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Khaled Al Rashid es uno de los cinco imanes de la Mezquita Nacional de Kuwait, un país donde, a diferencia de otros lugares del Golfo, los líderes religiosos pueden expresarse libremente. Sebastian Castelier

Líderes religiosos del Golfo Pérsico, ante la Cumbre del Clima: «El petróleo es un regalo de Dios y a Dios no se le cuestiona»

Comentarios del Observatorio

Es preocupante que una cuestión tan importante como la lucha contra el cambio climático se esté viendo influenciada ya a este nivel por líderes religiosos. Se trata de un acto de clericalismo que viola la laicidad institucional propia de la institucionalidad internacional. Además, como podemos observar en este caso, desde esta influencia religiosa se está viniendo a justificar con axiomas religiosos al statu quo.

Desde el movimiento laicista se aboga por la separación del espacio público y el privado, circunscribiendo al segundo todas las convicciones particulares que nos separan, y dejando para el espacio público aquello que nos une, como es la razón y la ciencia. Las políticas públicas deben fundamentarse en el conocimiento científico disponible, y no en las creencias particulares, religiosas o de cualquier otro tipo, que profese cada cual. Y esto es especialmente importante en el caso de las políticas que aborden el cambio climático.

En Kuwait, los influyentes líderes religiosos expresan sin complejos la opinión dominante sobre los combustibles fósiles en toda la región del Golfo, que este año acoge por primera vez una Cumbre del Clima, la COP28 de Dubái

En Kuwait, una isla semidemocrática de una región en manos del autoritarismo, donde la opinión de la población está oculta bajo el discurso del Estado, los líderes religiosos asumen sin complejos su negativa a abandonar un modo de vida que depende de los combustibles fósiles. Prefieren calificar el petróleo como un “tesoro natural” que Dios ha regalado a la humanidad.

A diferencia de los Emiratos Árabes Unidos o de Arabia Saudí, donde la palabra de los líderes religiosos está controlada por las autoridades, Kuwait ofrece un inusual espacio donde estos pueden expresarse libremente, como si fueran portavoces de la opinión dominante en la región del Golfo.

“Solo Dios puede juzgarme”, cantaba el rapero estadounidense 2pac antes de su muerte en 1996. En Kuwait, esta máxima está plenamente vigente. A pesar de la acumulación de pruebas científicas sobre el papel clave del uso de combustibles fósiles en el cambio climático, los miembros del stablishment islámico se niegan a hacer del petróleo un asunto terrenal. “El petróleo es un regalo de Dios, nosotros lo hemos descubierto, así que es lógico que lo usemos”, resume Khaled Al Rashid, uno de los cinco imanes de la Mezquita Nacional de Kuwait.

Para Al Rashid, no le corresponde a la humanidad pasar página de la era del carbono, pues Dios es el único que puede juzgar nuestros comportamientos y forzar un cambio. En el College de la Sharia y de Estudios Islámicos de Kuwait, el profesor asociado Rashed Saad Alajmi asiente: “El petróleo es un tesoro natural que Dios ha creado sobre la Tierra, como todo. Así que debemos usarlo antes del fin del mundo, pero de forma segura. El Corán dice que no hay que cuestionar los actos de Dios, pues él sabe lo que hace. Dios decide, no los humanos”, indica el profesor asociado. Por su parte, el Ministerio de Asuntos Islámicos no ha respondido a las repetidas peticiones de entrevistas para este medio.

El muecín de la Mezquita Nacional de Kuwait –el religioso musulmán encargado de llamar a a la oración–, Ayman Abou Oussama, de 49 años, apoya este uso del petróleo, pero avisa contra los excesos: “Dios ha creado todo en cantidades y proporciones específicas. La destrucción de este equilibrio supondrá daños más importantes que todo lo que podamos imaginar”. La falta de toma de conciencia del cuerpo religioso kuwaití sobre la urgencia de descarbonizar el modo de vida de la población del país, el tercero que más CO2 per cápita emite del mundo, es una oportunidad perdida. De hecho, la voz del stablishment islámico está muy representada en el parlamento y es escuchada y respetada por una opinión pública de aplastante mayoría musulmana.

