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Los pomposos desagravios a vírgenes “putas” y las tallas que lloraban sangre en Granada · por Gabriel Pozo

​Descargo de responsabilidad

Esta publicación expresa la posición de su autor o del medio del que la recolectamos, sin que suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan lo expresado en la misma. Europa Laica expresa sus posiciones a través de sus:

El Observatorio recoge toda la documentación que detecta relacionada con el laicismo, independientemente de la posición o puntos de vista que refleje. Es parte de nuestra labor observar todos los debates y lo que se defiende por las diferentes partes que intervengan en los mismos.

Un excepcional trabajo de Gabriel Pozo Felguera quien, además, revela detalles inéditos del último caso, de hace 42 años.

En 1640 fue condenado a galeras un ermitaño por cuestionar en un libelo que la Virgen del Triunfo era inmaculada; hubo ocho meses de manifestaciones ciudadanas

Un obrero insultó a la Virgen de las Angustias en 1900 y la comunidad católica organizó dos semanas para lavar la injuria en calles y Catedral

Escribir que la Virgen del Triunfo era una “puta” en el siglo XVII tenía su coste: auto de fe y morir en galeras. Al insulto de 1640 siguieron ocho meses de un programa febril de desagravios por toda Granada. Poco después, las hambrunas y epidemias de peste hicieron ver a la Virgen de Lepanto llorar durante días. Incluso se le apareció una estrella en la frente para anunciar el fin de la enfermedad; quedó convertida en milagrosa desde entonces. Eso es entendible que ocurriera en 1670-9, visto con ojos de hoy. Menos comprensible fue que, en 1900, se montara un carajal con quince días de actos de desagravios porque un deslenguado obrero blasfemó contra la patrona de las Angustias. Y para rizar el rizo de rebus virginum granatensium (*), el siglo XX concluyó con miles de paisanos peleándose por ver a una Dolorosa barroca a la que un fraile pintó lágrimas de sangre en la basílica de San Juan de Dios. Todo es posible en Granada… aunque historias similares las hubo, y las habrá, repartidas por todo el mundo.

Granada y algunas de sus vírgenes de culto católico se convirtieron en foco de atención nacional en algunas ocasiones. Unas veces por ser objeto de blasfemias/insultos gratuitos por parte de descreídos; otras, por achacársele lloros de agua o de sangre, como si las tallas de madera hubiesen cobrado vida. Supuestos hechos sobrenaturales, inexplicables, que el pueblo convirtió pronto en milagros. Sin esperar siquiera a que las investigaciones de las autoridades eclesiásticas se pronunciaran. Su prolongado silencio así lo ha propiciado.

Los cuatro casos en los que me centro en este artículo ocurrieron siempre en primavera. En tiempos de tribulaciones, tensiones sociales o malos presagios

Los cuatro casos en los que me centro en este artículo ocurrieron siempre en primavera. En tiempos de tribulaciones, tensiones sociales o malos presagios. Levantaron tremendas polvaredas que, a pesar de la ausencia de medios de comunicación escritos, dejaron abundantes rastros. Algunos, los relativos a insultos a las vírgenes de los granadinos, acabaron en duraderos procesos de desagravio por quienes se consideraban ofendidos. Afectaron a la oscuridad científica del siglo XVII que no tenía medios para desmontar rápidamente los engaños y manipulaciones. El último, ya a finales del siglo XX, fue frenado rápidamente por la jerarquía eclesiástica ante el escándalo que se había montado.

1640: Un año de desagravios por la Virgen del Triunfo

Blasfemar contra la Virgen o Cristo en pleno apogeo de la Inquisición era sinónimo de acabar incurso en auto de fe, con riesgo de morir en la hoguera, terminar la vida como galeote o ser paseado ataviado con un sambenito. En Granada se dieron bastantes casos de este tipo ya desde mediado el siglo XVI, por el simple hecho de blasfemar en público. Así es que llamar puta a la Virgen no era para tomárselo a broma. Peor aún en un momento en que Granada capitaneaba la defensa del debate inmaculista de la madre de Jesucristo, con la columna de la Inmaculada del Triunfo recién erigida en el campo que antes se llamaba de la Merced.

Era aún más grave atreverse a poner la blasfemia por escrito

Era aún más grave atreverse a poner la blasfemia por escrito. Pues esto mismo es lo que ocurrió el 6 de abril de 1640. Apareció un papel colgado en la esquina del Concejo (edificio de La Madraza) que decía: “Aunque más Trufo (Triunfo) levantes a María es pública puta de mancebía. Ciudad maldita quente dio este albitrio dete Triunfo desta sucia de María oi gare que no haya hermanos que la sirvan. Viva la ley de Moisés, que lo demás es engaño…”.

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Esquina de la Madraza, bajo el escudo de la ciudad, donde fue clavado el libelo contra la Inmaculada.

Aquello fue considerado el mayor de los agravios que se podía cometer contra una ciudad que se afanaba por borrar su pasado musulmán a toda costa. Había ocurrido en la urbe a la que vinieron todas las órdenes religiosas a abrir casa y evangelizar

Aquello fue considerado el mayor de los agravios que se podía cometer contra una ciudad que se afanaba por borrar su pasado musulmán a toda costa. Había ocurrido en la urbe a la que vinieron todas las órdenes religiosas a abrir casa y evangelizar. A principios del XVII fue habitual organizar sesiones de desagravio en iglesias y conventos granadinos, pero por insultos cometidos en cualquiera otro pueblo o ciudad de España.

