La visita a la India del presidente Nicolas Sarkozy ha sido aprovechada por los sij indios para reivindicar su derecho a llevar turbante en Francia, donde esa prenda está prohibida en las escuelas por su carácter religioso.
Sarkozy llegó este viernes a la India en una visita que ha servido para afianzar la relación militar, económica y de cooperación entre ambos países, pero durante la cual hubo amplio espacio para discutir la situación del turbante en Francia.
Tanto el primer ministro indio, Manmohan Singh (de religión sij), como el líder de la oposición, Mulayam Singh Yadav, pidieron a Sarkozy que levante las restricciones del turbante, a lo que el presidente de Francia respondió que no existe una "prohibición" de la prenda en su país.
"Lo que dice Sarkozy es técnicamente correcto, pero no en la práctica. Porque los sij debemos quitarnos el turbante para hacernos fotografías oficiales y, sobre todo, porque los niños sij no pueden llevar el turbante a la escuela", dijo a Efe la presidenta de la organización "Sij Unidos", Mejinderpal Kaur.
La prohibición de llevar turbante en los colegios fue impuesta por las autoridades francesas en el año 2004, por estimar que es un símbolo religioso incompatible con los principios de la enseñanza laica.
La ley, que afecta también al "hiyab" o pañuelo musulmán, las cruces cristianas de gran tamaño o las judías estrellas de David, ha crispado a los sij, poco dispuestos a renunciar a un elemento que consideran parte de su identidad.
A raíz de la prohibición, la organización "Sij Unidos" comenzó seis procesos judiciales en Francia, aunque los jueces los desestimaron, y ahora ha decidido acudir al Tribunal Europeo de Derechos Humanos y al Comité de Derechos Humanos de la ONU.
"Tenemos derecho a llevar turbante. No tenemos nada contra Francia, pero nuestro Primer Ministro tiene que hacer algo para cambiar las cosas", dijo Kaur.
Para los sij, ese tocado es un elemento de identidad irrenunciable, relacionado con la prohibición de cortarse el pelo ("kesh") que rige durante toda su vida y es una de las famosas cinco "kas" de su religión.
Los aproximadamente diez millones de varones sij del mundo deben además llevar consigo un peine de madera ("kash"), unos calzoncillos especiales ("kaccha"), un brazalete de hierro ("kara") y una espada al cinto ("kirpan").
"Para un sij, quitarse el turbante es como quedarse desnudo frente a los desconocidos -mantuvo Kaur-. No es sólo un signo religioso, como dicen los franceses, sino un requerimiento obligatorio. Manmohan Singh nunca se lo quita".
Manmohan, un veterano y respetado político de 75 años, acude a las reuniones internacionales y a los actos públicos luciendo una densa barba y enfundado sin excepción en su característico turbante azul celeste.
Pero, según Kaur, la religión sij de Manmohan Singh es menos determinante que el hecho de que sea Primer Ministro: "es el líder de este país, donde hay 19 millones de sij, y debe protegernos", declaró.
Aunque Francia y la India se consideran "aliados estratégicos" y estos días han tenido tiempo para afianzar su colaboración en distintos terrenos, ambos países difieren en su forma de concebir el laicismo.
Según el intelectual y premio Nobel Amartya Sen, en el secularismo indio predomina la neutralidad religiosa, mientras que el laicismo francés, más militante, propone la ausencia de la religión en la actividad del Estado.
Con la vista puesta en la visita de Sarkozy, los sij indios, que suponen más del 90 por ciento de los seguidores mundiales de esa religión, protagonizado varios actos de protesta contra la prohibición, que en palabras de Kaur convierte la práctica religiosa en una "actividad a tiempo parcial".
"Lo gracioso de todo esto es que Sarkozy habló hace unos meses en la ONU en defensa de la diversidad religiosa -concluyó Kaur-. Decir a un niño que puede elegir entre llevar o no turbante es como decirle que puede elegir entre ser bueno y no serlo. Que se enteren: los sij no nos quitamos el turbante".