La ciudad iraquí de Mosul trata de dejar detrás el tiempo en que fue capital del autoproclamado califato del ISIS. Los descendientes de los presuntos terroristas, muertos o desaparecidos, se encuentran en un limbo legal: necesitan probar la identidad de sus padres para tener documentos e ir la escuela
“Toda mi familia murió durante la liberación de Mosul del Estado Islámico. Solo vivo con mi hermano, de 12 años. Y perdí toda mi documentación porque la casa se incendió en el ataque”, empieza relatando Tabark, una joven de 20 años de Mosul que prefiere no revelar su apellido. Con gesto serio, no tarda en reconocer, sin complejos, que hasta que un misil estalló en su vivienda en 2017, su padre era miembro del grupo terrorista Estado Islámico. Tras perder a su familia, se encuentra ahora con el problema añadido de no poder renovar su documento nacional de identidad. “No puedo casarme, ni salir de la provincia de Nínive, aunque tenga familiares fuera”, lamenta, acompañada de su tía. Con ayuda legal, espera poder recuperar su documentación, tan necesaria para acceder a la educación, al trabajo o, simplemente, para identificarse en los puestos de control al salir de la ciudad.