Que hubiesen clavado un libelo con aquel insulto contra su Virgen era inadmisible; se comparó el hecho con la hazaña de Hernando del Pulgar, cuando durante el asedio de 1491 penetró en la ciudad todavía musulmana y clavó un cartel en la mezquita mayor con la leyenda “Ave María”. Había que buscar al autor o autores y llevarlos inmediatamente a la hoguera. Y, de paso, iniciar un largo proceso para desagraviar a la Virgen del Triunfo recién colocada en su columna.

La Inquisición tomó cartas en el asunto y convirtió a media Granada en sospechosa de herejía

La Inquisición tomó cartas en el asunto y convirtió a media Granada en sospechosa de herejía. Empezaron las detenciones de criptomoriscos, judaizantes, portugueses y extranjeros sospechosos de protestantismo.

De manera espontánea se abrió la lista de procesiones de desagravio por parte de los frailes terceros del Convento de San Francisco Casa Grande; cogieron a su Virgen del Socorro y la pasearon desde Santo Domingo hasta la Catedral, para acabar en el Triunfo, ante la columna. Esto ocurrió el 10 de abril.

Se inauguró de esta manera una serie de innumerables procesiones, casi a diario, que partían desde todos los conventos e iglesias de Granada, que por entonces ya eran muchos

Se inauguró de esta manera una serie de innumerables procesiones, casi a diario, que partían desde todos los conventos e iglesias de Granada, que por entonces ya eran muchos. Conocemos la relación completa de salidas procesionales a través de un curioso libro que nos legó el padre Luis Paracuellos Cabeza de Vaca titulado Triunfales Celebraciones. La mayoría de días de los meses de abril y mayo hubo procesiones y funciones de desagravio por todos los rincones de la ciudad. Se fueron relajando durante el calor del verano, pero volvieron a reactivarse durante el otoño.

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Cristo de los Favores levantado en 1640 en la Plaza del Realejo, trasladado después al Campo del Príncipe. A la derecha, cruz de la Plaza de Gracia (la parte del pedestal, el resto es de 1733).

Los actos de desagravio también consistieron en colocar pinturas y tablas con la imagen y el nombre de la Virgen por fachadas y rincones

Los actos de desagravio también consistieron en colocar pinturas y tablas con la imagen y el nombre de la Virgen por fachadas y rincones. Se levantaron tres centenares de cruces en la enorme explanada en que estaba convertido entonces el Campo del Triunfo; el Cristo de los Favores que hoy preside el Campo del Príncipe y la Cruz de la Plaza de Gracia también proceden de aquel desagravio.

De cara a conseguir dar con el autor del sagrado crimen, el cabildo de la Catedral organizó ocho rogativas con la Virgen de la Antigua (patrona por entonces de la ciudad) para que guiase las pesquisas de familiares y alguaciles de la Inquisición. El convento del Ángel Custodio convocó un certamen poético para ensalzar con sus textos a la Virgen mancillada.

Uno de los hechos más curiosos fue la impresión masiva de una imagen de la Virgen de la Antigua para su distribución y venta como estampa entre los devotos

Uno de los hechos más curiosos fue la impresión masiva de una imagen de la Virgen de la Antigua para su distribución y venta como estampa entre los devotos. La buriló Anna Heylan, que por entonces había heredado el taller de su padre y tenía taller grabador en pleno auge. Aquella plancha fue utilizada después para ilustrar la portada del libro de Luis de Paracuellos.

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Estampas grabadas por Anna Heylan para ser vendidas de manera individual y como portadas de libros editados en defensa de la Inmaculada.

El 13 de mayo fueron paseados la Virgen de la Antigua y el paño hallado en la Torre Turpiana en 1588, supuestamente un trozo del mando de la madre de Cristo traído por San Cecilio desde Galilea en el siglo primero

El 13 de mayo fueron paseados la Virgen de la Antigua y el paño hallado en la Torre Turpiana en 1588, supuestamente un trozo del mando de la madre de Cristo traído por San Cecilio desde Galilea en el siglo primero. Por supuesto, también se recurrió a organizar las correspondientes corridas de toros y máscaras (desfiles) de caballeros montados maestrantes.

En medio de aquel trasiego se registró el levantamiento de Barcelona, con el asesinato de su virrey, que obligó a enviar a cinco compañías de soldados de los tercios que había estacionados en Granada. Más de la mitad de ellos fueron muertos o regresaron inválidos.

No era un judío, un portugués ni un morisco oculto, sino un ermitaño de la zona del Triunfo que rebatía el concepto “a María no tocó el pecado primero”

Por fin, el 7 de junio la Inquisición pregonó por la ciudad la noticia más esperada: había llegado a averiguar, mediante su habitual sistema de tortura, el nombre del autor del infamante libelo. No era un judío, un portugués ni un morisco oculto, sino un ermitaño de la zona del Triunfo que rebatía el concepto “a María no tocó el pecado primero”.

