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Moral privada y moral pública: diferentes pero no separables

Defiendo que la Educación para la Ciudadanía es una asignatura perfectamente posible en un Estado Democrático y seguramente necesaria en las sociedades ideológicamente plurales de nuestros días. Defiendo que el problema han de ser sus conte

Ver cómo pueden compartirse éstos, de manera que nadie se sienta radicalmente insatisfecho ante ellos, sin estar a su vez contra los derechos humanos, ésa es la cuestión. Y desde luego hay fórmulas que lo permiten, si se hacen las cosas entre todos, con calma, y nadie piensa en sus convicciones como una verdad inapelable que tiene que imponer a los demás. Igualmente inaceptable es pensar sólo en clave electoral.

No comparto, sin embargo, que se pueda separar, así como así, moral privada y moral pública. Diferenciar sí, separar, no. De hecho, el crecimiento de una moral civil compartida por los ciudadanos de una sociedad democrática y plural, y al cabo hecha ley, es una necesidad, pero eso no significa que esas leyes siempre sean «moralmente completas».

Podemos regular nuestra vida con leyes humanamente equivocadas, y esas leyes se pueden denunciar desde una moral religiosa o desde la moral laica de un grupo minoritario.

Hablo en general, no de la Educación para la Ciudadanía (EpC). Puede pasar. No es lo normal, pero a veces, puede pasar. De ahí la figura moral y jurídica de la objeción de conciencia, y hasta de la desobediencia civil, cuando se dan unas condiciones rigurosamente precisas.

De no ser así, nunca habría nada inmoral en las leyes democráticas, y la moral pública sería sin más la ley, lo cual puede complacer a los juristas más positivistas, pero es poco justo con «la moral», religiosa o laica, y sus posibilidades de cuestionar democráticamente el derecho democrático.

Lo que no puede ocurrir es que una moral privada y pública, todas lo son a la vez, quiera mejorar la vida pública democrática por caminos no democráticos. Eso es lo que no puede ocurrir, sin cometer una inmoralidad mayor.

Por eso, creo que el profesor Peces Barba, se pone las cosas demasiado fáciles cuando dice que se deben separar moral pública y privada. Separar no, diferenciar, sí; y de ahí, añado por mi parte, el empeño de todos en una moral civil, pública y privada, que nos permita convivir humanamente, en las leyes, en los valores, y hasta en los primeros fundamentos de la moral.

Y de ahí una Educación para la Ciudadanía posible y digna. Luego, que cada uno siga su moral hasta la santidad, pero jugando limpio con las reglas democráticas.

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