? han cambiado la estrategia, y ya no sólo insultan, graban y coaccionan a las mujeres y profesionales que practican el aborto, ahora se van también de escrache a las vallas publicitarias
Los que se llaman provida… nunca han reclamado más dinero para la cooperación, ni han protestado por los recortes de estas partidas presupuestarias que han logrado salvar a tantos y tantas cuya vida, muchas veces, depende única y exclusivamente de que lleguen esas ayudas.
Los que se llaman provida… ven bien que Beatriz, una joven salvadoreña de 22 años, muera durante su embarazo. Les parece bien que muera antes que abortar un feto, que además, tiene anencefalia -carece de cerebro- y cuyas expectativas de supervivencia tras el parto son prácticamente nulas. A los que se llaman provida les da igual Beatriz, la salud de Beatriz, los derechos de Beatriz o la vida de Beatriz. Ante el riesgo cierto de muerte, si sigue su embarazo, la única propuesta que tienen es que lo lleve hasta el final. Si Beatriz aborta, salva su vida. Pero a los que se llaman próvida eso les importa un pimiento. Si Beatriz no aborta y muere, los provida habrán conseguido su objetivo: la muerte de los dos, madre e hijo es secundaria…, pero ellos habrán impedido un aborto.
Los que se llaman provida… no quieren que se hagan campañas de ‘sexo seguro’ para evitar embarazos no deseados. Los que se llaman provida no creen que se deba promover y fomentar el uso del condón ni en España, ni en Europa, ni en África, donde hay más de 3 millones de niños y niñas infectados con el virus VIH. A los que se llaman provida esto les importa otro pimiento. A ellos no les parece bien y se oponen a que se promueva el uso del preservativo en África, donde hay más de 23 millones de personas infectadas y donde sólo el año pasado murieron más de un millón de personas por causas relacionadas con el sida. Los que se llaman provida, aun así, están en contra de que se utilicen métodos de protección ante este virus mortal.
Los que se llaman provida… han guardado un silencio cómplice, cuando no han aplaudido, que el Gobierno de España haya dejado sin asistencia sanitaria a los inmigrantes en situación irregular. Los que se llaman provida (y el Gobierno) saben lo que esto significa, saben que esta medida implica que no se trataran las enfermedades y patologías que sufran esas personas, y que eso incluye la gripe, sí, pero también, insuficiencias renales, tuberculosis, hepatitis, diabetes, cáncer, VIH… Los que se llaman provida ( y el Gobierno) saben, que si las personas que sufren esas enfermedades o patologías no reciben tratamiento, la consecuencia es… la muerte. Pero debe importarles otro pimiento también, si de lo que estamos hablando es de vidas humanas de inmigrantes, y no de aborto.
Los que se llaman provida… han cambiado la estrategia, y ya no sólo insultan, graban y coaccionan a las mujeres y profesionales que entran en clínicas (legales, por supuesto) donde se practica la interrupción voluntaria del embarazo y ahora se van también de escrache a las vallas publicitarias (algún día sabremos quién y cómo se financian) para pedir que se derogue una ley que protege la salud sexual y reproductiva de las mujeres.
Los que se llaman provida… no han contratado vallas para denunciar la muerte del senegalés Alpha Pam, que murió en Baleares por no ser tratado de la tuberculosis que padecía. No ponen una valla porque el gobierno le negó la asistencia sanitaria, y con ella la vida, a Alpha Pam, simplemente por no tener los papeles en regla.
Los que se llaman provida… nunca se manifestaron contra los 500.000 abortos practicados en España cuando Aznar gobernaba.
Los que se llaman provida… cada vez engañan a menos gente. Está claro, que los “pecados” de los provida cada vez los conoce más gente. Así que, llegados a este punto, no estaría mal que se cambiaran el nombre.
Patricia Hernández es diputada socialista en el Congreso