La ciudad ardió en fuegos artificiales, músicas, tedeums, máscaras con caballos, corrida de toros en Bibarrambla. Varios días del verano continuaron larguísimos encierros de toros, con infinidad de caballos muertos y algún que otro torero y espontáneo. Se aprovechó para soltar vaquillas y becerros en cualquier rincón de la ciudad, la placeta de San Antón (actual inicio de Recogidas), por ejemplo.

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Antigua ubicación de la columna del Triunfo, trasladada al solar de la Plaza de Toros cuando fue derribada en los años sesenta.

Hasta que el 16 de diciembre se decidió poner fin a tanto acto de desagravio. Lo hicieron los dominicos en su convento de Santa Cruz la Real con un espectacular auto de fe. El principal encausado fue el ermitaño del Triunfo que había escrito el libelo llamando puta a la Inmaculada. A todos aquellos infelices del auto de fe los condenaron a penar sus pecados en galeras reales durante los diez siguientes años. No hay noticia de que el blasfemo regresara.

Hubo más de un centenar de asesinatos en la ciudad, entre ellos los de tres niñas violadas. El libelo anti-inmaculista vino al pelo como válvula de escape

Había acabado, por fin, casi un año de tensión y exaltación de los granadinos contra quien osó insultar a su Virgen. En aquel clímax de agitación ciudadana seguro que influyó el miedo provocado por una serie de terremotos con que comenzó el año, las levas de mozos granadinos para las guerras de Cataluña, los continuos desembarcos berberiscos en pueblos costeros, la falta de pan en los hornos y las continuas derrotas de los ejércitos españoles a manos francesas y holandesas. Hubo más de un centenar de asesinatos en la ciudad, entre ellos los de tres niñas violadas. El libelo anti-inmaculista vino al pelo como válvula de escape.

1670-79: Los lloros y la estrella de la Virgen de Lepanto

Granada volvió a convertirse en foco de atención de toda España y parte de Europa cuando se supo que su famosa Virgen de Lepanto, la del Rosario de Santo Domingo, lloraba y tenía la cara mojada. Además, pocos años más tarde se le apareció una estrella sobre la frente. Era una de las imágenes de mayor veneración desde que en 1571 la tradición contaba que había sido llevada a la batalla de Lepanto en la nave capitana de Don Álvaro de Bazán. Y que habría contribuido decisivamente a la derrota turca.

La imagen de la Virgen del Rosario apareció con lágrimas en los ojos y las mejillas mojadas

Todo comenzó el domingo de Pascua de 1670. En medio de una situación de hambruna considerable, algunos desastres naturales y con una epidemia de peste que se cernía por tierras andaluzas. La imagen de la Virgen del Rosario apareció con lágrimas en los ojos y las mejillas mojadas. Así lo aseguraban las dos camareras que se disponían a bajar la imagen y colocarla en las andas para una procesión. Dijeron que, además, la cara de la imagen estaba entristecida y quería echar a llorar. Empezaron a dar voces que alarmaron a otros religiosos de la iglesia de Santo Domingo.

Pronto corrió el rumor por la ciudad y la gente se agolpó deseando contemplar el prodigio. En aquella ocasión intervino el arzobispo de inmediato, Diego Escolano, que ordenó formar una comisión investigadora para calificar el hecho. Las fuentes de la época aseguran que la imagen estuvo llorando casi dos días, aunque otras alargaron el periodo durante todo el mes de abril de 1670.

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Virgen del Rosario o de Lepanto, en su camarín de la iglesia de Santo Domingo.

Fueron llamados a analizar la imagen los mejores plateros, sederos, escultores y pintores de imágenes del momento, además de canónigos de la Catedral. Entre los artistas de fama se contó con la opinión de Atanasio Bocanegra, Pedro de Raxis y Juan Vélez de Ulloa. Por allí desfiló la mayor parte de nobles e ilustrados parroquianos del Realejo, incluido el erudito Pedro Granada Venegas. La inmensa mayoría concluyeron que no había argumentos lógicos para explicar que una talla de madera pudiese resudar, humedecer su cara e incluso desprender lágrimas. Por tanto, debía ser algo de origen sobrenatural.

La comisión de calificación de aquel supuesto milagro continuó sus trabajos de manera parsimoniosa

La comisión de calificación de aquel supuesto milagro continuó sus trabajos de manera parsimoniosa. En medio, el pueblo ya había incluido a la Virgen del Rosario en su nómina de santas milagrosas. Justo dos años más tarde, cuando el arzobispo Escolano iba a emitir su bula declarando probado el milagro, le sobrevino la muerte (4 de septiembre de 1672). Su sucesor fue un monje cisterciense que no quiso proseguir con la causa.

Aquellos años seguía enseñoreándose la epidemia de peste por Granada. Los muertos caían como chinches (se calcula más de 3.000 fallecidos). La Virgen de Lepanto era recurso habitual para los creyentes, que le pedían intercesión ante la enfermedad. Por eso, el 26 de junio de 1679, se decidió procesionar en rogativa a varias imágenes por la ciudad de Granada (San Roque, Cristo de San Agustín, las Angustias, la Antigua…) y también la Virgen del Rosario en dirección al Hospital Real, que estaba atestado de gente con bubas y agonizando.

