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Londres admite el caso de un parapléjico que exige el derecho a morir

Tony Nicklinson reclama asistencia legal si en el futuro quiere terminar con su vida

El británico Tony Nicklinson tenía pocas cosas de las que lamentarse. Exjugador de rugby, vivía en Dubai, donde era gerente de una empresa. Casado y con dos hijos (ahora de 22 y 24 años), dedicaba su tiempo libre al parapente, el esquí acuatico y a escalar puentes.

Pero su vida se quebró en 2005. Nicklinson sufrió una apoplejía que derivó en el síndrome de cautiverio (Locked-In Syndrome, en inglés), una parálisis que afecta desde el cuello hasta los pies. Pese a que la lesión no doblega al cerebro —un programa informático transforma sus parpadeos en sonidos—, el enfermo requiere de cuidados constantes.

Nicklinson quiere morir porque considera que su vida es "indigna, triste y miserable". Pero su parálisis le impide plantearse tan siquiera el suicidio. Desde 2007 se ha negado a tomar los remedios recomendados por los médicos para prolongar su vida. Apenas toma aquellos que contribuyen a reducir los espasmos musculares que sufre. Poco más.

Las leyes de Reino Unido no contemplan la eutanasia. Atrapado en la maraña legislativa, el paciente de 57 años reclamó justicia: solicitó que un médico pudiera cumplir su deseo de ayudarle a morir sin temor a ser acusado de de asesinato, una condena que en Reino Unido conlleva la cadena perpetua, sin importar el motivo o las circunstancias. 

Nicklinson no quiere morir inmediatamente, sino poder hacerlo en el momento que considere necesario sin que los que le ayuden a elle puedan toparse con problemas legales.

En una decisión sin precedentes en el país, el  Tribunal Superior de Londres ha admitido a trámite la petición del enfermo, lo que  implica que se tendrán en cuenta en próximas vistas judiciales los testimonios de los médicos. El fallo es histórico, ya que es el primer caso de eutanasia que podrá ser juzgado.

Nada más conocer la decisión su esposa, Jane, ha leído un comunicado en la cadena BBC en el que ha celebrado el paso adelante para la muerte de su esposo. "Ya no es aceptable que la medicina del siglo XXI esté gobernada por actitudes hacia la muerte del siglo XX", ha lamentado al tiempo que ha celebrado que cuestiones de esta índole "puedan debatirse en un tribunal".

Más categórico se ha mostrado el abogado que representa al Ministerio de Justicia. David Perry ha señalado que la petición de muerte asistida "no puede ser" según la legislación por la que se rigen Inglaterra y Gales. "A menos que el Parlamento determine lo contrario", ha dicho abriendo la puerta a que Nicklinson tenga una muerta digna.

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