Un año más, la organización de derechos humanos con base en Estados Unidos «Puertas Abiertas» (Open Doors) ha constatado el incremento de la persecución contra cristianos en el mundo, en muchos casos con acciones de violencia terrorista dirigidas a asesinar al mayor número posible de seguidores del Evangelio. El informe de 2016, que recoge las investigaciones de los doce meses de 2015, estima en más de 7.000 los cristianos asesinados en el mundo en ese periodo por causas relacionadas con su fe, lo que supone un aumento significativo de más de 3.000 («mártires» según el criterio de la Iglesia) respecto al año anterior. No se tiene en cuenta, además, el número de víctimas en tres países que sobresalen en persecución de cristianos ?Corea del Norte, Irak y Siria? dado que «Open Doors» estima que la información no es precisa.
Destaca en el informe la fuerte presencia de países de mayoría musulmana entre los más hostiles hacia los cristianos. De los 50 países catalogados por «Open Doors», 34 son de mayoría musulmana, aunque no todos cuenten con sistemas políticos regidos por la Sharía, la ley islámica. Tanto los regímenes de corte fundamentalista como los de carácter autoritario-laico aparecen hermanados por el mismo miedo a la libertad religiosa.
Las estadísticas muestran además que en 2015 fueron atacadas o dañadas unas 2.300 iglesias,número que dobla el del año anterior.
La agresión contra los cristianos no procede solo de los movimientos yihadistas Daesh, Al Qaida, Boko Haram y Al Shabab, los cuatro más letales. Existe también una atmósfera de intimidación y agresividad en muchos ambientes sociales musulmanes, que identifican la precariedad económica con un supuesto neocolonialismo occidental, y miran con odio a su vecino cristiano, con frecuencia mucho más indigente que el mahometano. Es el caso patético de Pakistán. En Egipto, por su parte, en el imaginario de algunos musulmanes el cristiano copto es el empresario acomodado que goza de una fortuna de origen sospechoso. La defenestración de los Hermanos Musulmanes no ha cambiado apenas esa percepción.
En los territorios que controla en Irak y Siria, el grupo Daesh, el autodenominado Estado Islámico que ha proclamado el «califato», ha reeditado las tesis literales del Corán sobre el trato con otras religiones. Los cristianos pertenecen así a la «gente del Libro», a la que se ofrece tres caminos: la huida, la conversión al islam, o el vasallaje (que implica el pago de un impuesto al califato (entre otras servidumbres).
No obstante, la alucinante tesis admite muchas excepciones. El vasallaje que ya viven los cristianos de Pakistán no les salvó de morir bajo las bombas terroristas en los dos últimos meses de marzo. Semanas antes del ataque en Lahore, un comando yihadista llevó a cabo en Yemenuna matanza de monjas de la Madre Teresa de Calcuta en un albergue de ancianos. Pese a ello, las misioneras de la Caridad ?velos católicos en el islam? seguirán trabajando con los más pobres en otros doce países de mayoría musulmana, que figuran entre los 130 donde se extiende su labor.
La indiferencia con que las autoridades del gobierno islamista moderado de Pakistán responden a los atentados anticristianos ?como el último de Lahore? refleja el chantaje que imponen los partidos ultrarreligiosos musulmanes , y más aún la cultura general del «país de los puros», acostumbrado a tratar a los no mahometanos como ciudadanos de segunda.
La persecución es silenciosa en la mayoría de los países que figuran en la lista de «Open Doors». La luz y los taquígrafos se concentran hoy en Irak y en Siria, donde los yihadistas de Daesh llevan a cabo una gradual y publicitada campaña de expulsión y secuestros entre la vieja población cristiana, así como de quema de iglesias.
¿Cuántos cristianos de rito en arameo ?la lengua materna de Jesús? quedan en Irak? Cuando cayó Sadam Husein, en 2003, se calculaba que el país tenía alrededor de un millón de cristianos. Hoy se desconoce la cifra, dada la persecución que sufren no solo a manos de los yihadistas, sino también por parte de las autoridades kurdas (que apoya por cierto Estados Unidos). Según denuncia el informe de 2016, las autoridades autónomas kurdas están forzando a los cristianos a que vendan sus propiedades a musulmanes en la región de Mosul y la planicie de Nínive, para crear una zona «homogénea» en términos étnicos y religiosos.
La situación de acoso y exterminio de cristianos en Siria e Irak motivó el año pasado una insólita iniciativa diplomática del Vaticano en favor del uso de la fuerza para proteger a los creyentes. El 13 de marzo de ese año, el representante vaticano ante la ONU en Ginebra, el arzobispo Silvano Tomasi, pidió la formación de una fuerza internacional «para parar esa especie de genocidio». Un año después la petición sigue en el aire. Washington se limita a bombardeos selectivos en Siria e Irak, y Europa discute cómo evitar la llegada de refugiados, muchos de ellos cristianos.
En la lista de 2016 de «Puertas Abiertas» entran dos países nuevos: Níger y Bahréin, que se sitúan respectivamente en los puestos 49 y 48. La expansión de la acción terrorista del grupo Boko Haram ha despertado el miedo y la huida entre la población cristiana de Níger, mientras que en el pequeño emirato de Bahréin la introducción gradual de la Sharía por parte del sultán ha deteriorado el anterior clima de relativa libertad religiosa.