En aquella procesión se registraron dos supuestos hechos incomprensibles para las mentes de la época: a la Virgen del Rosario le apareció dibujada en la frente una estrella de cinco puntas, como si se tratase de una luz láser actual, y al Cristo de San Agustín le sobrevoló una paloma blanca

En aquella procesión se registraron dos supuestos hechos incomprensibles para las mentes de la época: a la Virgen del Rosario le apareció dibujada en la frente una estrella de cinco puntas, como si se tratase de una luz láser actual, y al Cristo de San Agustín le sobrevoló una paloma blanca. Al día siguiente empezó a remitir la epidemia de peste y en adelante la Virgen de Lepanto fue ensalzada como milagrosa. Comenzó una frenética actividad en torno a ella que duró casi un siglo para construirle el que pasa por ser el camarín barroco-rococó más impresionante de España.

Una estrella de plata, rememorando la luminosa, permaneció sobre la frente de esta imagen durante muchísimo tiempo después.

1900: las Angustias ofendida y desagraviada

El siglo XX empezó en Granada como acabó el anterior, es decir, con una clase obrera muy numerosa, hambrienta y viviendo apiñada en barrios populares. Frente a ellas, unas clases medias y altas acomodadas que exhibían cierta opulencia. Empezaba a arraigar el socialismo y se fortalecía el republicanismo. En aquel contexto apareció a principios de 1900 la sociedad gremial La Obra. Se trataba de un movimiento asociativo que caló pronto entre las clases trabajadoras y gentes de ideología progresista. Era una mezcla de sindicato, escuela de formación, agrupación cultural, lugar de ocio, etc. La presidía el catedrático de Medicina Rafael García-Duarte González (1865-1938). Tenía carácter laico y aconfesional. En el primer trimestre de 1900 se afiliaron a La Obra nada menos que 2.030 obreros de todas las ramas. Y cuando llegó el 1º de mayo ya eran más de 4.000 los socios/as.

Enfrentados a aquella iniciativa obrera, progresista y laica (no anticlerical) se encontraban los poderes conservadores y ultracatólicos tradicionales

Enfrentados a aquella iniciativa obrera, progresista y laica (no anticlerical) se encontraban los poderes conservadores y ultracatólicos tradicionales. Desde su periódico de cabecera, El Triunfo, empezaron pronto a arremeter contra La Obra por entender que era un nido de anticlericales. Era cierto que los había dentro de la agrupación gremial, pero no eran ni mucho menos la inmensa mayoría. Sus intereses eran más de tipo laboral y económico que de lucha religiosa.

El 1º de mayo de 1900, Fiesta del Trabajo, convocaron una huelga general para exigir mejoras de tipo sociolaboral. La Obra convocó un mitin en el antiguo Teatro Alhambra (situado en el barrio de la Virgen, donde después estuvieron el Garaje Alhambra y los baños de Don Simeón). El edificio de madera se llenó a rebosar aquella tarde, con unas 4.000 personas, incluida la presencia de bastantes mujeres que trabajaban en oficios manuales. Por el atril fueron desfilando los principales líderes de lo que hoy equivaldría a sindicatos o asociaciones. Todos ellos pronunciaron palabras típicas de la lucha de clases.

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Plano de 1909 donde se ve el primer Teatro Alhambra (1897-1920), cerca del Banco del Salón. Era de madera y de enorme capacidad.

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El solar del Teatro fue reconvertido en 1923 en Garaje Alhambra, para un centenar de coches. Después, parte del solar pasó a ser Baños de Don Simeón. GRANADA GRÁFICA

Hasta el punto de que el periódico republicano por excelencia, El Defensor de Granada, no quiso reproducir las frases contra los santos y puso un paréntesis en su crónica: (Aquí pronuncia el orador frases poco inmeditadas que causaron en muchos de los oyentes hondo desagrado)

Hasta que tocó el turno a Antonio Jiménez Caballero, obrero de la construcción. Era buen orador, su discurso fue de los más incisivos. Pero se fue calentando hasta meterse en terreno resbaladizo. Lamentó que desde los ricos y católicos se atacara a los obreros diciendo que como tales también eran ateos y no creían en Dios. Había que derribar a los dioses de los pedestales. “Sí creemos en el Dios justiciero -puntualizó-, de la bondad, de la virtud, en el Dios creador, pero no en el que pintan algunas religiones, puesto al servicio de unos cuantos…” Llegado este punto, se cagó en la puta Virgen de las Angustias y en su hijo Jesucristo.

Aquella expresión levantó primero un silencio sepulcral y después un rumor ronco. El presidente Rafael García-Duarte llamó la atención al obrero Jiménez Caballero por su mal gusto. Hasta el punto de que el periódico republicano por excelencia, El Defensor de Granada, no quiso reproducir las frases contra los santos y puso un paréntesis en su crónica: (Aquí pronuncia el orador frases poco inmeditadas que causaron en muchos de los oyentes hondo desagrado).

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Párrafo autocensurado por ‘El Defensor’ que contenía los insultos a los santos.

Antonio Jiménez Caballero encendió una mecha en el poderoso mundo católico granadino de entonces que se extendió con rapidez. De ello se encargó el periódico El Triunfo en los días siguientes. Este diario portavoz de los católicos arreció en su campaña contra La Obra y quienes acudían a ella. Campaña que duró durante los seis años que se prolongó aquella potente iniciativa gremial granadina.

