La joven Mayar fue intervenida en un hospital privado de Suez y falleció por una hemorragia severa. Aunque la mutilación genital femenina está prohibida desde 2008, sigue practicándose en la clandestinidad
Mayar Mohamed tenía 17 años cuando le practicaron la mutilación genital en un hospital privado de la ciudad egipcia de Suez. Sufrió una severa hemorragia y no sobrevivió a la operación. Su trágica muerte resucita la pesadilla que viven cada año miles de niñas y adolescentes egipcias en un país que, a pesar de la prohibición dictada hace ocho años, lidera la clasificación mundial de víctimas de ablación.
Según la prensa local, el fallecimiento sucedió el pasado fin de semana. Mayar acudió junto a su familia a una clínica privada en Suez, a unos 120 kilómetros de El Cairo, para someterse a la mutilación genital, una práctica prohibida desde 2008 pero que sigue arraigada en la tierra de los faraones entre musulmanes y cristianos. Tras la intervención, la joven sufrió una severa hemorragia y una disminución de la circulación sanguínea que terminaron segando su vida. En cambio, su hermana gemela, que también padeció la ablación, sobrevivió al tormento.
Su madre, enfermera, solicitó entonces a las autoridades permiso para enterrar a su hija alegando que había sido sometida a una extirpación de las adenoides. Durante el examen del cuerpo, el inspector de sanidad local desestimó la solicitud al descubrir que la muchacha había sido víctima de mutilación genital. El cadáver fue trasladado a la morgue del hospital público de Suez a la espera de la autopsia del departamento forense. Según el diario estatal Al Ahram, la clínica en la que se llevó a cabo la intervención ha sido clausurada. El médico responsable de la operación y la cúpula directiva del hospital están siendo investigados por homicidio.
El fallecimiento de Mayar, tres años después de que se registrara el último caso de muerte por ablación, ha desatado una ola de indignación. “Mayar murió por la ignorancia y el atraso de su madre, que consideraba a su hija culpable simplemente por haber nacido mujer”, relató con amargura Rawan al Jamal, una amiga de la víctima, en su página de Facebook. Las autoridades también han condenado el suceso y han pedido justicia. “Quienes llevan a cabo estas operaciones criminales deben enfrentarse a castigos estrictos“, reclamó el gubernamental Consejo Nacional de la Mujer en un comunicado.
Naciones Unidas, por su parte, también se sumó al pésame. “Egipto está siendo testigo de resultados positivos en su larga lucha para combatir la mutilación genital femenina. La encuesta de demografía y salud de 2014 muestra una caída en la prevalencia entre los 15 y 17 años de edad del 13 por ciento comparada con la de 2008”, señaló la organización en una nota. “Aún queda un largo camino por recorrer para eliminar esta práctica perjudicial que viola los derechos de las mujeres y niñas, puede tener repercusiones físicas y psicológicas duraderas y causar heridas y la muerte”, apostilla la ONU, que insta a revisar la legislación y juzgar a los responsables de la muerte de Mayar.
El caso, sin embargo, ha vuelto a colocar en el punto de mira a las autoridades. “Resulta increíble que la policía egipcia no esté aplicando una línea dura para terminar con la mutilación en un país donde alrededor de 27 millones de personas son víctimas“, lamentó Suad Abu Dayyeh, investigadora de la organización Equality Now que junto a letrados locales batalló para revivir la causa de Soheir, una niña de 13 años que perdió la vida en 2013 en circunstancias similares a las de Mayar.
El médico que le practicó la operación, Raslan Fadl, se convirtió el pasado año en el primer y único doctor condenado en Egipto por practicar la ablación. El pasado febrero perdió la licencia para ejercer la medicina pero, hasta la fecha, no ha cumplido la condena a dos años y tres meses que dictó contra él un tribunal. “El doctor está aparentemente en libertad a pesar de que localizarlo y arrestarlo no es difícil. Debería ser inmediatamente detenido por el crimen que cometió y por el que fue sentenciado. La muerte de esta joven de 17 años debe ser otra llamada de atención para Egipto. No podemos concedernos el lujo de seguir permitiendo que las niñas sean heridas y asesinadas por esta forma extrema de violencia”, agregó Suad.
La tierra de los faraones lidera, con diferencia, la clasificación mundial de población sometida a ablación por delante de Etiopía, Nigeria o Indonesia. Una de cada cinco mutiladas reside en la tierra de los faraones, según Unicef. En total, 27,2 millones de mujeres mantienen fresco el recuerdo de la jornada en el que se convirtieron en víctimas y algo se quebró para siempre. Según datos estatales, el 92,3 por ciento de las egipcias casadas con edades comprendidas entre 15 y 49 años ha sufrido la práctica.
“Los números todavía son muy altos pero se ha registrado un descenso evidente entre las jóvenes. La tasa entre las egipcias de entre 15 y 17 años se sitúa hoy en el 61 por ciento. Ha caído 13 puntos desde 2008″, detalló el pasado febrero a EL MUNDO Germaine Haddad, responsable del programa de género del Fondo de Población de las Naciones Unidas. “Se trata -agregó- de la generación que está reflejando por fin los esfuerzos realizados durante los últimos 20 años. La edad media para la mutilación es 10 años. Una vez que cumple los 14 sin haberla sufrido, está salvada”.
Según la encuesta de salud estatal, el 74 por ciento de las ablaciones se llevan a cabo por doctores en la clandestinidad de sus consultas. Enfermeros y otros empleados del sector médico firman otro 7,9 por ciento. “Hay que mejorar la sensibilización de fiscales, jueces y forenses”, reconoció la funcionaria de la ONU. En los últimos doce meses, además, una campaña publicitaria ha tratado de romper el tabú desde la televisión y un grupo de teatro callejero ha desfilado por las zonas más populares para -en clave de humor- plantar cara a esta práctica que ha dejado su huella en generaciones enteras de egipcias.