-Aybar sólo en dos regiones de la Península, Valencia y Murcia, los musulmanes están agrupados en consejos auténticamente representativos porque aglutinan a cerca de un 90% de los fieles.
En otros muchos lugares, desde Cataluña a Ceuta, están divididos y hasta enfrentados. Sus asociaciones apenas tienen además vínculos con las dos grandes federaciones de la Comisión Islámica. Hace tres meses fue fundada en Girona una organización que reagrupa exclusivamente a subsaharianos musulmanes y que no se identifica con ninguna de las grandes corrientes estatales.
El Ministerio de Justicia, encargado de los asuntos religiosos, asiste impávido a esta evolución. No planea reformas. Jiménez-Aybar teme que se confunda "laicidad y abstencionismo". "Sería preferible que Justicia suscite y acompañe a los musulmanes en la reforma de sus órganos de representación para que Estado, comunidades y ayuntamientos tengan auténticos interlocutores".
Intervención policial
No todos los inmigrantes marroquíes en España consideran al rey Mohamed VI su jefe espiritual. La Federación Islámica Regional Murciana, con fuerte arraigo en esa comunidad, está en manos de Justicia y Caridad, un movimiento islamista no violento a veces tolerado en Marruecos pero ilegal.
Los musulmanes murcianos están integrados en la Federación Española de Entidaes Religiosas Islámicas (FEERI) cuya dirección, con Mohamed Alí a la cabeza, es afín a la doctrina religiosa oficial marroquí.
La FEERI celebró el 1 de noviembre una asamblea en Fuenlabrada (Madrid) que acabó con una intervención policial. Aliados con un grupo de españoles conversos, dirigido por Félix Herrero, los islamistas intentaron desbancar a Mohamed Alí de su cargo. Éste rechazó someterse a una votación antes de tiempo, los murcianos se negaron a salir de la sala y el dueño del local recurrió a la policía para expulsarles.