Los devotos de la Patrona más ofendidos montaron aparatosas funciones para limpiar los pecados de los miembros de La Obra y, sobre todo, las palabras del cabecilla Antonio Jiménez Caballero

La reacción de los ultracatólicos fue organizar un repleto programa de desagravios para la Virgen de las Angustias. Los devotos de la Patrona más ofendidos montaron aparatosas funciones para limpiar los pecados de los miembros de La Obra y, sobre todo, las palabras del cabecilla Antonio Jiménez Caballero. Capitaneó la iniciativa el presbítero Ángel Nieto Pedregal.

El primero en responder fue el arzobispo José Moreno y Mazón. Se encontraba reponiéndose de una enfermedad en Alhaurín de la Torre y, desde allí, envió una pastoral a los granadinos exhortándoles a que desagraviaran a su patrona. La carta arzobispal comenzaba diciendo “… me han llegado, como rugido de enfurecidos leones, las abominables blasfemias vomitadas en nuestra amadísima y piadosa ciudad contra María Santísima de las Angustias (…) nuestro corazón ha recibido dolorosa herida (…) pero tengan en cuenta los que ofenden a esa Madre amorosa, que su Divino Hijo no dejará impunes los ultrajes que se le hagan… Dios mío, el desventurado que blasfemó contra vuestra Madre el día 1º de Mayo en la reunión de La Obra no es, no puede ser hijo de Granada; no ha podido crecer a la sombra del manto protector de la Virgen de las Angustias…”

La comunidad católica le secundó organizando un magno programa de desagravio que comenzó con una procesión hasta la Catedral el día 12 y se prolongó durante los quince días siguientes

La comunidad católica le secundó organizando un magno programa de desagravio que comenzó con una procesión hasta la Catedral el día 12 y se prolongó durante los quince días siguientes. Se sacó la imagen de las Angustias de su basílica y se llevó en procesión hasta la Catedral, seguida de miles de personas y en medio de cánticos y rezos. Desde los balcones caían pétalos de flores hasta cubrir los empedrados y calles terrizas. Fueron sacadas bandas de música y coros de niños cantores en las principales intersecciones. Los alumnos de las Escuelas del Ave María tuvieron una presencia principal, con el Padre Manjón a la cabeza. Se imprimieron infinidad de banderolas que las gentes agitaban por las calles con la inscripción “Reina de los ángeles”. Al frente de la procesión iba un piquete de la Guardia Civil con traje de gala.

Se le cantó una salve, se le rezó y se pronunciaron discursos afirmando que España no había perdido la fe y que en Granada no habría lugar para plantar los venenosos árboles del protestantismo y de otras falsas creencias

La imagen de la Patrona fue colocada junto al altar de la Catedral. Se le cantó una salve, se le rezó y se pronunciaron discursos afirmando que España no había perdido la fe y que en Granada no habría lugar para plantar los venenosos árboles del protestantismo y de otras falsas creencias.

Al día siguiente, el 13 de mayo, muy temprano la gente se agolpó en la capilla mayor en torno a la Virgen, que había dormido en la Catedral. El cabildo catedralicio recibió en la puerta a las representaciones de las corporaciones oficiales y sociales: allí estaba el Ayuntamiento, el Gobierno Civil, la judicatura, la milicia, los abogados, la Diputación, la Real Maestranza de Caballería, las Hijas de la Caridad, las Mercedarias, las Hijas de María. Las crónicas de los periódicos contaban que nunca se había visto tanta gente en una procesión por Granada.

Y se acabó entonando el Tota Pulcra para la Patrona, con lo cual se daba por limpiada la blasfemia de Antonio Jiménez Caballero

El deán de la Catedral, por ausencia del arzobispo, procedió a oficiar una solemne misa de desagravio. Se pidió clemencia para el blasfemo y perdón para aquellos que no saben lo que hacen. Y se acabó entonando el Tota Pulcra para la Patrona, con lo cual se daba por limpiada la blasfemia de Antonio Jiménez Caballero.

Mas, para completar el desagravio a las Angustias se decidió que la Virgen permaneciera en la Catedral durante los quince días siguientes. Para permitir que fuesen a visitarla y a rezarle las gentes de toda la ciudad y de la provincia. Cada día se sucedieron misas y cánticos de Magnificat. La estancia se convirtió en una ofrenda floral continuada de dos semanas. Hasta que el 27 de mayo, por la tarde, volvió a organizarse la procesión de regreso a su Basílica.

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Jiménez Caballero encabezó la candidatura a diputado en las elecciones generales de 1901. Sufrió boicot: obtuvo 1.446 votos frente a los 1.657 del segundo de la lista.

Toda la comunidad católica y oficial granadinas se había movilizado por culpa de una blasfemia pronunciada por un exaltado en un mitin. El arzobispo ya había pedido en su carta pastoral que no se olvidaran del autor del insulto a las Angustias. Y la ocasión para vengarse de él se presentó pronto, en las elecciones generales de mayo de 1901. El obrero Antonio Jiménez Caballero había cobrado fama entre sus seguidores, de manera que consiguió encabezar la Candidatura Obrera al Congreso de los Diputados por el distrito de la capital. Le seguía Gabriel Llaneli Álvarez, sombrerero de profesión, quien sí se declaraba abiertamente católico.

