Christian Bouchacourt reconoció como miembros de su feligresía a los ultras que el martes a la noche intentaron impedir una ceremonia judeocristiana en la Catedral metropolitana. Dijo que lo hacían «por amor a la Iglesia».
El máximo jerarca del lefebvrismo regional, Christian Bouchacourt, justificó a quienes irrumpieron en la Catedral el martes, al comienzo de la conmemoración judeocristiana por La Noche de los Cristales Rotos, al tiempo que los reconoció como miembros de su feligresía. “Los conozco y entiendo la reacción que tuvieron. Lo que pasó no fue el deseo de hacer una rebelión, sino de manifestar nuestro amor a la Iglesia Católica”, explicó Bouchacourt, superior general del Distrito de América del Sur de la Fraternidad Sacerdotal San Pio X, en una entrevista radial, al tiempo que los repudios por lo sucedido se multiplicaban (ver aparte). El líder del grupo ultraconservador escindido de la Iglesia Católica tras el Concilio Vaticano II, considerado por Marcel Lefebvre como irrespetuoso con la tradición, reforzó sus declaraciones con la publicación de un comunicado en la página web oficial de la Fraternidad (fsspx-sudamerica.org). Tras retomar fragmentos de una encíclica de 1928 (Mortalium animos, de Pio XI), Bouchacourt añade que “sin ninguna forma de resentimiento hacia cualquier otra comunidad religiosa”, su grupo “desaprueba firmemente la organización de toda ceremonia interreligiosa en las iglesias católicas”.
En declaraciones a Radio La Red, Bouchacourt justificó la irrupción en la Catedral de la veintena de personas –entre ellos tres sacerdotes– que pretendió suspender la ceremonia programada para conmemorar la noche que abrió la puerta al Holocausto. Para el jerarca, que hayan repartido volantes donde advertían contra los “adoradores de dioses falsos” y que hayan comenzado a orar a gritos para impedir el encuentro fue “un modo de protestar pacífico”. “Estas ceremonias nos duelen a nosotros. No fue un deseo de hacer una rebelión, sino de manifestar nuestro amor a la Iglesia Católica” porque “las iglesias son hechas para el culto católico”. Bouchacourt aseguró, además, que se trata de una reacción con antecedentes históricos. “Siempre se condenó la celebración de otro culto. No se celebra una misa en una sinagoga ni en una mezquita, los musulmanes no lo aceptan. De la misma forma, nosotros, que somos católicos, no podemos aceptar que haya otro culto en nuestra Iglesia.” En su explicación, Bouchacourt obvió señalar que la ceremonia interrumpida el martes no era una misa, sino un encuentro interreligioso que recordaría una fecha. El sacerdote Fernando Giannetti, de la Comisión Arquidiocesana de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso, recordó que la ceremonia en la Catedral “no fue una misa, ni una liturgia, ni una paraliturgia” y que quienes irrumpieron no desconocían eso, porque “hace más de 15 años que cristianos y judíos recordamos juntos en distintos templos católicos esta fecha y fue el cardenal Jorge Bergoglio, hoy Papa, quien nos autorizó las últimas veces a realizar esta conmemoración en la Catedral”.
La explicación del jerarca del grupo cismático subrayó también sus disidencias con la gestión de papa Francisco, ferviente defensor del ecumenismo y el diálogo interreligioso. “Reconozco la autoridad del Papa, pero él no es infalible. En este caso, hace cosas que no podemos aceptar”, señaló. Ayer no fue la primera vez que Bouchacourt, en nombre de los lefebvristas, criticó duramente decisiones del papado de Bergoglio por considerarlas excesivamente liberales y dañinas para la tradición. A fines de marzo, a poco de electo Bergoglio, Bouchacourt había objetado la intención del flamante papa de rehuir la imagen de lujo vaticano. “Cultiva una humildad militante que puede, sin embargo, mostrarse humillante para la Iglesia. Su aparición en el balcón de las bendiciones de San Pedro en simple sotana, sin otro atributo de Papa, es la perfecta ilustración.”
El diálogo interreligioso y la presencia de personas de otros cultos en las iglesias, dijo ayer Bouchacourt, son “una violación a nuestra Iglesia”, algo que “siempre los papas en su predicación condenaron”. “Es la Iglesia en su código de derecho canónico la que dice que no pueden rezar en una iglesia los que no son católicos. La iglesia es para el culto católico”, dijo. “Si un judío quiere entrar y respeta el lugar, no hay problema. Puede rezar de forma privada, si quiere”, continuó. Para el jerarca, una iglesia sólo tiene la función de celebrar misas. “Cada persona puede asistir a una misa, pero debe respetar el culto católico. No es un rechazo para nadie, pero la realidad es que un rabino no va a aceptar una misa en una sinagoga. Si se lee la Biblia, queda claro que Dios siempre se enojó con las personas que no respetaron la liturgia que él había decidido”, justificó.
El lefebvrismo es un grupo cismático que el francés Marcel Lefebvre fundó a principios de la década del ’70, en disidencia con el Concilio Vaticano II. La Argentina es el único lugar del mundo donde el lefebvrismo tiene un seminario en español, que se volvió célebre en 2009, cuando su entonces director, Richard Williamson, negó el Holocausto en entrevista con la tevé sueca. El hoy papa emérito Benedicto XVI aceptó perdonar las desobediencias de los lefebvristas al Vaticano.
El martes a la noche, una ceremonia ecuménica fue interrumpida por un grupo ultraconservador.
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