El alcalde ordena la segunda clausura cautelar del centro del Nord en mes y medio
El alcalde de Lleida, Àngel Ros (PSC), no quiso aguar la fiesta del fin del Ramadán a los musulmanes de la mezquita de la calle del Nord. Por eso no la precintó el pasado viernes y dejó la medida para ayer -el lunes se encontraba fuera de la ciudad-. El ayuntamiento ya tenía claro que ordenaría el cierre por el exceso de aforo comprobado el primer domingo de septiembre, solo un mes después del primer cierre (de 15 días) por el mismo motivo.
Pero esta vez, el precinto durará más. La concejala de Seguridad Ciudadana está convencida de que será definitivo. «La comunidad musulmana tiene 15 días para presentar alegaciones, a ver qué nos dicen, no nos fiaremos. Luego nosotros tendremos 15 más para resolver el expediente de cierre posiblemente definitivo», avanzó ayer Sara Mestres. Ella no fue la única. También Ros dio alguna pista: «Podría ser un cierre más largo, en función de las alegaciones, o podría ser también un cierre definitivo».
Los musulmanes, que ya preparan sus argumentos, tardaron poco en encontrar un sitio para orar. El imán, Abdelwahab Houzi, se trasladó con una veintena de fieles a los Camps Elisis, el parque en el que ya rezaron durante el primer cierre cautelar. Ocuparon la parte más alejada a las viviendas de la zona.
Sobre la clausura, Houzi insiste en que la Guardia Urbana no contó bien. «Había un malentendido aquella noche. Contaban de lejos y teníamos dos problemas: evitar molestar a la gente en la vía pública y no dejar entrar a la gente. Incluso los que estaban esperando eran contados», relata el religioso.
El ayuntamiento permitió la
reapertura del templo el 6 de agosto atendiendo una alegación de la comunidad musulmana, en la que sus dirigentes se comprometían a controlar la entrada después de que la policía local contara en julio 1.200 personas en un local en el que caben 240. El domingo 5 de septiembre, en el último rezo había 612.
TOMADURA DE PELO / Para algunos concejales, es una «tomadura de pelo» por parte de los musulmanes, que llevan más de 10 años insistiendo en que están buscando un local para cambiar la mezquita y ahora cuestionan los cómputos de la Guardia Urbana.
El decreto que ayer firmó el alcalde para precintar la mezquita por motivos de seguridad acogiéndose a la ley de cultos tiene en cuenta en sus fundamentos jurídicos la reincidencia, un argumento para el cierre definitivo. La solución que plantea el ayuntamiento sigue siendo la construcción de un templo en el polígono Entrevies, en un solar cedido por la ciudad en el 2007, que ahora rechazan los musulmanes con el argumento de que resulta pequeño para sus necesidades.
Para el presidente de la asociación Watani de Lleida, Mourad el Boudouhi, el ayuntamiento «juega sucio», porque «intenta presionar» a los musulmanes para llevar la mezquita al polígono. «No somos basura que se tira de la ciudad», clamó.
Un urbano de Lleida observa el local de la mezquita del Nord tras la comunicación del cierre cautelar, ayer. EFE / LAURENT SANSEN
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