El censo de electores católicos se movilizó para evitar que Jiménez Caballero saliese elegido diputado; dieron más votos a Llaneli que al cabeza de lista obrera

El censo de electores católicos se movilizó para evitar que Jiménez Caballero saliese elegido diputado; dieron más votos a Llaneli que al cabeza de lista obrera. De todas formas, ninguno de los dos miembros de la Candidatura Obrera consiguió acta de diputado nacional, los tres puestos de la capital fueron para miembros de la Liga Agraria (el censo electoral por entonces estaba restringido a los grandes contribuyentes). Sin embargo, Jiménez Caballero consiguió ser concejal del Ayuntamiento de Granada en años sucesivos como socialista republicano. En 1903 fue miembro fundador de Unión Republicana. Fue presidente de La Obra entre enero de 1904 y su disolución en diciembre de 1906. Los obreros católicos empezaron a abandonar la institución, no debieron perdonarle su salida de tono con la Patrona.

1982: la Dolorosa que lloró sangre

Los maduros del lugar conocimos hace poco más de cuatro décadas otro caso de virgen con ojos que le lloraban sangre. Estampa propia de siglos muy anteriores, extraña para tiempos modernos, pero ocurrió relativamente reciente: el 13 de mayo de 1982. Era la Virgen de las Lágrimas de la Basílica de San Juan de Dios, en la calle del mismo nombre. En realidad, esta imagen de la Dolorosa no fue bautizada así en aquel momento, ya era conocida por ese calificativo desde que la esculpió alguien de la escuela de los hermanos Diego y José de Mora, allá por principios del siglo XVIII. Siete lágrimas transparentes como cristal descienden de sus ojos.

Poco antes de las ocho de la mañana de aquel día de la Virgen de Lourdes de 1982, fray Fernando Villanueva, capellán de la iglesia de San Juan de Dios, procedió a abrir las puertas y encender luces y velas para la misa de ocho

Poco antes de las ocho de la mañana de aquel día de la Virgen de Lourdes de 1982, fray Fernando Villanueva, capellán de la iglesia de San Juan de Dios, procedió a abrir las puertas y encender luces y velas para la misa de ocho. La capilla primera de la izquierda, según se entra, está dedicada el Ecce Homo (fondo) y una hornacina acristalada (derecha) custodiaba nuestra imagen de la Virgen de las Lágrimas. Se trata de una imagen de vestir, de solo cabeza y manos, en tanto el cuerpo es una estructura de mimbre. La talla es una obra barroca de muy hermosa factura, bastante conseguida, de expresión de dolor profundo.

Llevaba colocada en esta capilla desde 1976, en que un particular la vendió a la Orden Hospitalaria por 200.000 pesetas. El entonces rector de la Basílica y superior de la Orden en Granada, fray Ernesto Ruiz Ortega, acondicionó el trastero de acceso al campanario para convertirlo en capilla de su devoción tras haberla adquirido. Encargó la restauración de la cara al pintor Manuel López Vázquez en 1979, cuando éste preparaba su serie “Caminos del Santo en Granada (27 cuadros)”.

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Foto de la Dolorosa tomada por Modesto Velasco cuando la tenía en su casa.

Sus mejillas aparecían surcadas por varios chorreones como lágrimas, pero no eran de agua, sino de sangre muy roja que aparentaba estar todavía fresca

El capellán Fernando Villanueva fue el primero en reparar en que algo raro le ocurría a la imagen aquella mañana. Sus mejillas aparecían surcadas por varios chorreones como lágrimas, pero no eran de agua, sino de sangre muy roja que aparentaba estar todavía fresca. Corrió a avisar al rector Ernesto Ruiz Ortega. Todo fueron nervios, emociones y extrañezas; los cinco miembros de la comunidad religiosa buscaron por los rincones, a ver si alguien se había quedado escondido por la noche y perpetrado la trastada. Revisaron la cristalera que protegía la hornacina; no había signos de haber sido manipulada. Comprobaron que la única llave continuaba escondida en el cajón donde la custodiaba personalmente el rector. Todo estaba en orden. No parecía una manipulación exterior. Alguien concluyó que, si no había intervenido mano humana, aquello podría ser sobrenatural.

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Imagen de la Dolorosa con lágrimas en su rostro. El pañuelo de su mano izquierda, manchado también unos días antes, ya había sido sustituido.

¡Milagro, milagro! ¿Quién sería el que pronunció la palabra clave? La iglesia empezaba a acoger a los primeros feligreses para la misa matinal. En cuestión de minutos las lágrimas de sangre que chorreaban de los ojos de la Virgen de las Lágrimas parecieron alargarse hasta la acera de la calle, a las tiendas que empezaban a abrir, a los transeúntes de la calle San Juan de dios, a los pisos de alrededor… hasta que alguien llamó a una emisora de radio.

