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Los símbolos y la laicidad. Una nos integra, la otra nos divide

   Nos hemos preocupado desde estas páginas reiteradamente sobre este tema.

         Normalmente por las intromisiones de la Iglesia Católica en nuestros asuntos internos, pues sin duda es la religión que en nuestro país agrede en forma permanente, nuestra condición laica instituida en nuestra Constitución. Y justo es decirlo, algo que cada uruguayo, más allá de nuestras concepciones metafísicas particulares, llevamos en lo más profundo de nuestra idiosincrasia.

         Sin embargo,  la laicidad no se refiere únicamente al  aspecto religioso.

         Desde los bancos de la escuela, en los liceos, en nuestra Universidad, se viola en forma permanente la laicidad cuando un partido político, cualquiera este sea, es promovido a los educandos.

         Lo vivimos lamentablemente quienes estudiamos en los oscuros años de la dictadura. Sin embargo también lo vivimos, cuando ya vuelta la democracia fueron nuestros hijos quienes asistían a clases.

         Los profesores con honrosas excepciones, no pierden la oportunidad de hacer propaganda para sus particulares preferencias partidarias. Y algún caso nos ha tocado, donde ante la respuesta analítica del alumno, debió luego sufrir las represalias en sus notas. (al respecto tengo  pruebas con nombres y apellidos, los  que no estimo necesario dar detalles en esta oportunidad, pero cuento con ellas).

         Los habitantes de Nueva Helvecia se vieron sorprendidos cuando al mediodía del 19/9/2009,  en el mástil de la plaza principal flameara la bandera del FA. Varios vecinos fotografiaron el momento, cuando se preparaba una actividad de las listas 609 del MPP y 1001 del PCU. Ante las protestas, los organizadores quitaron la bandera. En la campaña para las internas, ocurrió lo mismo  en Maldonado, cuando los mástiles reservados en la plaza principal para las banderas patrias junto al monumento a nuestro prócer, fueron utilizados para colgar de ellas la bandera del Partido Comunista y del sector representado por el Sen. José Mujica, precandidato a la Presidencia de la República por el Frente Amplio).

         Luego del lamentable hecho en Maldonado se intentó desviar la atención negando la afiliación al MPP y al Partido Comunista de quienes lo hicieron, quedando plenamente demostrado que lo eran. No se ha hablado lo suficiente de esta reiteración ocurrida en Nueva Helvecia, y nos preocupa ciertamente la insistencia por los afines a una congregación política a sustituir nuestra bandera por la bandera que los representa.

          Más allá del hecho puntual, me inquieta fundamentalmente el haber escuchado de varios analistas, la calificación a esta barbaridad  como algo menor.

         El mismo candidato, en su peculiar léxico criticó la actitud por inoportuna cuando ocurrió en Maldonado, pero no manifestó en ningún momento cuan peligroso resulta que cualquier bandera partidaria, CUALQUIERA, ocupe el lugar de la bandera patria.

         Es un símbolo dijeron, nada más que un símbolo, vacío de contenido. Y se hace hincapié en cuan poco afectos a los símbolos patrios somos los uruguayos.

         Bueno sería pensar un poco en el significado de ese símbolo, así como por cual motivo es importante que no se inmiscuya una religión particular, o un partido político en la enseñanza pública.

         Un símbolo es una alegoría, una alusión, una representación de algo. En el caso particular del pabellón nacional, es un distintivo de “TODOS LOS URUGUAYOS”, cuando la vemos ondear no pensamos ni en el Partido Nacional, ni en el Colorado, ni en el Frente Amplio, ni en el Independiente, inmediatamente se nos representa nuestro país, nuestra nacionalidad, el lugar donde nos tocó nacer, pero por encima de todo, el lugar donde elegimos vivir, formar nuestro hogar y acunar a nuestros hijos, incluso para aquellos quienes optaron por el exilio representa el lugar donde crecieron. Pensamos en nuestros conciudadanos sin distinciones, en su calidad de compatriotas, sin catalogarlos por la religión que profesan ni por el partido al que adhieren.

         Avancemos más: ¿cuál es la garantía que nos da la laicidad en nuestra convivencia ciudadana?

         La inclusión de todos en tolerancia, en respeto hacia los demás, integrados en un pacto social, que nos hemos dado viviendo dentro de nuestras fronteras geográficas bajo la normativa  a la cual da marco nuestra Carta Magna.

         Al recibir una educación laica, logramos que esta sea recibida en igual forma y contenido por todos, sin las divisiones causadas por  las creencias particulares. Luego cada uno en la intimidad de  su hogar, recibirá los paradigmas  que los credos  que se profese marquen. E incluso contamos con la posibilidad de que se reciba educación en los colegios particulares de cada una de las religiones existentes. Sin embargo aquellos que concurren a colegios laicos, públicos o privados, crecen  en igualdad de condiciones con aquellos que profesan distintos dogmas o doctrinas, y aprenden a convivir en la diversidad, cultivan la amistad entre diferentes como iguales, internalizado la tolerancia, el respeto por las opiniones ajenas, aceptando al diferente sin verlo como un adversario, mucho menos como un enemigo, reconociéndolo como un igual. Simplemente con otras opiniones u opciones.

         Cuando ondea la Bandera Nacional, cuando suenan los acordes del Himno Nacional por encima de la belleza de la primera, o los acordes armoniosos del segundo, ese símbolo es un factor de unión, de integración, de fraternidad.

         La bandera nacional nos une en el disenso, logra que nuestros puntos de vista converjan desde los opuestos hacia aquello que nos une, la necesaria coexistencia pacífica, a los efectos de poder convivir pacíficamente.

         La bandera de un partido político, cualquiera este sea, marca justamente la divergencia entre grupos de personas.

         Esas banderas representan las propuestas aceptadas por cada uno de esos segmentos poblacionales que adhieren a determinada forma de encarar la solución de los problemas de todos,  serán plebiscitadas por medio del voto en las elecciones nacionales, y democráticamente serán elegidas por mayoría y regirán los destinos patrios. Sin embargo, luego del hecho puntual, será la bandera nacional con su sol y nueve franjas la que permita que el resultado de la elección sea aceptado por quienes no votaron al partido que será ungido por el voto soberano. Pues justamente lo que ese “símbolo” representa, al identificarnos,  el acatamiento a nuestro sistema republicano y democrático.

         Ese símbolo encarna a todos los ciudadanos uruguayos que aceptaron el contrato social,  interpretado  por nuestra Constitución Nacional y lo que ella estipula.

         Por ello de ninguna manera puede utilizarse el sitio reservado para un ícono de la unión de todos, con  el de la opción de algunos, sin importar quienes estos sean. Por ello este error=horror, no puede ser considerado un hecho menor.

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