En los últimos días está teniendo cierta difusión un “estudio que demuestra que los ateos son más inteligentes que los creyentes”. Creo recordar más de un “estudio” similar antes de éste, ninguno de los cuales me ha movido un pelo. PZ Myers se tomó el trabajo de leer todo este último estudio y su opinión (en la cual confío bastante en general y en este caso particular) es que se trata de un caso de garbage in, garbage out (“entra basura, sale basura”). Para empezar, se trata de un metaanálisis, es decir, un estudio sobre otros estudios.
Después de leer el paper, tengo una confianza razonable de que procesaron los datos competentemente. Sin embargo, yo añadiría una cuarta interpretación que ellos no toman suficientemente en serio: que había un sesgo sistemático en los estudios de inteligencia que analizaron. En realidad me causa personalmente rechazo (¡alerta de sesgo!) cualquier estudio que intente reducir algo tan complejo como la inteligencia a un simple número útil para análisis estadísticos. Los diferentes estudios miden inteligencia por promedio de clasificaciones escolares, puntaje de exámenes de ingreso a la universidad, membresía en Mensa y tests de cociente intelectual. ¿Estás pensando en peras y manzanas? Me parecía. (…)
Pero yo estaría de acuerdo con la conclusión de que los estudios han encontrado una correlación inversa entre la religiosidad y algo que llaman inteligencia. Eso no significa mucho. Fue un metaanálisis de 63 estudios (…). El metaanálisis es una técnica estadística legítima, pero es igual de probable que lo que están detectando sea un patrón consistente de abuso de los datos, más que observando una propiedad psicológica verdadera de las personas religiosas. Están metiendo muchos estudios en una misma bolsa; el primer llamado de atención debería ser que dentro del guiso de estadísticas han arrojado trabajos de Satoshi Kanazawa, de Richard Lynn y de Arthur Jensen. Se cita The Bell Curve de Herrnstein y Murray.
Lynn es un racista científico: un psicólogo cuyos trabajos se han centrado en demostrar que las naciones y grupos étnicos más pobres lo son porque sus habitantes son menos inteligentes. Kanazawa es un psicólogo evolucionista que mantiene que los africanos son pobres y sufren más enfermedades porque son menos inteligentes, y que las mujeres negras son “objetivamente menos atractivas” (!) que las de otras razas. El resto de los citados no les van a la zaga a estos dos. La mayoría han tenido vínculos con Pioneer Fund, una fundación que financia estudios sobre las “diferencias hereditarias” humanas y que ha sido calificada como un grupo supremacista blanco.
Es importante señalar que, más allá de la polémica causada por estas figuras, sus trabajos han sido evaluados y rechazados por muchos de sus propios colegas no por una cuestión ideológica, sino a causa de sus groseros defectos metodológicos. Es bastante sencillo, cuando se tienen muchos datos, creatividad interpretativa y pocos escrúpulos, hacer que los datos digan lo que uno quiere que digan.
Myers no cree que el estudio encontrara realmente una relación entre religiosidad e “inteligencia”.
Creo que podríamos encontrar que la ignorancia se asocia con la religiosidad; muchos creyentes religiosos se oponen a la educación e insisten en mantener a ciertos segmentos de la población (mujeres) tan desinformados y mal educados como sea posible, y ese hecho distorsiona los resultados (…). [Los autores] también notan estudios que muestran que los académicos de más alto nivel y los individuos más educados tienen menor tendencia a ser religiosos, y yo puedo creer honestamente que el análisis de las afirmaciones de la religión lleva a una pérdida de la fe. Pero típicamente asociamos “inteligencia” con algo intrínseco al individuo, una propiedad biológica de sus cerebros, y nada en este estudio permite llegar a esa conclusión. La palabra tiene un bagaje muy grande y es inapropiada.
Otros estudios han mostrado una correlación inversa entre religiosidad y nivel socioeconómico. Myers menciona a Gregory Paul, cuya tesis es que la pobreza lleva tanto a una peor educación (lo cual significa menos herramientas para analizar y criticar las creencias religiosas recibidas) como a una mayor necesidad de contención social, que los grupos religiosos están preparados para dar. No se trata, entonces, de la inteligencia con que nacemos, sino de las oportunidades para desarrollarnos en la sociedad.
A los no creyentes nos queda una lección de humildad:
… incluso si la correlación se mantiene en estudios que no sean de idiotas racistas, que esto no te dé ningún consuelo: tu inteligencia es una propiedad individual, y ser miembro de un grupo apenas estadísticamente superior no te confiere capacidades especiales, aparte de la capacidad de esconderte detrás de Richard Feynmann y hacer como si su genialidad se te hubiera pegado.