Vista general de la refinería Mina Al Ahmadi, explotada por la Kuwait National Petroleum Company (KNPC). Cerca del 93% de los ingresos del gobierno proceden de la industria petrolera. Sebastian Castelier

Esto se da en un contexto en el que el Papa Francisco ha elegido poner el foco en esta cuestión. En una exhortación apostólica publicada en octubre de 2023, escribe: “No es posible disimular la coincidencia entre estos fenómenos climáticos mundiales y el crecimiento acelerado de las emisiones de gases de efecto invernadero, sobre todo desde mediados del siglo XX”. El pontífice, que tenía pensado ser el primero en asistir a una Cumbre Mundial del Clima hasta que los médicos le recomendaron no viajar, ha dejado clara su posición en el texto: “La transición necesaria hacia las energías limpias como la eólica y la solar, así como el abandono de los combustibles fósiles, no va a ser rápida”.

“Sí, hemos destruido el clima”

Frente a esta posición tan marcada de un amplio espectro de la cúpula islámica kuwaití sobre el petróleo, surgen tímidas voces, muy minoritarias, que matizan: “Todo lo que existe en el mundo depende de Dios y de su voluntad, pero en efecto hemos destruido el clima con nuestras acciones”, concede Hamad Al Matar, diputado kuwaití, miembro de los Hermanos Musulmanes y jefe del comité parlamentario encargado del medio ambiente.

Todo lo que existe en el mundo depende de Dios y de su voluntad, pero en efecto hemos destruido el clima con nuestras acciones

Hamad Al Matar— Diputado kuwaiti miembro de los Hermanos Musulmanes

“El cambio climático se debe a las actividades humanas, y punto. Nada de ‘Dios lo ha decidido o yo qué sé qué otras ideas”’, añade. Pero, aunque este diputado denuncie sin rodeos el papel de la humanidad en el cambio climático, se pone de perfil ante cualquier responsabilidad de los combustibles fósiles en el calentamiento global. Cerca del 93% de los ingresos del gobierno kuwaití proceden de la industria petrolera, así que Hamad Al Matar baja el tono para admitir: “Sobrevivimos gracias al petróleo, es nuestra única fuente de ingresos”. La falta de alternativas económicas en un país donde la renta petrolera ha forjado las dinámicas económicas, sociales y políticas desde hace más de 50 años, anima a las instancias religiosas a mantenerse en el statu quo.  

Hamad Al Matar es diputado kuwaití, miembro de los Hermanos Musulmanes y jefe del comité parlamentario encargado del medio ambiente Sebastian Castelier

Una vez que ha tenido lugar la quinta y última oración del día para los musulmanes, Khaled Al Rashid de la mezquita nacional se encuentra con conocidos religiosos en una diwaniya. Se trata de salones junto a las casas, el lugar favorito de los hombres kuwaitíes para socializar. Es aquí donde se conforman las tendencias sociales, entre sorbos de qahwa, el café árabe.

Yo a los fieles les digo que protejan el medio ambiente, que no contaminen, pero lo que se suelta a la atmósfera supera la voluntad individual. Rezamos para que el sol lo limpie todo

Khaled Al Rashid — Imán de la Mezquita Nacional de Kuwait

“Nuestros abuelos utilizaban la madera para calentar las casas, también dañaban el medio ambiente. Nosotros aprovechamos la naturaleza, es normal. Alá lo ha creado todo, el cielo, los árboles, la tierra y las piedras para servir a los humanos. En cuanto a la contaminación, el viento se la lleva muy lejos. Alá controla su creación, es sabio y siempre nos protegerá”, explica Abdulrahman Mahmoud, imán saudí que está de visita en Kuwait. Sentado a su lado, Khaled Al Rashid concluye: “Yo a los fieles les digo que protejan el medio ambiente, que no contaminen, pero lo que se suelta a la atmósfera supera la voluntad individual. Rezamos para que el sol lo limpie todo”.

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