La Conferencia Episcopal Tarraconense, que reúne a los 10 obispos catalanes de las provincias eclesiásticas de Barcelona y Tarragona, ha prometido esta mañana dar un paso en firme para imponer al clero la obligación de denunciar ante la Fiscalía los casos de abusos sobre los que tenga noticia.
En una nota hecha pública tras finalizar la reunión que han mantenido los dos últimos días, los obispos suscriben su “firme compromiso con el cumplimiento de la legislación vigente canónica y civil”. Esto pasa por “poner en conocimiento del Ministerio Fiscal los hechos ocurridos que pudiesen constituir [un] delito contra la libertad e indemnidad sexual para la valoración jurídica que corresponda”. También “instar a las víctimas a que denuncien los hechos ante las autoridades civiles”. Por último, la Conferencia se compromete a “informar a la Congregación para la Doctrina de la Fe de cualquier caso de abuso fundamentado”.
Tras décadas de silencio y encubrimiento, la Iglesia española ha empezado en los últimos meses a cambiar su posición sobre los abusos sexuales a menores ante la avalancha de denuncias surgidas. La Conferencia Episcopal Española anunció el pasado otoño su intención de actualizar sus protocolos con el objetivo de que obispos o sacerdotes estén obligados a notificar a la fiscalía las denuncias que reciban.
El protocolo de la Conferencia Episcopal vigente desde 2010 señala tan solo que “la autoridad eclesiástica invita o aconseja a las víctimas a denunciar ellos mismos los hechos ante la policía, el ministerio fiscal o el juzgado”.
Hasta la fecha, la Iglesia española ha tapado los casos de pederastia cometidos por sus miembros. En algunos casos, abría procedimientos en sus tribunales eclesiásticos, pero estos se mantenían en secreto. En otros, simplemente adoptaba medidas como cambiar al responsable de lugar de sacerdocio o responsabilidad.
Los obispos catalanes afirman que los casos conocidos en los últimos meses les “llenan de vergüenza y dolor”. “Pedimos perdón a las víctimas y nos solidarizamos con su dolor, y también a todas las personas a las que el conocimiento de estos hechos ha escandalizado”, recoge la nota.
“Sufrimos y rezamos por las víctimas, que han quedado marcadas en su vida”, aseguran los obispos, que hacen un llamamiento a que en todas las celebraciones del próximo 6 de marzo, Miércoles de Ceniza, “se rece y ayune de forma especial por las víctimas de los abusos”.
Entre los casos recientes conocidos en Cataluña destacan los abusos cometidos en el monasterio benedictino de Montserrat por el monje Andreu Soler, que fueron encubiertos por al menos dos abades de la institución religiosa.
También los protagonizados por el párroco de Vilobí d’Onyar (Girona) y profesor del colegio del Opus Bell-lloc, mossèn Tomàs. Estos se prolongaron durante tres décadas pese a que ya en los años 70 cargos municipales alertaron al Obispado de Girona de la queja de una familia.
En Tarragona, dos párrocos abandonaron sus labores sacerdotales tras aflorar abusos a menores cometidos por ellos. En medio de la tormenta, el arzobispo, Jaume Pujol, presentó su dimisión ante el vaticano, aunque alegó que esto se debía a que había cumplido los 75 años, edad en la que las leyes canónicas prevén este paso.