Los extremistas atentan contra esta minoría en Lahore, segunda ciudad más grande del país
El tercer atentado con bomba en Pakistán en lo que va de marzo ha sido, con diferencia, el más sanguinario. Un ataque suicida en Lahore ha dejado este domingo al menos 72 muertos y centenares de heridos en el que ya es el segundo atentado más importante contra la minoría cristiana de la historia reciente del país asiático. Este atentado dinamita la relación, de aceptable coexistencia entre cristianos y musulmanes, que en los últimos años ya se había visto empañada por varias escaramuzas. Las recientes acusaciones de blasfemia contra la minoría cristiana completan este cuadro de tensión creciente, que han disparado la violencia y la animadversión contra ellos de la mayoría islámica. Todo ello enmarcado dentro de una situación de crecientes ataques sectarios en la última década.
En un primer momento las autoridades paquistaníes han descartado que el atentado tuviese como objetivo los cristianos, a pesar de que a esa hora eran muchas las familias de esta religión que celebraban la Pascua en un céntrico parque. Pero la clarificación ha llegado a primera hora de la mañana del lunes, hora peninsular española, cuando los talibanes han reivindicado el ataque “contra cristianos”. En los últimos meses, la minoría cristiana ha cargado repetidamente contra el Gobierno por no protegerlos con mayor firmeza.
Pese a representar el 1,6% de la población paquistaní, los cristianos constituyen la segunda minoría más importante del país solo por detrás de los hindúes. Y son un grupo de población nada desdeñable en la ciudad más grande del país, Karachi; en Peshawar y en la región de Punjab —cuya capital es Lahore—. El peso de las minorías budistas y cristianas de distintas confesiones alcanza hoy el 4% del total de la población, frente al 15% previo a la partición de Pakistán e India en dos Estados independientes a mediados del siglo pasado.
Buena parte de los cristianos paquistaníes son descendientes de hindúes pertenecientes a castas bajas que se convirtieron a la fe cristiana durante la época colonial británica, según un reciente reportaje de la BBC británica sobre esta cuestión. Pese a que su conversión obedecía, en muchos casos, a una decisión premeditada para huir de la injusticia del sistema hindú de castas, los cristianos siguen ocupando uno de los eslabones sociales más bajos y suelen desempeñar trabajos que los musulmanes desdeñan. Solo una pequeña parte, fundamentalmente residente en Karachi, ha recibido una mejor educación y está mejor asentada en el escalafón social.
Hasta la fecha, el peor ataque contra este colectivo se produjo en 2013 en Peshawar, cuando dos bombas dejaron cera de 80 muertos en una iglesia. Este resurgimiento de la violencia contra los cristianos es interpretado por muchos, según el citado reportaje de la BBC, como un mensaje directo a las potencias occidentales y como una forma de poner en aprietos al primer ministro Nawaz Sharif, aliado de Estados Unidos y Europa.
Prácticamente en paralelo al ataque, centenares de manifestantes expresaban en la capital paquistaní, Islamabad, su contrariedad con el ahorcamiento el mes pasado de Mumtaz Qadri, acusado del asesinato del entonces gobernador de Punjab en 2011, Salman Taseer, partidario de la reforma de la ley de blasfemia y contrario a la ejecución de Asia Bibi, mujer cristiana condenada a la horca por insultar al profeta y de cuestionar el Corán en una discusión.
Este tipo de actos de adhesión al extremismo son interpretados como una muestra del todavía amplio apoyo que tienen los islamistas entre amplias capas de la población paquistaní. En ese mismo año, 2011, se produjo otro asesinato de una alta autoridad a manos de los islamistas: el del líder cristiano y ministro de todo lo relacionado con las minorías Shahbaz Bhatti.