El IS cerca a miles de «herejes» yazidíes mientras los kurdos lanzan una ofensiva Este pueblo ha habitado en Sinyar y zonas aledañas desde tiempos inmemoriales
"Estamos saturados. Ni las autoridades locales ni las ONG damos abasto con un drama de esta envergadura", suena al teléfono, en conversación con EL MUNDO, la voz agotada de Salah Y. Majid desde Dohuk. Él coordina Harikar, una de las muchas organizaciones humanitarias que tratan de aliviar el éxodo de damnificados que huyen del Estado Islámico (IS) hacia el norte de Irak. La mayoría de refugiados proceden de Sinyar, una recóndita región del noroeste, y muchos profesan el yazidismo. Apelando a la confusión histórica de considerar que adoran al diablo, los yihadistas los han puesto en su mirilla.
Ashti es una joven yazidí que asiste al horror lejos de la región de la que su familia migró hace años. "Me duele ver que mi gente no ha logrado la paz tras años de genocidios. Temo que los islamistas radicales acaben con los yazidíes", lamenta. Por el momento, decenas de miles de ellos, que tuvieron que llegar a pie a más de 40 grados de temperatura, siguen atrapados en el monte Sinyar, donde empezaron a recibir desde hace dos días alimento y agua desde el aire gracias a aviones turcos y estadounidenses. La ONU, que prepara corredores humanitarios, informa de que al menos 40 niños han muerto por deshidratación.
"Estamos intentando evacuar a todos a Dohuk. Esta mañana [por ayer] llegaron 6.000. Mañana llegarán 10.000 más", detalla Salah Y. Majid. "Falta mucha agua. También leche infantil y algo que haga de cobijo. Pedimos cualquier tipo de colaboración también a España", clama. Las tareas de salvamento están siendo escamoteadas por el IS, que ha disparado contra helicópteros que asistían a las decenas de miles de desplazados. Testigos de lo ocurrido en Sinyar, no verificables independientemente por la imposibilidad de acceder a los dominios del IS, acusan a los fundamentalistas de violar y secuestrar a cientos de mujeres.
El pueblo yazidí ha habitado en Sinyar y zonas aledañas desde tiempos inmemoriales, donde se dio a conocer como un pueblo guerrero. En el pasado poblaron más rincones de Irak, Turquía, Siria, Irán, Georgia y Armenia. Para los yihadistas, fundamentalistas religiosos suníes árabes a los que se ha sumado una amalgama de voluntarios venidos de todo el mundo, también de Europa, el yazidismo es una «herejía». Según contó ayer un diputado iraquí yazidí a Reuters, el IS instó a 300 familias yazidíes acorraladas en los pueblos de Koya, Hatimiya y Qaboshi a convertirse o morir.
Los yazidíes son generalmente de etnia kurda. Su cosmogonía se remonta a la antigua Babilonia. Su idiosincrasia es comparable al mitraísmo, practicado en catacumbas del Bajo Imperio Romano: rinden culto al Sol, mantienen un estricto código ético que considera que el bien no existe sin el mal, siguen varios textos sagrados y protegen con celo sus manifestaciones espirituales. "Siempre hemos respetado todas las creencias. De hecho con el tiempo hemos asimilado valores de diversas religiones, especialmente del cristianismo y el islam", relata Ashti.
Creen en un Dios creador, que encomendó el cuidado del mundo a siete ángeles. Uno de ellos, Melek Taús, el ángel del pavo real, se negó a postrarse ante Adán por considerarlo una creación inferior. Dios consideró su decisión sabia y lo premió nombrándole su delegado en la tierra. La cosmogonía islámica tiene un relato parecido, pero en su caso, el desobedecimiento del ángel lo hace caer en desgracia y pasa a convertirse en Shaytan, el equivalente aproximado al Satanás cristiano. Este choque de interpretaciones ha motivado acusaciones de "adorar a Satanás" en un conflicto de siglos que ahora adopta un giro crítico.
El santuario de los yazidíes es la tumba del Sheik Adi, su líder espiritual, en Lalish. Su emplazamiento, 55 Km al noreste de Mosul -ocupada por el IS desde hace dos meses- está al alcance de las hordas extremistas, que podrían acabar dinamitándolo como han hecho con tantos otros templos religiosos. La intransigencia religiosa del IS se ha topado no sólo con yezidíes. Árabes chiíes, cristianos de las seis sectas distintas presentes en Irak y shabaks, una minoría etnoreligiosa que compartía suelo con los yazidíes en la provincia de Nínive, sufren persecución y desarraigo definitivo del suelo que habitaron siglos.
El Estado Islámico, que utilizó su maquinaria propagandística para asegurar que los bombardeos de EEUU del viernes apenas les habían dañado, basa parte de su poderío en el control de infraestructuras como yacimientos de gas y petróleo y presas. Esto le permite tener el control de los recursos hídricos y energéticos. Según un ingeniero contó a Reuters ayer, un día después de declarar la toma de la presa de Mosul, la mayor del país, el IS ordenó a un ejército de técnicos poner a punto las instalaciones.
Al mismo tiempo los peshmerga, las fuerzas armadas del Gobierno regional kurdo del norte de Irak, lanzaron ayer una ofensiva para recuperar los territorios cercanos a Mosul y confirmaron la llegada de nuevo armamento. No detallaron el proveedor. Guerrilleros kurdos venidos de Siria y Turquía para apoyar a los peshmerga combatían ayeren puntos como Mahmur, a 30 minutos de Erbil, capital kurda. El general Abdelrahman Kurini informó a la agencia Efe de que los ataques contra bastiones yihadistas ya han provocado decenas de bajas entre los insurgentes.
Yihadistas del IS ondean una bandera islámica sobre la presa de Mosul AFP
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