La idea de indemnizar de alguna manera a los descendientes de esclavos en Estados Unidos llevaba tanto tiempo durmiendo el sueño de los justos que pocos pensaban que algún día la verían hacerse realidad. Pero está ocurriendo.
La Universidad de Georgetown se ha convertido esta semana en la tercera institución educativa del país que decide crear un fondo de reparaciones, dotado con alrededor de 400.000 dólares anuales, para saldar su parte de esta deuda histórica. En su caso, con los descendientes de los 272 esclavos que los jesuitas vendieron en 1838 para pagar las deudas de la universidad. La venta generó tres millones de dólares al cambio actual y permitió salva al centro de la bancarrota.
Este episodio, perfectamente documentado, del legado esclavista de los jesuitas ha generado en los últimos años un movimiento de protesta dentro del campus liderado por estudiantes, con partipación de profesores y antiguos alumnos. En abril celebraron un referéndum y votaron a favor de crear una tasa semestral de 27,20 dólares para alimentar el fondo. “Abrazamos el espíritu de la propuesta de los estudiantes y trabajaremos con la comunidad de Georgetown para crear una iniciativa que apoye proyectos comunitarios con los descendientes” de sus antiguos esclavos, anunció esta semana el presidente de la prestigiosa universidad washingtoniana, John DeGioia.
La fórmula elegida por las autoridades del elitista centro no es exactamente la que proponían los estudiantes, lo que no ha gustado a algunos de los líderes del movimiento. El fondo no se financiará con una nueva tasa sino a partir de las clásicas campañas de captación de fondos. La universidad se ha comprometido a que su dotación alcance, como mínimo, la cantidad que se planteaba reunir mediante el impuesto a las matrículas.
“Están transformando un fondo planteado para saldar una deuda que Georgetown ha tenido durante 400 años en un trofeo filantrópico. La reconciliación [con los descendientes] no es simplemente caridad”, reivindica en un comunicado la asociación Students for GU272. Planteado así, el fondo no permitirá “cultivar una relación entre descendientes y estudiantes”, añade.
Las iniciativas de Georgetown y, antes, otros dos importantes centros educativos estadounidenses muestran el camino para llevar a la práctica una causa que hasta ahora se había juzgado simplemente inabarcable. La primera institución en dar el paso fue el Seminario Teológico de Virginia, el principal centro de la iglesia episcopaliana en Estados Unidos, con la creación de un pequeño programa dotado con 1,7 millones de dólares expiar su parte del pecado del racismo, primero durante la era de la esclavitud y luego durante la segregación racial que existió hasta bien entrado el siglo XX.
Hace sólo dos semanas, el Seminario Teológico de Princeton creó un fondo dotado de 27,6 millones anuales durante un periodo de cinco años que financiará becas educativas y proyectos para profundizar en los lazos entre el centro y la esclavitud. En estos dos casos, los centros no eran dueño de esclavos, los tomaban prestados de sus donantes. Durante mucho tiempo los fondos del centro de Princeton procedían de bancos que financiaron la expansión de la ya entonces contestada institución de la esclavitud en el sur de EE.UU.