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Lo que dice el señor Cañizares

Que el laicismo pueda derrumbar Europa es falso. Tan falso como entender que Europa sólo tiene raíces cristianas, como si en sus cimientos no estuvieran la cultura greco-romana,…

El Sr. Cañizares, Cardenal Arzobispo de Toledo, ha hablado tajantemente, en los cursos de verano de la Universidad Rey Juan Carlos, desde la seguridad que le da su fe. Seguridad que, sin duda, comparte con un buen número de creyentes de esa misma fe.

El problema es que su seguridad no tiene por qué ir acompañada de certeza, al menos para los demás, para todos aquellos que no compartan su confianza (su fe) en la palabra de su dios: se puede estar muy seguro de algo y, sin embargo, estar equivocado; se puede creer en algo y, a la vez, ese algo puede ser falso.

O sea, que el Sr. Cañizares habla desde sus convicciones, pero sus convicciones ni son las únicas, ni tienen por qué ser verdaderas (o más verdaderas que otras). De hecho, todos las tenemos, sean de un tipo o de otro, y, desde ellas, todos podemos hablar con la misma seguridad que el Cardenal.

Por ejemplo, puedo decir tajantemente que el Sr. Cañizares se equivoca cuando, parafraseando a Dostoievski, dice que si avanzara el laicismo “Europa podría derrumbarse en escombros y todo podría ser permitido”. O, lo que es lo mismo, que el avance del laicismo elimina los límites morales y rompe los cimientos en los que se asienta Europa. En las dos afirmaciones se equivoca.

Que el laicismo pueda propiciar (y permitir) cualquier cosa porque no tiene límite moral es falso: el laicismo, conceptualmente, es la situación anterior a todas las opciones espirituales de los ciudadanos (politeístas, animistas, teístas, deístas, agnósticas, ateas o indiferentes) y tiene un límite moral bien definido que no debe rebasar: la neutralidad ante todas ellas.

Que el laicismo pueda derrumbar Europa es falso. Tan falso como entender que Europa sólo tiene raíces cristianas, como si en sus cimientos no estuvieran la cultura greco-romana, los restos de los pueblos autóctonos, las aportaciones germanas y árabes, o las ideas ilustradas (holandesas, inglesas, francesas y alemanas) de nuestro siglo XVIII. La Europa cristiana (la cristiandad pretendida por Carlomagno en el siglo IX) es una parte importante de sus cimientos, es verdad, pero no la única.

Es posible que lo que esté diciendo el Sr. Cañizares sea otra cosa: que el laicismo podría permitir lo que la moral cristiana no admite y que podría hacer tambalear a la Europa que él reconoce y añora. Si es así, nada hay que decir más que es la opinión de un ciudadano que tiene unas determinadas convicciones, respetables (las convicciones), sin duda. Tan respetables como todas las demás convicciones que no coincidan con ésas.

El Sr. Cañizares, por cierto, ya dijo en su día que aceptar la nueva materia de Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos era “colaborar con el mal”. ¿Amén?

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