Aradillas: “El Opus, sí, el Opus (el “de Dios”), habrá de refundarse”
No son pocos los cristianos a quienes les asaltan dudas serias acerca de la legitimidad-legalidad de los procedimientos “oficiales” que le facilitaron a Mons. Escrivá de Balaguer honores tan altos en el Santoral, teniendo además que transformar su nombre de pila -, el tradicional compuesto de “José y María- por el nuevo -novísimo y único- de “Josemaría”
“San Josemaría“ es nombre único en el calendario cristiano y , si acaso, solo admite el sobrenombre de “EL PADRE”, tal y como reza el epitafio sobre su tumba romana
Por fin, y aún con la ambulante silla de ruedas “a cuestas”, el papa Francisco apretó el botón de una de sus primeras velocidades y, en fiel consonancia con la pedagogía ignaciana del discernimiento, decidió hacer público el “Motu Proprio” titulado “Ad charisma tuendum”, en el que la trasferencia del “Opus Dei” –“Obra de Dios”, por antonomasia-, pasa a depender directamente del dicasterio del Clero, en la Curia romana. Es un acontecimiento que registrará la historia de la Iglesia sin parangón, entre los de mayor relevancia y que, por sí mismo, le conferirá a la biografía del papa características específicas del verdadero profeta y reformador, con cuanto estos términos significan en la eclesiología.
El Opus, sí el Opus ,(el “de Dios”,) habrá de refundarse. El Opus no es ni será más lo que era y el que vivía y hacía vivir a los de la organización como una supra- Iglesia , sin escatimar privilegios humanos y “divinos” , y “santamente” convencidos de que todos los demás tan solo podrían aspirar a ser Iglesia en proyecto, con cuantas bendiciones apostólicas y más, habrían de otorgárseles.
El Opus, en la ‘primera división’ de la Iglesia
El Opus era la Iglesia de primera división. Al resto, bautizado en “Camino” despectivamente como “gente de tropa”, no le quedaba otra opción que esperar la llamada especial -¡”sígueme”!- del “Padre” , o de alguno de sus más cercanos colaboradores. Por supuesto que, en la selección del personal, contaba la constatación, a ser posible documentada, de ciertos ”méritos” de tipo económico, posición social, culto y cultura, bebidos en las fuentes inagotables de tanto reconocimiento y fecundidad como “Camino”, superando a las del santo Evangelio.
El papa Francisco acaba de asumir y afrontar una tarea-ministerio difícil. Extraordinariamente difícil. Sus antecesores la hubieran rechazado, haciéndolo además “en el nombre de Dios”, por lo que se limitaron a “opuistizar” la institución eclesiástica, a cambio de determinadas ventajas, transferibles en parte a otros “movimientos religiosos”, como los “Legionarios de Cristo, los “Kikos”, los NEOS en su variedad de versiones y, con denodados fervores, la ANP, o Asociación Nacional de Propagandistas, del recordado don Ángel Herrera, periodista y Cardenal de la Iglesia, por la gracia de Dios.
En esta reflexión “itinerante”, mi misión aquí y ahora es la de “echar la red” a la derecha del proceloso lago por cuyas aguas transita la Iglesia en España , entre escollos de consideración y vileza como los relacionados con la pederastia y las inmatriculaciones habidas y por haber, fijando mi atención en el faro que iluminará parte del Dicasterio romano de la “Causa de los santos”. En este se administra el ascenso canónico de cristianos concretos al “honor de los altares”, con el reconocimiento oficial de la institución tan sagrada.
Una beatificación-canonización polémica
Y en tal contexto, y con reverencial mención al fundador de la Obra y a su posterior proceso de beatificación- canonización, con el elemental convencimiento catequístico de que en relación con el “Año Cristiano – El “Santoral” para muchos- ,la calificación de “dogma de fe” es inexistente, destaco con tranquilidad de conciencia, sentido común y lógica, algunas de las circunstancias que se dieron cita en acontecimiento tan relevante en la historia de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana.
No son pocos los cristianos a quienes les asaltan dudas serias acerca de la legitimidad-legalidad de los procedimientos “oficiales” que le facilitaron a Mons. Escrivá de Balaguer honores tan altos en el Santoral, teniendo además que transformar su nombre de pila -, el tradicional compuesto de “José y María- por el nuevo -novísimo y único- de “Josemaría”. ¿Qué podría aportarle a un señor de Barbastro el bíblico nombre del artesano José, avecindado en Nazaret, de profesión carpintero, aunque entre sus antecesores se hubiera hecho presente en su día el mismísimo rey David? ¿Qué podría aportar la señora María a quién habría de dedicarle tiempo y atención a recuperar familiarmente el título de marqués, posiblemente hoy cuestionado, por razones “franquistas”?
“San Josemaría“ es nombre único en el calendario cristiano y , si acaso, solo admite el sobrenombre de “EL PADRE”, tal y como reza el epitafio sobre su tumba romana.
Frivolidad profesional
Del señor don Francisco Marhuenda, nada partidario del Motu proprio “Ad charisma tuendum” del papa Francisco y de cuanto se relaciona con el ahora sucesor de San Pedro, me ciño a reseñar que, como profesional, siento pena y vergüenza ajena cuando participa en tertulias- espectáculos y ha de actuar en conformidad con los guiones propuestos, intentando doctoralizar al personal.
“¡Líbera nos, Dómine” (“líbranos, Señor”!) del periodista omnisciente, sabedor de todo lo humano y divino, que con idéntica convicción y sapiencia opina sobre el Concilio de Calcedonia, tercero de los ecuménicos, -convocado por el emperador romano de Oriente, de nombre Marciano, el año 451-, así como de asuntos relacionados con la política, la economía, los chismorreos -dimes y diretes- de la “Alta” sociedad, previa manifestación de cumplir con su deber de cristiano, es lo único que misericordiosamente se nos ocurre a muchos , al referirnos al señor Marhuenda.
De su instalación doctrinal a perpetuidad en el “Jesusito de mi vida, eres niño como yo,” no nos cabe la menor duda, desde el papa hasta el penúltimo doctrino.