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Delia Angélica Ortiz

[México] ¿Quién paga la inclusión escolar?

En México no son ni el Estado ni las escuelas privadas o públicas las que se encargan de cubrir los gastos de los niños y niñas con discapacidad; entonces ¿en quién recae esa responsabilidad?

En su cuenta de Twitter, el Papa Francisco ha escrito sobre la inclusión de niños y niñas con síndrome de Down. Tuve que rescatar sus palabras textuales para enviarlas a las escuelas católicas de la Ciudad de México que no tienen protocolos de inclusión escolar.

¿Por qué debo explicar todo esto a instituciones educativas católicas que incluso tienen un siglo operando?

El pontífice escribió: “Nadie puede ser descartado, porque todos somos vulnerables. Cada uno de nosotros es un tesoro que Dios hace crecer a su manera. Todo niño que se anuncia en el seno de una mujer es un don que cambia la historia de una familia: de un padre y una madre, de los abuelos y de los hermanos. Y este niño necesita ser acogido, amado y cuidado. ¡Siempre! #WorldDownSyndromeDay”.

Mandé estas palabras a tres escuelas católicas que me dijeron que no contaban con protocolos de inclusión para mi hijo con síndrome de Down. No compartiré los nombres de estos colegios, porque no es mi intención ventilar públicamente sus deficiencias, sino buscar que mejoren para que en el futuro (no muy lejano) cuenten con esos procedimientos para aceptar a cualquier niño sin importar su condición

Es por esto mismo que sí he hecho llegar las quejas correspondientes a las autoridades responsables, esperando que pronto les ofrezcan capacitación.

Debo también consignar que hay colegios religiosos donde me explicaron que su protocolo de inclusión incluía la participación de una maestra “sombra”, cuyos honorarios debían ser cubiertos por la familia.

“Al menos, tienen inclusión”, pensé. Sin embargo, nosotros como familia no tenemos el presupuesto suficiente para cubrir una colegiatura de 7 mil pesos y además cubrir 6 mil pesos adicionales por una maestra acompañante.

Eso significa que un niño con Down, en esa institución educativa cuesta 13 mil pesos al mes, sin contar lo que se paga por uniformes, útiles escolares y gastos adicionales como terapias o llevarlo al cine.

Mi intención jamás había sido que mis hijos estudiaran en instituciones religiosas. Creo en la educación laica. Sin embargo, luego de que tantas escuelas privadas laicas me dijeran que no contaban con procesos de inclusión para niños con Down, decidí tocar las puertas de estos colegios que se supone siguen la guía del Papa Francisco.

Laicas o católicas ¿por qué son tan pocas las escuelas que cuentan con protocolos profesionales de inclusión escolar? Esto sumado a que la selección de colegio para los hijos depende de varios factores como el presupuesto, el estilo de vida familiar, la cercanía de la escuela, el número de hijos, la pedagogía que se oferta, entre otras variables más. 

¿A qué me refiero? Resulta que me han recomendado escuelas laicas con protocolos de inclusión admirables. Sin embargo, el monto de sus colegiaturas está fuera de nuestro presupuesto, esto es, entre 11 mil o 14 mil pesos mensuales por cursar tercero de primaria. 

Aunque tuviera la posibilidad económica de pagar esos montos, me queda la duda de qué pasa con todos esos niños y niñas que no tienen otra alternativa más que la educación pública.

¿Quién paga la educación de calidad de niños y niñas con una condición distinta a lo normotípico? En México, es la familia. ¿Esto debería de ser así? ¿No debería de haber un programa de financiamiento de instituciones públicas y privadas que facilite la inclusión escolar como ocurre en otros países?

Cerraré esta colaboración para Yo También, con lo que escribí a uno de los colegios católicos que aceptó la solicitud de ingreso de mi hijo, pero de manera “condicionada”. Así que en ánimo de construir les hice las siguientes observaciones:

  • Los niños con síndrome de Down son muy caros para las familias. Nosotros subsidiamos terapias de calidad que en México son bastante costosas. Lo hacemos porque los niños con Down serán adultos con Down que deberán ser suficientemente funcionales e independientes para que no sean una carga ni para sus familias ni para el Estado.
  • Si la escuela pide que nosotros como familia paguemos los servicios externos de inclusión como sería un docente acompañante para que se haga cargo de lo que debería hacer el colegio (adecuaciones curriculares y trabajo de inclusión), eso hace que la primaria de un niño con Down sea mucho más costosa, pues también debemos cubrir el monto de la colegiatura.
  • Las escuelas no ofrecen becas desde el primer año de ingreso a niños y niñas con una condición distinta a la normotípica. Aquellas que llegan a ofrecer becas lo hacen con montos del 5 por ciento o 10 por ciento que resultan insuficientes, especialmente si el costo de un docente acompañante supera con mucho ese porcentaje de beca. 
  • El costo del docente acompañante es de 6 mil pesos mexicanos. Esto tiene varios cuestionamientos. Es un costo que debemos subsidiar las familias. Además de que es un salario, sin prestaciones, que no es competitivo para un maestro/a titulado con experiencia que requiere la SEP para que ingrese a los planteles educativos. Los maestros/as que aceptan esos honorarios es porque tienen mucha vocación, pero están sacrificando parte de los recursos que tienen derecho a recibir.
  • Entiendo que la escuela por ser un negocio particular tampoco tendría que hacerse cargo de absorber el costo del docente acompañante. Sin embargo, son un negocio social que involucra educación, entonces ¿cómo podemos buscar los apoyos financieros necesarios para asumir todos nuestra corresponsabilidad en la inclusión?
  • Cuando un niño/a con síndrome de Down pide su aceptación a una escuela, no solo él/ella vive las desventajas de su condición. Es decir, estas desventajas las vive toda la familia. Sé que no soy la primera mamá de un niño con síndrome de Down, ni la única ni la última, así que asumamos todos la parte que nos toca para lograr la inclusión.  

Por Delia Angélica Ortiz*

*Delia Angélica Ortiz es periodista mexicana. Ha colaborado en medios como Reforma, Expansión, Televisa Radio y Animal Político.

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