Inmigrantes creen que las iniciales sospechas sobre el signo islámico del ataque revelan prejuicios | Rania, nacida en Iraq, sintió hostilidad al ir al supermercado justo después de la bomba | “Para un musulmán, Noruega es el mejor país del
De ser observados como potenciales culpables, los musulmanes han resultado ser el objetivo indirecto de los ataques que el viernes sembraron muerte y destrucción en la hasta ahora pacífica Noruega. A medida que avanzan las investigaciones, se van conociendo más detalles sobre el espeluznante universo racista e intolerante que alimentó la mente del agresor, cuyo objetivo final era erradicar la presencia musulmana de Europa.
Alto, rubio, ojos claros, noruego hasta la médula. Ciertos prejuicios hicieron que esta no fuera la descripción que muchas personas esperaban de él el viernes por la tarde, justo después de que un coche hiciera explosión en el centro de Oslo. "Sólo 30 minutos después de la bomba, ya empezaron a circular rumores diciendo que podía tratarse de un grupo islámico", recuerda Rania al Nahi, de 29 años y origen iraquí, que poco después de lo ocurrido salió al supermercado y sintió cómo algunas personas la miraban "con odio en sus ojos, no sólo a mí sino a todos los que teníamos el pelo y la piel oscura". "En ese momento –relata–, me asusté al pensar en los prejuicios y la reacción que la gente podía llegar a tener" si las especulaciones se confirmaban.
Para ella, el hecho de que no haya sido así finalmente demuestra lo irrazonable que resulta prejuzgar a las personas en función de la religión o el color de la piel. "Espero que en el futuro desaparezcan estos prejuicios con los que a veces se mira a los musulmanes, sobre todo después del 11-S". Nacida en Iraq, llegó a Noruega a los cuatro años. Casada con un noruego, pertenece al Partido Laborista, cuyos seguidores más jóvenes han sido las principales víctimas de la masacre. "Llevo 25 años en este país y pensaba que en todo este tiempo había mejorado la relación entre la población local y las minorías. Sin embargo, no siempre es así".
La misma opinión tiene Mehtab Afsar, secretario general del Consejo Islámico de Noruega. "Siempre he dicho que para un musulmán, Noruega es el mejor país del mundo para vivir. Sin embargo, después de lo que ha pasado, es difícil repetir esta frase", admite, subrayando que parte de la culpa de la creciente hostilidad antiislam la tiene "el modo en que los medios de comunicación abordan este tema, especialmente después de la publicación de las caricaturas de Mahoma".
Junto a los atentados del 11-S, este fenómeno impulsó la propagación del sentimiento antimusulmán. En tan sólo diez años, los partidos populistas han pasado de ser fuerzas minoritarias a ocupar un papel cada vez más importante en la política escandinava. El autor de la matanza, de hecho, fue miembro del Partido del Progreso, la segunda fuerza política, cuya advertencia contra la "islamización" es una de sus principales consignas. Junto a ellos empezaron a surgir movimientos ciudadanos hostiles al islam como Stop a la Islamización de Europa, con filiales en Noruega y Dinamarca, o la Liga de Defensa Inglesa, caracterizadas por sus duras arengas contra los musulmanes.
Este fue el caldo de cultivo en el que Anders Breivik maquinó sus mortíferos proyectos. Sus teorías para acabar con la sociedad multicultural han aterrorizado a muchos musulmanes. A pesar de ello, la mayoría prefiere pensar que se trata de un caso aislado. "Por supuesto que hay gente con ideas extremas, pero no hasta el punto de llegar a poner bombas y matar personas", confía Rania. Por su parte, Mehtab Afsar destaca que Noruega es ante todo un país "abierto, transparente y pacífico" y que, tras lo ocurrido, lo importante es "no rendirse y seguir trabajando para favorecer la integración, la paz y la armonía".
De las bombas de Afganistán al terror en Utøya
Entre los cientos de jóvenes que el viernes se hallaban en la isla de Utøya había muchos inmigrantes, algo que no es extraño en las actividades que organiza el Partido Laborista noruego. Una buena parte de ellos perdió la vida. Otros, sin embargo, consiguieron sobrevivir a la matanza. Este es el caso de Husein Kazemi, un solicitante de asilo afgano que llegó al país escandinavo hace dos años. Tras escapar indemne de los tiroteos y las bombas en su Herat natal, los caprichos del destino hicieron que resultara herido en la idílica isla de Utøya, que de paraíso en la Tierra pasó a convertirse en un infierno. Con heridas en un brazo y las dos piernas, Kazemi se recupera de las heridas en un hospital noruego.