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Los ayuntamientos no son lugares adecuados para las Vírgenes, ni para los santos

 No puede existir mayor patetismo que aquel que emerge de quien juega con los sentimientos de la gente con el solo fin de buscar su propio provecho, y más aun si lo hace con plena conciencia de que lo que está haciendo no es sino un burdo intento de engañar, disfrazar o desnaturalizar un hecho. 

Resulta fácil hacer que salgan a la luz determinados comportamientos, basta con tocar la religión o el fútbol para conseguirlo. Y quienes lo saben hurgan, sin escrúpulos, en las entrañas de los individuos, tratando de arañar en su espíritu. Y a veces se pasan tanto que provocan reacciones desproporcionadas e incluso violentas. Ahí están las recientes manipulaciones de la final de la Copa del Rey de fútbol, en el que se ha mezclado el sentimiento localista o nacionalista con determinado acto deportivo, con la única intención de provocar al resto de los ciudadanos que no piensan como ellos, y ello de manera tan fácil como antigua, sacando a relucir una bandera que, en este caso, solo representaba a algunos, contando con la actuación estelar de unas autoridades esquizofrénicas interpretando a los mártires perseguidos por el Imperio romano, y haciendo alarde de una cara dura propia de maniobreros; y contando además con la excelsa colaboración de quien parece gustar de echar gasolina al fuego, como determinada subdelegada del Gobierno. 

Pero peor aún es manipular los sentimientos religiosos, y aquí en Zamora, hay quien se ha lanzado a saco, metiéndose en una charca, con el claro propósito de arañar algunos votos; y no ha sentido ningún empacho en pedir, incluso, un referéndum para dilucidar si la Virgen de la Concha debe ser velada o no en el Ayuntamiento de la capital. Sin duda no ha reparado en que por los ayuntamientos, las diputaciones, las consejerías de las comunidades autónomas y los ministerios suelen pasearse individuos de comportamientos nada edificantes, que en algunos casos gestan verdaderas tramas de corrupción. Por esos lugares, en muchas ciudades y pueblos, desafortunadamente, han morado corruptos y corruptores frotándose las manos. Por tanto no son esos sitios recomendables para Vírgenes, ni para santos, porque, que se sepa, las unas y los otros son gente de intachable comportamiento, mientras que el de los demás está por verse. De manera que donde mejor pueden encontrarse las figuras religiosas es en las iglesias, y cuanto más modestas sean estas mejor, porque ya se sabe que por el Vaticano hay de todo, desde gente que quiere cambiar las cosas hasta protectores de pederastas o bancos con fines y funciones relacionados con la delincuencia. 

De manera que si el alcalde ha decidido que no se celebren actos religiosos en el Ayuntamiento, todo el mundo debería mostrarse contento, porque así no se pondrán en peligro las cosas del alma, y se evitará que puedan llegar a contaminarse determinados símbolos o imágenes con devaneos, o con gestiones de dudoso sesgo. Así que, los políticos en sus despachos y los santos en sus iglesias, y todos tan contentos ¿O es que a alguien le parece bien que los santos anden por esos lugares y lleguen a coincidir en el pasillo con algún individuo haciendo trapicheos? 

Nadie ha explicado, hasta el momento, qué pasó exactamente con los cinco millones de euros que los zamoranos están pagando ahora por la catastrófica decisión del Ayuntamiento que gobernaba Zamora, hace nueve años, y cuando se ha preguntado a quienes decidieron y firmaron tal disparate, o se han callado, o han salido por los Cerros de Úbeda haciendo uso de un despotismo nada ilustrado. Y se da la circunstancia que por entonces la Virgen de la Concha entraba y salía del Consistorio, aunque a nadie le importara guardar las formas, ni se le ocurriera pensar que La Concha pedía al Ayuntamiento que ayudara a los zamoranos menos pudientes y no que cerrara los ojos para no ver a quienes tiraban el dinero por la ventana. Y en medio de tal volavérunt, quienes ahora piden un referéndum pudieron haberlo convocado entonces, para ver si se hacía o no aquella nefasta operación, si se compraban o no se compraban aquellos ominosos solares, si era adecuado o no el precio; pero, deprisa y corriendo, se firmó aquel papel en los últimos días de la legislatura de mas infausto recuerdo, y según dicen, más bien con poca luz y escasos taquígrafos.

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