A media mañana había miles de personas agolpadas en la puerta de la Basílica de San Juan de Dios queriendo ver el milagro de la Virgen que lloraba sangre

A media mañana había miles de personas agolpadas en la puerta de la Basílica de San Juan de Dios queriendo ver el milagro de la Virgen que lloraba sangre. La policía tuvo que cortar el tráfico en la calle y habilitar un pasillo vallado para evitar peleas entre gente que se colaba. La fila empezó a crecer y engrosarse hasta los jardines del Triunfo. A primera hora de la tarde llegaban procesiones desde los pueblos, en coches particulares, taxis y algún autobús fletado al efecto. A las 21,30, cuando se decidió cerrar la iglesia a las visitas, se calculó que habían pasado unas 30.000 personas a la capilla; otras tantas quedaban frustradas haciendo cola. La protesta se generalizó y representaciones en comandita marcharon al Arzobispado y a los periódicos a protestar y exigir su derecho democrático a contemplar el milagro de la Virgen que lloraba sangre.

Varios representantes de la Curia se presentaron a echar un vistazo; también se acercaron médicos hematólogos con la intención de tomar muestras, pero una parte del populacho se lo impidió porque ya había dictado sentencia: era un milagro, sin ninguna duda

Los plumillas de entonces poníamos el oído en las colas y entre las autoridades eclesiásticas. Por los comentarios, bulos, suposiciones y medias verdades se consiguió saber que el tranquilo arzobispo José Méndez Asensio estaba sorprendido y desbordado, pidió calma mediante un comunicado afirmando que el tema sería estudiado por una comisión de expertos. Varios representantes de la Curia se presentaron a echar un vistazo; también se acercaron médicos hematólogos con la intención de tomar muestras, pero una parte del populacho se lo impidió porque ya había dictado sentencia: era un milagro, sin ninguna duda.

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Comunicado del Arzobispado pidiendo calma.

Empezamos a saber que la Virgen de las Lágrimas había residido en el pueblo de Albuñuelas durante el siglo XIX, se salvó de ser aplastada por el terremoto de 1884 que desplomó la casa de su dueña. Hacia 1918 había sido trasladada a Granada. Y en los años sesenta había sido heredada por Modesto Velasco Puertas, conocido agente de policía y fotógrafo. La talla presidía su casa y su numerosa familia, donde la consideraban un miembro más. Le achacaron una intervención milagrosa cuando el benjamín de la casa se atiborró de medicamentos y acabó varios días en la UVI. Incluso la imagen había sufrido daños en una ceja por derribo del mueble que la contenía. Hasta que, en 1976, Modesto Velasco la vendió a sus vecinos de parroquia, porque allí estaría mejor. Surgió polémica al respecto, ya que Modesto -tras conocer el supuesto milagro- sostenía que la había dejado en depósito, en tanto el prior aseguraba que le pagó 200.000 pesetas (sin mediar recibo) y que se había gastado otro tanto en adecentarle capilla. “¿Cómo si no iba yo a hacer una cuestación y gastar tanto en la hornacina para una imagen prestada?” -aducía fray Ernesto por entonces para demostrar su propiedad-.

En los pocos años que estuvo en esta capilla, la Virgen de las Lágrimas cogió fama de milagrera. Siempre había gente rezándole y arrimándole flores

En los pocos años que estuvo en esta capilla, la Virgen de las Lágrimas cogió fama de milagrera. Siempre había gente rezándole y arrimándole flores. El Jueves Santo de 1980 una señora se dirigió a él para comunicarle que había visto llorar a esta Virgen. El prior añadió que el viernes de dolores anterior ya había aparecido manchado de sangre el pañuelo de su mano izquierda; se lo retiró y calló para no llamar la atención. Don Ernesto insistió en que se le achacaba intervención en otros recientes hechos milagrosos, que no había querido difundir hasta entonces para que no le llamaran loco.

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Dos de las miles de copias en varios tamaños que vendió Manuel Aguilar a demanda de los fieles en la primavera-verano de 1982. M.A.S.

Y la bola empezó a crecer en los medios de comunicación. Durante los siguientes días llegaron a Granada periodistas, estudiosos y enfermos desahuciados de toda España

Y la bola empezó a crecer en los medios de comunicación. Durante los siguientes días llegaron a Granada periodistas, estudiosos y enfermos desahuciados de toda España. Por aquellos días se publicaban tres periódicos locales: Ideal, Patria y Diario de Granada. Ideal fue cauto, recogió testimonios y siguió directrices de su propietario (la Editorial Católica); Patria efectuó un despliegue espectacular de espacio, con sus mejores redactores dedicados al tema y encuestas a pie de calle. Diario de Granada, con solo una semana de existencia, era un periódico de izquierdas, muy ligado al PSOE. Fue el más crítico e incrédulo ante lo que estaba ocurriendo; entre líneas apuntaba a un fraude en toda regla, relacionado seguramente con la ola que se avecinaba en la política española. Se aconsejó del teólogo jesuita José María Castillo, quien dijo claramente que “estas cosas se prestan a fraude”. Tan sólo dos días más tarde vendría el líder socialista Felipe González a dar un mitin masivo, con decenas de autobuses siguiéndole. Y los “rojos” anunciaban su hegemonía en la autonomía para las cuatro décadas siguientes.

Acudían vendedores de todo tipo de productos a surtir a las colas, especialmente de comida y ramos de flores. Una revista de fuera compró un retrato de la cara ensangrentada al fotógrafo de enfrente; la gente que lo vio salir corrió a pedir copias. Al final, el laboratorio de Manuel Aguilar estuvo vendiendo varios millares de retratos durante las siguientes semanas.

