Yaroun, situado en la frontera entre Líbano e Israel, es el pueblo de la familia de Hadi Matar, acusado de intento de asesinato del escritor en Nueva York. Los medios de Hizbulá, que domina la zona, han celebrado el ataque
El pueblo natal del padre del hombre que intentó asesinar al escritor Salman Rushdie es un lugar que intimida. Aquí puede verse iconografía islámica chií entre mansiones palaciegas, viviendas con agujeros de bala y lugareños recelosos que por ahora no quieren tener nada que ver con los visitantes.
Yaroun, en la frontera entre Líbano e Israel, ha sido durante mucho tiempo uno de los centros del conflicto entre Irán e Israel, que ya dura más de cuatro décadas. Sus montañas y valles han sido fundamentales en varias guerras. Las fotos de sus mártires se alinean en la mayoría de las calles junto con las siempre presentes banderas amarillas de su actor más poderoso, Hizbulá.
El padre y otros miembros de la familia de Hadi Matar viven aquí, entre barrios pudientes y muy conservadores. Los palacios recién construidos se alzan en las cimas de las colinas. Las calles están limpias y los trabajadores de la carretera están ocupados haciendo trabajos de mantenimiento, una rareza en un país cuya economía se encuentra en caída libre. Pero está claro que Yaroun cuida de los suyos.
Y eso es precisamente lo que hace cuando The Guardian visita la oficina del alcalde en el centro de la ciudad buscando indicaciones para llegar a la familia de Matar. “No voy a hablar de este tema”, responde el alcalde con tono seco. “Nadie más aquí hablará con usted sobre el tema y le aconsejo que se vaya ahora”.
Un clérigo con un tocado blanco se muestra igualmente distante, aunque más educado. “¿Cómo te llamas y por qué estás aquí?”, pregunta. “Ve a preguntar cerca de la peluquería”.
El papel de Hizbulá
Se cree que Matar, nacido en Estados Unidos, pasó varios veranos en Yaroun desde el final de su adolescencia. Su filiación ha sido objeto de especulaciones, tanto en Líbano como en Nueva York, donde ha sido acusado formalmente de intentar asesinar a Rushdie. Pero su carné de conducir ofrece algunas pistas. Utilizó un nombre y un apellido falsos en su documento oficial, Hassan Mughniyah, una confluencia entre el nombre del actual líder de Hizbulá y el del comandante más célebre en la historia de la organización.
Si Hizbulá o Irán jugaron algún papel en Matar para que apuñalara al escritor o si se sintió autorizado a hacerlo por la fetua que ya lleva vigente 33 años es un debate objeto de controversia en toda la región. Los medios de comunicación estatales de Irán negaron el lunes cualquier relación directa, pero afirmaron que Rushdie merecía haber sido agredido a causa de su libro Los versos satánicos, en el que, algunos dicen, describe al profeta Mahoma en términos considerados blasfemos.
Los medios de comunicación vinculados a Hizbulá tampoco se han quedado cortos y han descrito el ataque como un “golpe que dio en el blanco” o como “la venganza de Dios”.
Cabeza baja
Pero durante esta sofocante tarde de verano, en Yaroun nada se mueve y poca gente sale a la calle. Los que lo hacen mantienen la cabeza baja, caminando solemnemente frente a los murales que rinden homenaje al líder de Hizbulá, Hassan Nasrallah, y a los dos últimos líderes supremos de Irán, Ruhollah Jomeini, que emitió la fetua contra Rushdie, y Ali Jamenei, que la apoyó.
El general iraní asesinado por EEUU Qassem Suleimani también ocupa un lugar destacado, al igual que el comandante militar de Hizbulah Imad Mughniyeh, asesinado por la CIA y el Mossad en Damasco hace 14 años.
Los cinco hombres han estado en el puente de mando de los esfuerzos de la Guardia Revolucionaria iraní en el sur del Líbano y en toda la región. Su presencia destacada en los murales en el centro de la ciudad habla de su importancia entre una población que no quiere tener nada que ver con las consecuencias del atentado contra Rushdie.
“La madre [de Hadi] me dijo que no quería hablar con los medios de comunicación y me pidió que los mantuviera alejados”, dice un asistente del alcalde antes de la visita a Yaroun realizada el lunes por The Guardian.
Traducción de Julián Cnochaert.