Descargo de responsabilidad
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El Observatorio recoge toda la documentación que detecta relacionada con el laicismo, independientemente de la posición o puntos de vista que refleje. Es parte de nuestra labor observar todos los debates y lo que se defiende por las diferentes partes que intervengan en los mismos.
Ver a Claudia Sheinbaum asistir al Vaticano a recibir la bendición del Papa Francisco es algo que esperaba no ver jamás. Todo lo que queremos de los pensadores y personajes de izquierda ha quedado aniquilado con esta actitud. Uno lo esperaba de la señora X, tal como se observó con el bocazas de Javier Milei, que en la prensa se dedica a decir que el papa Francisco es un representante del maligno en la tierra, y luego corre a hacer las paces con él, a ponerse como tapete; sabedor de que toda América Latina sigue siendo semillero de católicos: incluso la Argentina.
Yo también soy católico. Fui acólito, catequista, canciones de mi autoría se siguen cantando en templos católicos de la ciudad de Mérida, Yucatán. Incluso, a los 24 años fundé mi último grupo «Palabra de vida» que era para mayores de 21 años y nos dedicábamos a interpretar la Biblia con temas de actualidad. Jamás renegaré de mi fe. Pero mi fe es en un dios de Amor, y no en esa construcción insana que ha realizado el neoliberalismo y es parte de la construcción decimonónica de querer seguir dividiendo el pensamiento en liberales y conservadores o derechas e izquierdas.
Al final, en México, lo único que sigue habiendo es el preclaro deseo de hacerse de los presupuestos para repartir con los amigos y conocidos. Uno espera más de Claudia Sheinbaum, se espera que no defraude al movimiento. Su desesperación, o la de sus asesores, la han impulsado a correr a pedir el voto de la mayoría católica de México. ¿Acaso tiene miedo? ¿Acaso apunta a la reconciliación?
Pero es que la reconciliación no debe cimentarse en acuerdos que a los contrarios haga felices (sabemos bien que sólo les hará feliz recibir de nuevo carretadas millonarias de dinero). La reconciliación de quien tiene la mayoría debe ser otra. Se trata de: Se Acepta el Proyecto o se continúa la destrucción de lo que fueron desde 1950 hasta el 2018.
Uno apenas tiene que mirar el gabinete de Adolfo López Mateos, para reconocer desde donde comenzó la debacle de nuestro México. Mirar a los personajes que se conformaron desde entonces: gente de Día Ordaz, de Echeverría, de Porfirio Muñoz Ledo, parentela de Jorge Castañeda, parentela de Creel, y demás familias pegadas por más de 50 años al poder. Ellos son los que continúan tramando volver al pasado.
Es por eso por lo que la visita de Claudia Sheinbaum no cayó bien en el análisis de lo que puede ser su gobierno. Andrés López no tuve que hacer eso, y sin embargo intercambió pensamientos, cartas, misivas, comunicados con el jefe de estado del Vaticano, apelando a su humanismo. Pero el humanismo mexicano que Andrés López y Claudia Sheinbaum predican, no viene totalmente del humanismo que practica y promueve el papa Francisco.
La separación del estado de la iglesia católica, de todas las iglesias, es algo que no podemos perder. No podemos regresar a épocas oscuras de religiones gobernando el pensamiento humano. Este no es el país del In God We Trust falsario e hipócrita del país vecino.
Este es un país, desde el 2018, de derechos y libertades. Como la libertad de marchar en contra del gobierno actual sin que a nadie se le reprima.
Hace mal, muy mal, Claudia Sheinbaum en pedir la bendición del Papa para su campaña política que el 1 de marzo dará inicio. Lo que se necesita, lo que todos los católicos pensantes queremos, es que dios bendiga la laicidad de nuestros gobiernos, que vean por los derechos e igualdad de todos los habitantes de nuestro país, sin importar su credo.