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Portada de Patria.

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Portada de Ideal.

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Portada de Diario de Granada.

El Arzobispado y la Orden Hospitalaria llegaron muy pronto a la conclusión de que el entorno de probables manipuladores de la imagen se reducía más un punto que una circunferencia. Y residía muy cerca

El arzobispo José Méndez Asensio y sus asesores permitieron que la Basílica siguiera abierta y la Virgen a la vista del público, que continuaba agolpándose a las puertas. Pero sólo pocos días. Las investigaciones de los expertos pronto aconsejaron retirar la imagen porque el asunto se había ido de las manos a quien sólo pretendía atraer unos cuantos fieles. La Dolorosa de las lágrimas fue examinada por expertos; tomaron raspaduras de la pintura en la mejilla o sangre seca; se empezó a estrechar el círculo de personas que tenían acceso a la imagen. El Arzobispado y la Orden Hospitalaria llegaron muy pronto a la conclusión de que el entorno de probables manipuladores de la imagen se reducía más un punto que una circunferencia. Y residía muy cerca.

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Comparativa. Imagen tomada por M. Aguilar la mañana del 13 de mayo. Dcha., foto posterior tomada  por los expertos en la que el chorreón más largo ya se ve raspado y el punto de terminación del segundo ha desaparecido, seguramente tras coger muestras para analizar la naturaleza de la pintura.

Las autoridades eclesiásticas no llegaron a hacer público el resultado final de sus investigaciones. Hicieron un pacto de silencio para que no se volviera a hablar más del asunto

Las autoridades eclesiásticas no llegaron a hacer público el resultado final de sus investigaciones. Hicieron un pacto de silencio para que no se volviera a hablar más del asunto. La imagen fue enviada en buena custodia a la Casa de los Pisa, donde continúa en tal estado desde entonces. Hubo algunos traslados de frailes de la Orden y alguna reprimenda. Sobre todo, a quien se le fue la mano con la jeringuilla del líquido rojo. Fray Ernesto Ruiz y la Orden sufrieron menoscabo por aquel desliz; precisamente el más afectado fue el prior, quien era muy conocido y reconocido en la ciudad: primero como director de la residencia San Rafael, que se encargó de buscar financiación para derribarla y construir el actual hospital (1974-77). También recuperó la Casa de los Pisa (1977) como museo con gran cantidad de obras de arte; promovió las Residencias de San Juan de los Reyes y calle Convalecencia. Además de obras importantes en la Basílica. Desde el inicio de su mandato en Granada fue hombre de carácter, hasta el punto de abrir una polémica con la Diputación sobre el Hospital Provincial; acusó a la institución de habérselo robado a la Orden. Se atrevió incluso a coproducir la película biográfica El hombre que supo amar, sobre los inicios de Juan Ciudad en el siglo XVI; con su recaudación empezó a financiar la Residencia de ancianos. Aunque el resultado final de aquella aventura cinematográfica acabó convertido en un fiasco.

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El prior Ernesto Ruz mostraba su opinión de lo ocurrido al periodista José García Martín. PATRIA.

Pero los burdos regueros que simulaban sangre en la talla de los Mora cayeron como un baldón en su brillante trayectoria como religioso y hospitalero

Pero los burdos regueros que simulaban sangre en la talla de los Mora cayeron como un baldón en su brillante trayectoria como religioso y hospitalero. Fray Ernesto ya no volvió a ser el mismo que hasta entonces. Durante su apartamiento de meses siguientes se centró en la publicación de “La Granada de San Juan de Dios”. En su libro mostró especial predilección por esta Virgen. Curiosamente, y a pesar de ser impreso en 1983 (tras el asunto de las lágrimas de sangre), no modificó el párrafo dedicado a la capilla de la Virgen de las Lágrimas. Su texto dice: “Junto al cancel… hace pocos años se hizo una capilla pequeña. Tiene magníficas puertas de caoba de la misma factura que el cancel. Al fondo, encajado en retablo moderno, un óleo del Ecce Homo, de escuela alemana; en hornacina, a la derecha, una imagen de Dolorosa, en media figura, de vestir, atribuida a los Mora y que el pueblo fiel conoce por la Virgen de las Lágrimas. (Recemos ante ella una Salve).”

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Capilla en la actualidad, con el Ecce Homo en su lugar y la hornacina ocupada por una pequeña dolorosa.

Fray Ernesto falleció el 23 de mayo de 2004, a los 82 años, tras 62 de vida religiosa y 30 en cargos dentro de la Orden en Granada.

Considero que hoy, ampliamente superada aquella enajenación puntual del protagonista, ha llegado el momento de dar a conocer los detalles que rodearon el hecho. De manera oficial y sin ningún tipo de complejo por parte de la reconocidísima y prestigiada Orden Hospitalaria y del Arzobispado de Granada. Para que la Historia no se continúe escribiendo con algunos renglones torcidos. Y, de paso, volver a reponer en su hornacina esa hermosa obra de arte barroca que es el busto de la Virgen de las Lágrimas. (Esta hornacina fue ocupada en 1992 por reliquias de mártires de la Orden, momentáneamente, y en la actualidad hay otra pequeña virgen de poca calidad artística).

Llamada:

(*) Sobre acontecimientos en torno a las vírgenes granadinas.

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