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TVGLa reina Letizia en la misa del Santiago Apóstol

Letizia, una agnóstica (o atea) en la corte

Comentarios del Observatorio

  • La autora interpreta como una actuación laicista el no persignarse en una misa. El persignarse o no en una misa refiere a las convicciones particulares de la persona, pero nada tiene que ver con el laicismo.
  • El respeto a la laicidad del Estado sería la no asistencia al acto religioso en cuestión, no participar en una actividad de una confesión particular, en ostentación del cargo público que se ocupa. Esto no quiere decir que la persona no pueda asistir a actos religiosos, sino que no debe hacerlo en calidad de su cargo público y sí hacerlo exclusívamente a título privado.
  • Por tanto, esta actuación de la Reina demuestra que no participa en el acto religioso por sus convicciones particulares, sino exclusivamente para que esté presente la Reina. En otras palabras, Letizia no fue a misa, sólo fue la Reina, violando flagrantemente la no confesionalidad del Estado consagrada en el artículo 16 de la Constitución.

​Descargo de responsabilidad

Esta publicación expresa la posición de su autor o del medio del que la recolectamos, sin que suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan lo expresado en la misma. Europa Laica expresa sus posiciones a través de sus:

El Observatorio recoge toda la documentación que detecta relacionada con el laicismo, independientemente de la posición o puntos de vista que refleje. Es parte de nuestra labor observar todos los debates y lo que se defiende por las diferentes partes que intervengan en los mismos.

La negativa a persignarse de la Reina es una clara declaración de intenciones que recalca el carácter laico y aconfesional del Estado español

La Reina Letizia ha soliviantado los ánimos del personal en las redes sociales al no persignarse en la misa de ofrenda al apóstol Santiago el pasado domingo, un gesto que parece ha sorprendido al pueblo cuando no es nuevo. Desde que Letizia es reina no la hemos visto realizar la señal de la cruz. Pasó por el aro siendo Princesa de Asturias como también pasó por el aro de la mantilla en actos castrenses, pero una vez que la corona consorte se instaló sobre sus hombros, Letizia decidió infiltrar un soplo de aire fresco a la vetusta monarquía española. Entre otras cosas, la reina se despidió de la mantilla y dejó de persignarse en actos religiosos.

Se pongan como se pongan, España es un estado aconfesional como lo garantiza el artículo 16 de la Constitución. Así, la tradicional imagen de la familia real presidiendo la misa mayor en la catedral de Santiago el día del patrón de España (en términos religiosos) no deja de ser un respetable anacronismo del siglo XXI en un país cada vez más multicultural, en un país en el que la religión vive uno de sus momentos más bajos. Según los datos de la Conferencia Episcopal Española (CEE), los bautizos, las comuniones y las bodas han sufrido un descenso del 40% entre 2007 y 2019. A estas cifras habría que añadir los datos del año de la pandemia, donde se registraron mínimos históricos por la crisis del coronavirus y las severas limitaciones a las reuniones de personas en lugares públicos.

Así las cosas, que el vulgo se lleve las manos a la cabeza porque su Reina no mueva las manos para hacer la señal de la cruz, aunque se mantiene respetuosa frente a las costumbres cristianas es una evidencia de las ganas de bronca que se han instalado en el ágora cibernética. Los usuarios se preguntaban si aquello era fruto de un despiste o una actitud consciente.

El gesto en concreto sucedió en el momento en el que todo el mundo tuvo que santiguarse antes de la lectura del Santo Evangelio según San Mateo. En ese momento las cámaras enfocaron a los monarcas y a sus hijas y se pudo ver cómo Letizia, sosteniendo un abanico, no lo hizo. Que ella no se santiguara incendió los ánimos, pero que ni su marido ni sus hijas lo hicieran correctamente pasó desapercibido por los defensores de la religión. Ya son ganas de bulla.

Declaración de intenciones

Lo de Letizia es una clara declaración de intenciones que recalca el carácter laico y aconfesional del Estado español. La Reina es agnóstica o atea, que no es lo mismo, ella sabrá. Los agnósticos entienden que la existencia (o no existencia) de divinidades no se puede demostrar y los ateos niegan la existencia de cualquier tipo de divinidad. Como no ha apostatado, le guste o no, es católica puesto que está bautizada. Al casarse por la iglesia con un creyente se comprometió a educar a sus hijas en la religión católica y hacer que recibieran los sacramentos como corresponde a un matrimonio mixto. Así las cosas, ella siempre se ha mantenido respetuosa en todos los actos religiosos en los que ha participado.

Al bucear en la hemeroteca nos topamos con una Princesa de Asturias que jamás se atrevió a mostrar su ideología. En su boda, un lluvioso 22 de mayo de 2004, la periodista Letizia Ortiz Rocasolano no pudo negarse ante Rouco Varela cuando pronunció las palabras «en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo», tanto el entonces Príncipe de Asturias como su esposa obedecieron el mandato del arzobispo de Madrid, lamentablemente ella empezó con mal pie haciéndolo al revés. También se santiguó en la misa que el papa Benedicto XVI ofreció en Santiago de Compostela en 2010, además fue la segunda vez que se la vio comulgar (la primera fue en su boda).

Desde el pasado 18 de junio de 2014, día de la coronación, jamás se la ha vuelto ver santiguándose públicamente. La Reina Letizia no lo hizo en la celebración del Año Xacobeo en 2014 en Santiago de Compostela, como tampoco lo hizo en la misa de Pascua de 2015, ni en la de 2016, ni siquiera en el funeral por las víctimas del accidente de Germanwings. Hasta entonces, parece que nadie se había dado cuenta de este hecho.

La primera vez que la prensa se hizo eco fue en el funeral por la infanta Alicia, celebrado en la capilla del Palacio Real en mayo de 2017. La pareja real entró cuando todos los asistentes ya estaban en su lugar, Felipe se santiguó al pasar frente al altar y Letizia, como muestra de respeto bajó la cabeza, una escena que se repitió en la visita de Covadonga. Y que se lleva repitiendo desde entonces.

En la visita de Estado que el matrimonio real hizo a Reino Unido, ni Letizia no Harry se persignaron durante su visita a la Abadía de Westminster.

A pesar de los pesares, no hay debate. Letizia se muestra absolutamente respetuosa en todos los actos religiosos a los que asiste por su condición de Reina de España y a aquellos que se rasgan las vestiduras deberíamos preguntarles si son católicos practicantes, de misa dominical, de confesión periódica, si comulgan en Pascua, si ayunan en tiempo de Cuaresma, en definitiva, si cumplen con todas las obligaciones de un buen católico.

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