Parece escandaloso que tengan que cortar el tráfico en Colón y gastar fondos del Ayuntamiento para montar altares con el fin de regañarnos, insultarnos y decirnos que lo que vale es lo suyo y el resto al infierno.
Afortunadamente mi familia no tiene nada que ver con la de Rouco. La suya es fanática, insolidaria y mezquina. La mía va tirando pero intentamos ayudarnos.
Me quedé estupefacta cuando escuché lo que Rouco Varela, su mano derecha Kiko Argüello y demás obispos habían dicho en “la misa de la familia” que celebraron en la Plaza Colón de Madrid. La verdad es que no sé por qué me asombro pues siempre dicen lo mismo pero volvieron de nuevo a lanzarnos el demonio del aborto, del matrimonio entre gays, de los divorcios mientras sus fans del Opus, los Legionarios, los de Comunión y Liberación…..y demás, les aplaudían con pasión.
Detrás de estos movimientos, encabezados por Rouco, puede haber un millón de personas, pero hacen mucho ruido y tienen poder, o sea universidades, dinero, bancos y obispos que les hacen el coro.
De nuevo nos volvieron a decir cómo debe ser nuestra familia pero ya pueden gritar que afortunadamente mi modelo de familia es distinto y no les vamos a hacer ni caso.
Para comenzar está en estos momentos desarrollando un papel importantísimo frente a la crisis. Es el auténtico colchón de las desgracias. Abuelos que ayudan a nietos, padres que pagan la hipoteca de los hijos, cuñados que comparten malos ratos e intentan lanzar algún negocio para tirar a la familia adelante.
En mi concepto de familia si alguno de nuestros hijos nos dice que es gay le apoyaremos frente a los problemas que se pueda encontrar en algunos sectores homófobos y además estaremos encantados de asistir a su boda con la persona que haya elegido, porque cada uno puede elegir el tipo de vida y de sexualidad de quiera.
De la misma forma que si una de nuestras hijas se queda embarazada y decide no tener ese hijo, por las razones que ella considere, la vamos a acompañar a la clínica adecuada para que aborte y después le daremos el cariño suficiente para que se sienta bien. Porque señor Rouco, abortar es muy duro, angustioso y desgarrador, aunque a usted le parezca un vicio. Pero también la apoyaremos si decide tener ese hijo al margen del padre. La familia monoparental también es familia.
Y por supuesto, si cualquiera de nosotros decide divorciarse, tiene que saber, aunque ya lo intuye, que todos estamos a su lado. Y que el divorcio es la medida más saludable a un error cometido de buena fe.
Ese es el modelo de familia que defiendo yo y muchísima gente de este país, la mayoría y no nos va a dividir nadie.
Por eso nos parece escandaloso que tengan que cortar el tráfico en Colón y gastar fondos del Ayuntamiento para montar altares con el fin de regañarnos, insultarnos y decirnos que lo que vale es lo suyo y el resto al infierno.
Pues señor Rouco y señor Kiko (ese que comenzó en una chabola de Palomeras Bajas para después convertirse en el guía de los ultraconservadores) las familias de este país le decimos que no los necesitamos para nada, que sus seguidores y ustedes mismos fomentan el odio, el racismo, la homofobia, el desprecio al otro.
Que hagan lo que hagan, cobren del Estado lo que cobren y digan a través de sus medios de comunicación lo que digan, nosotros seguiremos pensando que su fanático modelo no nos interesa. Y que un Estado laico como el nuestro jamás debería caer tan bajo subvencionándoles y fomentando sus actividades de odio y repudio.
Mercè Rivas Torres es periodista y escritora