Bloguera tunecina y activista de los derechos humanos (1983-2020)
La mujer y sus derechos estuvieron siempre en el centro de su lucha. Creía que el velo era “un símbolo evidente de la opresión de las mujeres”.
Lina Ben Mhenni fue una de las voces más relevantes de la revolución tunecina que hace nueve años acabó con la dictadura. Sin sus ideas y su coraje todo hubiera sido más difícil. Más difícil, sin duda para los tunecinos y también para este corresponsal, que se apoyó en muchas de sus opiniones para escribir, primero sobre la revolución del 2011, y después sobre el largo camino de Túnez hacia la democracia.
“Nos han colocado ante el falso reto de elegir entre seguridad y libertad”, me explicó la última vez que nos vimos. Fue en enero del 2016, cinco años después de la caída de Ben Ali. Túnez se había fracturado y el gobierno, con la excusa de la lucha antiterrorista, había detenido a miles de activistas de izquierda. Alguno de ellos había muerto en prisión y pocos eran los que seguían creyendo en los valores de la revolución. “No entienden –dijo refiriéndose a los gobernantes– que al terrorismo sólo lo derrotaremos con políticas sociales que impulsen el crecimiento colectivo”.
Lina era hija de Sadok Ben Mhenni, activista de izquierda y preso político en las cárceles de Burguiba, que ayudó a fundar Aministía Internacional en Túnez. Su madre era maestra de árabe.
A Lina le gustaba escribir y fue de las primeras tunecinas en abrir un blog. Colgaba pensamientos personales hasta que en el 2008, tres años antes de la revolución, se unió al blog colectivo Por Gafsa. Gafsa es una ciudad minera (fosfatos) del sur del país, donde la dictadura reprimió a sangre y fuego un movimiento social favor de los derechos de los mineros.
En diciembre del 2010 fue de las primeras en acudir a Sidi Bouzid, la pequeña ciudad del interior donde un joven vendedor de verduras, Mohamed Bouazizi, había quemado su cuerpo, desesperado por la pobreza y el atosigamiento de la policía. Fue la chispa que provocó las primaveras árabes, y los vídeos de Lina sobre las manifestaciones en Sidi Bouzid y su relato sobre la violencia policial aceleraron el colapso del régimen. Su blog se llamaba A Tunisian girl (Una chica tunecina) y Lina publicaba en inglés y francés, además de árabe. El dominio de estos idiomas hizo de ella una analista habitual en las cadenas de radio y televisión internacionales.
La mujer y sus derechos estuvieron siempre en el centro de su lucha. Creía que el velo era “un símbolo evidente de la opresión de las mujeres”. Uno de sus últimos proyectos fue llevar libros y revistas a las cárceles tunecinas para combatir el integrismo. Con ayuda de su padre, reunió unos 30.000 libros que metió en las prisiones para contrarrestar la pujanza del yihadismo.
Lina murió el lunes en Túnez. Sólo tenía 36 años. Sufría desde pequeña una enfermedad autoinmune que le hizo pasar largas temporadas en el hospital. El domingo recordaba en su última nota que la enfermedad le abrió los ojos sobre la realidad social de Túnez. Había visto a niños enfermos abandonados por sus familias en los hospitales y a enfermos morir por falta de recursos.