Los exiliados cubanos consideran que el pontífice debería reunirse con ellos Existe la teoría de que la Iglesia tiene un ‘pacto secreto’ con el régimen
En Miami parece que se habla más de la visita del Papa Benedicto XVI a Cuba que en La Habana. Además de la inmensa cantidad de horas que las emisoras de radio locales dedican al tema, las televisiones en español hace días que dedican al menos una nota al asunto en todos los noticieros y el asunto es objeto de tertulias entre amigos y conocidos.
Lo que no hay son muchas opiniones variadas. En Miami la cosa es simple: unos están a favor, otros en contra, pero todos la critican. Y los que no lo hacen están en minoría o se callan.
"Es una ofensa definir la visita del Papa a Cuba como una peregrinación", dijo Silvia Iriondo, el rostro más conocido de Madres Contra la Represión, una organización de mujeres exiliadas cubanas. Iriondo no se opone directamente a la visita pontificia, pero no está de acuerdo con los términos en que las autoridades católicas organizaron los grupos de exiliados que van a Cuba a asistir a las misas del Papa. En su opinión, no se puede vender la imagen de que se trata de un intento de reconciliación entre los cubanos, como ha hecho la curia.
"Es una distorsión de la triste realidad cubana, cuyo problema no reside en una 'reconciliación' de cubanos exiliados con los cubanos de la isla -somos un solo pueblo-, sino en la necesidad de establecer un sistema de justicia y libertades, que tenemos el derecho de defender y el compromiso de lograr", afirmó.
En Cuba, "bajo un clima represivo brutal, la actitud de la jerarquía eclesiástica, con excepciones honorables, ha sido muy acomodaticia con los opresores y no con las victimas de la más larga dictadura del hemisferio", agregó Iriondo.
Druas críticas
Es una posición suave, si la comparamos con la de organizaciones callejeras como los llamados 'Rockies', un grupo de ex presos políticos ya de cierta edad que organizan manifestaciones protestando directamente por la visita papal. La semana pasada protagonizaron una protesta curiosa. Llamaron a "rasgarse las vestiduras por la visita del Papa". En una serie de videos que hicieron circular por Internet, los activistas, literalmente, se rasgan las camisetas que llevan puestas.
"Esto es para protestar por la visita y el nuevo acuerdo que quieren hacer con los comunistas", dice uno de ellos, sin definir exactamente a lo que se refiere. Es que en el fondo, para los 'Rockies', Benedicto XVI se "ha entregado al diablo" y "es una vergüenza que vaya a darle la mano al tirano". El nombre del grupo, según explicaron hace algún tiempo, viene de la película 'Rocky' protagonizada por el actor Silvester Stallone. No está clara la relación que tiene la película, sobre la vida de un boxeador, con el problema cubano.
Pero la mayor crítica de todas parte de la convicción que tienen de que el Papa no tiene intenciones de reunirse con la oposición interna, porque la Iglesia tiene un 'acuerdo secreto' con el régimen. "(Los exiliados) sienten que no hacerlo es, en lo mínimo, una deslealtad a una parte del rebaño de Dios", argumentó Carlos Martínez Aguilera, uno de los analistas políticos de la Universidad de Florida.
Pero, "tampoco no confían en los curas cubanos y los miran con gran desconfianza, por la aparente tibieza con que se relacionan con el Gobierno", agregó.
El argumento más común estos días en Miami, donde viven muchos familiares de opositores castristas fusilados en las décadas de los 60 y 70, es que muchos de ellos murieron gritando, '¡Viva Cristo, Rey!', y eso por sí solo merece una mención papal, un reconocimiento.
"Los amigos de mi papá me han contado que él comenzó a gritar y a cantar alabanzas al Señor cuando lo fueron a fusilar. Es muy duro que el Papa no reconozca eso", recuerda Luisa Acevedo, refiriéndose a su padre, Manuel.
Comparaciones con Juan pablo II
Cuando Juan Pablo II estuvo en Cuba en enero de 1998, nunca se refirió a la oposición interna. Pidió apenas la liberación de algunos presos, como suele suceder en todas las visitas a cualquier país, y el Gobierno lo complació. Nadie habló si eran políticos o comunes.
Pero esta vez, el Gobierno cubano se anticipó al pedido y, hace unos meses, liberó a unos 3.000 presos, la aplastante mayoría de delito común. El gesto no fue acogido con grandes sobresaltos en Miami, pero disparó las especulaciones de que Benedicto XVI iría aprovechar la oportunidad para reunirse con la oposición o, a lo sumo, mencionar sus necesidades y problemas en alguna de las dos homilías.
El arzobispo de Miami, Thomas Wenski, que participó discretamente en la organización de la visita papal, dijo la semana pasada a un grupo de editores del 'Miami Herald' que no sabe si Benedicto XVI se reunirá con la oposición interna cubana.
Durante la visita, por lo menos tres padres que viven en Miami, oficiarán igual número de misas en la Catedral de La Habana. Pero la curia en ambos lados del Estrecho de Florida rehúsa confirmar si el tema de la falta de democracia y libertades en Cuba será abordado en ellas.
La teoría del 'acuerdo secreto'
Hace años, igual décadas, que en el exilio creen que los curas cubanos han pactado algún acuerdo secreto con el Gobierno para no criticarlo públicamente. Pero el silencio de la visita papal ante el drama de la oposición interna cubana está desesperando a muchos en Miami, teniendo en cuenta que tienen la percepción de que la represión interna se ha disparado, en estos días previos a la visita.
"¿Es que el Papa no va a decir nada, ni ahora que acaban de arrestar a 70 Damas de Blanco o después que sacaron de un templo a 13 infelices?", afirma exasperado Antonio Benítez, otro ex preso político cubano. "Déjeme decirle que esto es como para perder la fe en Dios", agregó.
Iriondo, lo tiene claro. "(La Iglesia) ha colocado sus intereses por encima de sus principios sagrados, a cambio de concesiones que precisamente ratifican la naturaleza autoritaria del régimen", dijo.
De todos modos, en la madrugada del 26 de marzo unos 800 exiliados despegarán de los aeropuertos de Miami y Ft. Lauderdale a ver el Papa en La Habana. En Miami, pese a todo, lo más probable es que miles de exiliados sigan las misas en directo por televisión, como sucedió cuando Juan Pablo II estuvo en Cuba en 1998, también pese a las protestas de muchos en el sur de Florida.