La comunidad islámica de aquí reclama su «derecho» a entrar en la gestión del monumento. Lamenta no estar en la promoción para que sea maravilla.
COMENTARIO: Un ejemplo de confusión entre las creencias y la participación ciudadana; entre las comunidades y los derechos de las personas. Hay quienes piensan que por ser musulmanes, en este caso, también los hay entre los católicos, por no decir entre los judíos, tienen derecho al legado de quienes en otro tiempo también tuvieron esa creencia. Así los judíos reivindican un Estado en Israel, y algunos musulmanes, Granada. Un grupo de musulmanes granadinos, hay otros que no, piensan que porque la Alhambra sea un monumento de cuando el Islam era religión dominante en estas tierras, les da derecho a los actuales musulmanes a ser tenidos en cuenta como tal comunidad religiosa, e incluso a reivindicar la propiedad del monumento.
Los musulmanes afincados en Granada sienten que el Patronato de la Alhambra «ignora los orígenes del monumento desde hace mucho tiempo», en palabras del portavoz de la mezquita de La Paz, Ibrahim López.
El colectivo granadino quiere participar en la gestión del recinto nazarí y, de paso, revitalizar su relación con el mundo árabe, por lo que reivindica su derecho a tener un representante en el Patronato. La comunidad islámica de Granada afirma que una ley de 1992 contempla esta posibilidad.
Esto es, la normativa reconoce el derecho a que la comunidad musulmana cuente con un representante en los órganos de gestión de los monumentos con los que comparten orígenes, según el colectivo granadino.
No obstante, ésta no es la única fisura que presenta el vínculo entre el colectivo musulmán y la Alhambra. «¿Tiene sentido que pidan el voto para uno de los monumentos nazaríes más importantes del mundo sin la colaboración de los musulmanes españoles?». Es la pregunta que lanza al aire la comunidad islámica, un colectivo formado por más de 15.000 personas que se siente «desplazado por el Patronato».
El malestar ha quedado patente en las últimas reuniones de la comunidad, ya que la empresa gestora de la Alhambra se ha «olvidado de nosotros», apunta López, en su afán por ser una de las siete nuevas maravillas del mundo, concurso que se falla el próximo 7 de julio.
A su juicio, de hacerlo «saldría ganando porque podríamos movilizar al millón de musulmanes que viven en España», cuyos votos serían recibidos como agua de mayo por el conjunto granadino. En el último recuento no aparecía entre los diez monumentos más votados.
Pese a todo, la comunidad islámica se muestra a favor de la iniciativa aunque no ve con buenos ojos que el Gobierno central quiera aumentar en 600.000 el número de visitantes de la Alhambra cada año. Por otra parte, reclaman guías en árabe y que se eliminen algunas frases «erróneas» sobre el islam que aparecen en paneles del recinto nazarí.