Todo tipo de homenajes a santos, Cristos y vírgenes en las instituciones donde gobierna el PP, medallas de la guardia civil, de la Legión, a cualquier estatua, nombramientos de patrones de esto y de lo otro, solo falta que se busquen algún santo de los robos y saqueos, ya estaríamos completos.
La imagen internacional que dan estos próceres del miedo y el hambre infantil avergüenza al mundo, a toda persona con un poco de cultura y educación para saber que esos objetos inertes no se merecen esas pomposas distinciones, sobre todo cuando hay millones de ciudadanos/as en una situación insostenible de miseria, desempleo, desnutrición y todo tipo de carencias sociales de un estado devastado, destruido a manos de un gobierno sátrapa y con fama de corrupto en cada rincón del planeta.
Es una verdadera vergüenza que se dediquen a tratar de agradar a la iglesia, mientras gran parte de la ciudadanía no aguanta más, no puede más, no resiste más, generando que miles de personas se estén quitando la vida, atemorizadas, huyendo de las amenazas de la banca usurera, de los desahucios y otras estafas premeditadas del régimen, quitarse la vida para dejar de ver a sus hijos/as con carencias alimenticias gravísimas.
Hemos vuelto a la edad media con este pésimo y ultraconservador gobierno, el siniestro gabinete, por no llamarle de otra forma más real y al hilo de sus putrefactas actuaciones. Solo les falta recuperar el derecho de pernada, aunque muchos de sus empresarios amigos y donantes ya lo ejercen, ya lo llevan a cabo a cambio de renovaciones de contratos y otras maniobras típicas de personajes casposos, al mejor estilo de esa oligarquía asesina que se enriqueció en la dictadura franquista, robando las propiedades de las familias republicanas.
Ahora toca ignorar el inmenso sufrimiento del pueblo, encomendarse a sus dioses, santos y vírgenes, la oscuridad de su perversa escenografía sotánica, tan oscura y sangrienta como la decoración de sus templos del golpe de pecho, de las peinetas, de las comuniones y ostias por kilo, para luego ser perdonados por el cura de turno, para constreñidos y oliendo a sahumerio, seguir haciendo daño a millones de personas en toda España.