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Mujer, musulmana y policía

Rukshana Begum, de 24 años, origen bangladesí y pionera en Gran Bretaña, asegura que llevar el «hijab» aumenta la confianza de la ciudadanía. Noruega autorizará el uso del velo islámico a las agentes de la ley

COMENTARIO:  ¿Cómo se puede utilizar un servicio público, de todos, para ejercer o defender su creencia? Cada día vemos el retroceso de las conquistas que necesitaron cientos de años, y que ahora «en silencio» se nos van implantando como algo normal.


Confianza, igualdad ante la ley, respeto, empatía, y pluralidad cultural; en definitiva, riqueza. Es solo una pequeña selección de los mensajes que, en cuestión de segundos, pueden captar los sentidos de un ciudadano británico al cruzarse por la calle con una mujer policía con hijab, el velo islámico. Así lo ha constatado una de ellas, Rukshana Begum, de 24 años, agente de la policía metropolitana de Cambridge y pionera en el Reino Unido del uso del velo mientras va de uniforme.
«Es una experiencia muy positiva», arranca la agente desde el otro lado del hilo telefónico tras insistir en que no puede lamentar, harto al contrario, ningún episodio de racismo contra su persona.
Su contundente valoración funciona a modo de mensaje para sus colegas de Noruega. El Gobierno del país nórdico anunció el miércoles que, tras un informe favorable de la policía, va a permitir el uso de la prenda islámica a las agentes. Uno de los argumentos destacados por el Ministerio de Justicia es «aumentar el reclutamiento en el seno de la comunidad musulmana». «Consideramos –argumenta la directora de la Policía, Ingelin Killengreen– «que la necesidad de aumentar el reclutamiento y de modelar una policía que refleje todas las capas de la sociedad, independientemente de convicciones y etnias, prevalece sobre la exigencia de la neutralidad del uniforme».
Además de Gran Bretaña, solamente Suecia y, en breve, Noruega son los países europeos que permiten el controvertido velo en sus fuerzas de seguridad. El uso en escuelas y otros centros oficiales genera beligerantes debates a lo largo y ancho de la UE. En EEUU está permitido.

La consecución de un sueño
El debate en Noruega surgió el pasado mes de octubre cuando Keltum Hasnaui Missum, una mujer musulmana de 23 años que había trabajado como guardia de seguridad, ingresó en la academia de policía y remitió una carta al departamento interesándose por la posibilidad de trabajar con el hijab.
Poco podía imaginar que su sueño de ser policía y su necesidad de defender el uso de una prenda fundamental para su identidad religiosa iban a desatar un debate de la envergadura del que se ha producido en la sociedad noruega. Hasnaui Missum llegó a Oslo en el año 2000 y noruegos son sus tres hijos, el más pequeño, un recién nacido de cuatro meses.

Bangladesí de origen
En Gran Bretaña, se permite el uso del hijab desde hace una década pero no fue hasta el 2007 cuando Rukshana Begum decidió ponérselo. De hecho, según el Sindicato de Policías Musulmanes, solamente hay diez mujeres en toda Gran Bretaña que lleven el velo mientras van de uniforme.
Originaria de una familia de Bangladés, Rukshana Begum ya nació en Cambridge y su historia vital es un reflejo constante de tesón y determinación. Sus padres pusieron el grito en el cielo cuando dijo que quería ser policía, pero ahora su progenitor se enorgullece al verla defender públicamente su religión.
«Me gusta que se me identifique como musulmana», argumenta la joven, practicante desde niña, para asegurar que su opción ha sido muy bien aceptada tanto por parte del colectivo de mujeres musulmanas como de las propias fuerzas de seguridad británicas.
«Quiero demostrar» –añade en la conversación telefónica– «que siendo una mujer musulmana no estoy oprimida por nada y se me permite ejercer mis creencias con dignidad». Begum no escatima elogios a la policía británica, a la que califica de «flexible», sabedora de que este asunto es controvertido en países tan permisivos como Holanda, donde el Parlamento se pronunció en contra del uso de la prenda policía.

Superar la desconfianza
La agente británica hace una última e interesante reflexión. Asegura que las minorías acostumbran a desconfiar de las fuerzas policiales y el hecho de ver a efectivos afines a ellos aumenta la credibilidad y confianza. «Transmitir que la puerta de la policía está abierta para todos –finaliza Begum–, «con independencia de su origen y religión, es muy importante». Y es que Gran Bretaña está a años luz.

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