La actividad de la Iglesia católica se ha resentido significativamente en España durante los años de crisis económica. Así lo sugieren los datos ofrecidos por la propia Conferencia Episcopal, que muestran un fuerte descenso de algunas de sus más importantes celebraciones. El número de bautizos se ha reducido un 30% y el de matrimonios eclesiásticos ha caído a la mitad.
La última memoria disponible del máximo órgano de representación de los obispos corresponde a 2015, pues se suelen publicar con al menos un año de retraso. En ella figura un resumen bastante sucinto de la actividad de la Iglesia, así como el origen y los principales destinos del dinero que recibe, procedente en su inmensa mayoría de la denominada asignación tributaria.
A lo largo de 2015 se celebraron 231.254 bautizos, 240.094 primeras comuniones, 115.764 confirmaciones y 51.810 bodas. En total, por lo tanto, hubo 638.922 actos de este tipo; una cifra muy importante, pero que va en descenso año tras año, aunque el retroceso no afecta por igual a los todos, según los datos de la Conferencia Episcopal.
Los que registran la mayor bajada son los bautizos, que en 2007 habían sumado 325.271, y los matrimonios, que fueron 113.187. Las primeras comuniones han bajado, pero menos (el año previo al estallido de la crisis se celebraron 256.587), mientras que las confirmaciones han subido algo, pues entonces hubo 96.766.
En la disminución de los bautizos ha influido el de los nacimientos, pero también el decrecimiento de la práctica religiosa en España. De hecho, entre 2007 y 2015 vinieron al mundo 72.237 niños menos (un 14,7%), pero el número de nuevos cristianos descendió en 94.017 (un 29%). Dicho de otro modo: antes se bautizaban 66 de cada cien bebés y ahora, sólo 55.
Por los que respecta a los matrimonios, también se ha registrado un retroceso general, pero más acusado en el caso de los eclesiásticos. Sumando éstos y los de carácter civil entre personas del mismo sexo, la bajada ha sido del 18% desde el inicio de la crisis, frente al 54% que han caído sólo las bodas religiosas.
Esta desafección no se ha traducido en una merma del dinero que la Iglesia católica recibe del Estado para su sostenimiento a través de la asignación tributaria. En 2007 recibió por este procedimiento 242,1 millones de euros, la cifra más baja de todo el periodo, y en 2015 obtuvo 249,6 millones, siempre según la última memoria de la Conferencia Episcopal.
El importe de la asignación tributaria lo deciden aquellos contribuyentes que marcan la correspondiente casilla en la declaración de la Renta, pero este gesto no conlleva ningún coste adicional para quien lo hace, por lo que los fondos se extraen de la caja común; es decir, que en realidad lo pagan todos los españoles.