La violencia contra las mujeres se ha convertido en un grave problema en Turquía. Su retirada del Convenio de Estambul ha hecho evidente el retroceso en materia de derechos de la mujer en el país.
El pasado 9 de noviembre la joven Başak Cengiz fue asesinada por un hombre con una espada samurai en el distrito de Ataşehir de Estambul. Este sangriento crimen añadió a Başak a la larga lista de víctimas de feminicidio en Turquía. Según datos de la Plataforma Paremos los Feminicidios (Kadin Cinayetlerini Durduracağız en turco), más de 340 mujeres han sido asesinadas este año. Un estudio de la Universidad de Hacettepe estipuló que 4 de cada 10 mujeres han estado expuestas a violencia en algún momento de sus vidas. El deterioro de los derechos de la mujer en el país es una realidad.
Con un decreto presidencial emitido por Recep Tayyip Erdoğan el 20 de marzo, Turquía se retiró del Convenio de Estambul, tratado del Consejo de Europa para prevenir y combatir la violencia contra las mujeres. Turquía había sido el primer país en ratificar la Convención, que exige a los gobiernos que adopten leyes que persigan a los autores de violencia doméstica y abusos contra las mujeres. A pesar de las masivas protestas que se extendieron por todo el país y la oleada de críticas de organizaciones y líderes internacionales, la retirada de Turquía del Convenio se hizo efectiva el 1 de julio.
“Ya se ha eliminado la igualdad de género de los planes de estudio y de los programas gubernamentales” afirma Saliha Sera Kadıgil, diputada del Partido de los Trabajadores de Turquía. “Además, el Ministerio de Familia y Servicios Sociales ha participado en la prohibición de libros destinados a enseñar a los niños sobre igualdad de género”, añade.
Violencia doméstica
El principal ámbito en el que las mujeres son víctimas de violencia es el entorno doméstico, a pesar de que la gran mayoría de estos casos no son registrados. Un estudio publicado recientemente por la Universidad de Comercio de Estambul y el instituto Areda Survey and Research reveló que casi un 60% de los turcos han sido testigos de violencia contra las mujeres en su entorno inmediato.
Según el Ministerio de Familia y Asuntos Sociales, un 5% de las mujeres en Turquía han estado expuestas a violencia sexual el año pasado. El gobierno turco ha desarrollado una Aplicación de Apoyo de Emergencia a la Mujer (KADES) para prevenir la violencia y el acoso contra las mujeres y los niños. Desde su puesta en marcha en el 2018, la aplicación ha tenido más de 2 millones de descargas y se han recibido alrededor de 227 mil denuncias.
Göksu Özahıshalı, de Amnistía Internacional Turquía, afirma que no existen datos fiables sobre si las mujeres reciben la protección adecuada y cómo esto se lleva a cabo. “La aplicación KADES solo puede activarse a través de un documento de identidad turco. Esto excluye a las mujeres migrantes y refugiadas no registradas, así como a las mujeres transgénero que no están registradas como mujeres ante las autoridades. Tampoco es accesible para las mujeres que no tienen un smartphone”, estipula.
Muchas víctimas declaran que las autoridades no son eficaces a la hora de protegerlas. En el 2019 hubo 15.842 casos de acoso sexual registrados; en el 25% de los casos la sentencia fue suspendida y en el 17% el acusado fue declarado inocente. “Un ejemplo muy llamativo es el caso de Ayşe Tuba Aslan. Solicitó protección a las autoridades ante las amenazas de muerte de su ex marido 23 veces, no recibió asistencia alguna y al final fue asesinada”, comenta Sera Kadıgil.
Otro de los grandes problemas en Turquía es el matrimonio infantil y el forzado. A pesar de que la edad legal para casarse en el país es de 18 años, muchas jóvenes, especialmente las que pertenecen a grupos vulnerables o de bajo nivel socioeconómico, corren riesgo de contraer matrimonio forzado. Aunque en los últimos años se ha producido un descenso de los matrimonios antes de la mayoría de edad, según datos del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) 1 de cada 5 mujeres de entre 18 y 45 años se casó en edad infantil, y 1 de cada 3 mujeres que se casó en edad infantil también fue madre antes de cumplir los 18 años.
Estas prácticas se legitiman a través de un complejo entramado de normas culturales patriarcales y tradiciones profundamente arraigadas. La eliminación del matrimonio forzado es todavía un reto en Turquía que limita la educación de las mujeres, compromete sus derechos de salud sexual y reproductiva y las expone a riesgo de violencia y pobreza.
Brecha laboral de género
Las mujeres turcas sufren violencia en términos físicos y psicológicos; pero también económicos. Un informe elaborado por la Confederación de Sindicatos (DISK) desveló que Turquía es uno de los países con mayor desigualdad de ingresos en comparación con otros países de Europa. El informe del Foro Económico Mundial sobre la brecha de género en 2021 sitúa a Turquía en el puesto número 140, con una participación femenina en el mercado laboral del 38,5%.
La baja tasa de empleo femenino es consecuencia de las desigualdades de clase, así como de las desigualdades de género. Esto se traduce en un incremento del empleo no declarado y precario, y un consecuente aumento del riesgo de pobreza. Según datos de la Confederación de Sindicatos de Turquía, los ingresos laborales anuales de los hombres son un 31,4% superiores a los de las mujeres. A pesar de que la brecha salarial entre hombres y mujeres se ha reducido a lo largo de los años, es aún un problema importante en el país.
Por otro lado, muchas de las mujeres refugiadas sirias que viven en Turquía, se enfrentan a la explotación laboral y deben recurrir a mecanismos de supervivencia como el trabajo no declarado y trabajo infantil. La rama de ONU Mujeres en Turquía estima que 17.812 niñas sirias de entre 5 y 14 años viven como trabajadoras infantiles en el país.
De los 3,6 millones de sirios registrados bajo el estatus de protección temporal, un 46% son mujeres. Muchas refugiadas sirias no tienen acceso a la educación básica ni a asistencia psicosocial. Además. la presión familiar y las responsabilidades domésticas provocan que muchas adolescentes abandonen la escuela. “En muchos casos de violencia contra las mujeres, éstas se sienten presionadas a permanecer con sus parejas debido a la inestabilidad económica y al miedo”, explica Göksu. Según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), sólo el 11,2% de las mujeres de entre 15 y 65 años trabajan, frente al 71% de los hombres que lo hacen.
Participación política
La participación y representación política de las mujeres en Turquía está por debajo de la media mundial; en el Informe sobre la Brecha de Género 2021 del Foro Económico Mundial, Turquía ocupa el puesto 114 en empoderamiento político femenino. Las mujeres están también infrarrepresentadas en la política local; según la rama de ONU Mujeres Turquía solo el 3% de los alcaldes y el 2% de los muhktar (jefes de aldea) son mujeres.
Saliha Sera explica que la participación activa de las mujeres en la vida política y las administraciones es esencial a la hora de crear políticas que promuevan la igualdad de género. “A pesar de que el 52% de la población turca es femenina, la representación de las mujeres en el parlamento es sólo del 17%”, declara.
La infrarrepresentación femenina en la toma de decisiones tiene consecuencias negativas a la hora de poner fin a la violencia estructural contra las mujeres. “Muchos agresores se ven alentados por la falta de voluntad política para combatir y eliminar la violencia contra las mujeres. La inadecuada respuesta estatal a estas violaciones agrava aún más el sufrimiento de las supervivientes de violencia”, explica Göksu Özahıshalı.