Los Realejos dio arranque oficial a sus Fiestas del Carmen este domingo con la lectura del pregón a cargo del alcalde del vecino municipio del Puerto de la Cruz, Lope Afonso (PP), en representación de varias generaciones de vecinos de la localidad que protagonizan, cada Octava del Carmen, una de las tradiciones más singulares de las islas: la procesión en la que los marinos y pescadores de esta ciudad cargan la preciada talla de la Virgen del Carmen, considerada alcaldesa honoraria y perpetua de la Villa de Los Realejos. Una tradición que comenzó en 1750 y que pronto dará un paso más con la anhelada bajada de la Virgen del Carmen de Los Realejos a la ciudad turística.
Según anunció Afonso, «ambos ayuntamientos y comunidades parroquiales ultimamos las gestiones para que la Virgen del Carmen realejera pueda ser cargada próximamente hasta el Puerto de la Cruz que tanto la admira y, por supuesto, devuelta con posterioridad a su santuario».
El alcalde accidental de Los Realejos, Adolfo González, intervino previamente con una invitación generalizada «a estas festividades en torno a una de las imágenes de mayor devoción de toda Canarias, nuestra joya maragliana de tierra adentro, alcaldesa de esta villa, patrona del Valle de La Orotava y a quien se encomienda a los niños y niñas, a quienes marinos y pescadores elevan sus loas y plegarias».
Sobre las palabras del alcalde de Puerto de la Cruz, indicó al término del acto que «ambos municipios hemos elegido este simbólico momento para hacer público que la ansiada bajada de nuestra virgen a la vecina localidad está más cerca, pues tras más de un año haciendo gestiones conjuntas, el acuerdo existe y tan sólo falta definir flecos sobre posibles fechas y cuestiones organizativas».
En torno a la tradición de los hombres de la mar del Puerto de la Cruz y su fervor hacia la imagen realejera, González narró un relato de un portuense refiriéndose a la herencia devocional que por ella recibió de su abuelo, un fervor que «nunca entendió, hasta subir de niño con él a Los Realejos un domingo de la Octava del Carmen y descubrir aquella imponente imagen, la más bella jamás vista».