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L’escàndol de les immatriculacions · por Pep Lluís Grau

​Descargo de responsabilidad

Esta publicación expresa la posición de su autor o del medio del que la recolectamos, sin que suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan lo expresado en la misma. Europa Laica expresa sus posiciones a través de sus:

El Observatorio recoge toda la documentación que detecta relacionada con el laicismo, independientemente de la posición o puntos de vista que refleje. Es parte de nuestra labor observar todos los debates y lo que se defiende por las diferentes partes que intervengan en los mismos.

Dimarts passat vaig participar en un acte de València Laica al voltant de les immatriculacions perpetrades per l’Església Catòlica. Amb uns participants de veritable luxe, tots ells estudiosos de la matèria, em vaig quedar bocabadat per l’enorme dimensió de fenomen.

Les immatriculacions són un veritable escàndol jurídic, doncs es permet a l’Església apropiar-se de bens públics, tot i tractar-se sovint de bens de domini públic, és a dir, de bens que no poden vendre’s, ni transferir-se ni hipotecar-se, i tot això sense haver de demostrar cap mena de document públic de propietat o de registre cadastral… Estem parlant del 80% del patrimoni històric del nostre país, de més de 6.000 propietats que, amb una llei del PP de l’any 1998 va permetre que una entitat privada passés a ser propietària d’uns bens comunitaris d’un valor incalculable, des del punt de vista econòmic i patrimonial.

Però és, també, un escàndol ciutadà, perquè no ha tingut la repercussió que era d’esperar en un país democràtic i amb una ciutadania informada i madura. Com ens recordava Antonio Manuel, jurista i activista expert en aquest tema de les immatriculacions, és inaudit que la resposta ciutadana davant d’aquest abús siga quasi inexistent. I això és una condició sine qua non: hem d’aconseguir una resposta ferma i global de la ciutadania o ho tenim tot perdut.

Un cas paradigmàtic d’aquest escàndol institucional és el de la Mesquita de Còrdova. Juan José Tamayo qualificava la trajectòria de la cúpula bisbal de Còrdova com ‘un llarg viatge bandàlic’, que culmina en 2010 amb l’apropiació del monument patrimoni de la humanitat, canviant-li el nom pel de Santa Catedral de Córdoba’ y prohibint qualsevol mena de culte ‘no catòlic’.

Miguel Santiago, estudiós de la trajectòria patida per la Mesquita de Còrdova, criticà la política rigorista dels bisbes cordovesos, especialment d’Asenjo, que converteixen el monument en un autèntic negoci privat, amb uns ingressos superiors als 20.000 euros anuals. Tamayo, al respecte, parla de la mala fe de la jerarquia catòlica, que obviant els més elementals drets humans al seu si, mostren el seu interès estrictament econòmic amb aquesta política d’apropiació i explotació econòmica.

Ací, a casa nostra, no oblidem l’apropiació de monuments emblemàtics i populars com el Micalet a València o la Sagrada Família a Castelló. També, la Concatedral de Sogorb, els Lluïsos a Vila-real o l’església de la Sang a Vilafamés, entre molts altres bens comunitaris. Fins a quan?

Pep Lluís Grau és ex senador del PSOE i secretari de Cultura i Memòria Democràtica de l’Executiva del PSPV de Castelló.

El pasado martes participé en un acto de Valencia Laica en torno a las inmatriculaciones perpetradas por la Iglesia Católica. Con unos participantes de verdadero lujo, todos ellos estudiosos de la materia, me quedé boquiabierto por la enorme dimensión de fenómeno.

Las inmatriculaciones son un verdadero escándalo jurídico, pues se permite a la Iglesia apropiarse de bienes públicos, a pesar de tratarse a menudo de bienes de dominio público, es decir, de bienes que no pueden venderse, ni transferirse ni hipotecarse, y todo ello sin tener que demostrar ningún tipo de documento público de propiedad o registro catastral… Estamos hablando del 80% del patrimonio histórico de nuestro país, de más de 6.000 propiedades que, con una ley del PP de 1998 permitió que una entidad privada pasara a ser propietaria de unos bienes comunitarios de un valor incalculable, desde el punto de vista económico y patrimonial.

Pero es también un escándalo ciudadano, porque no ha tenido la repercusión que era de esperar en un país democrático y con una ciudadanía informada y madura. Como nos recordaba Antonio Manuel, jurista y activista experto en este tema de las inmatriculaciones, es inaudito que la respuesta ciudadana frente a este abuso sea casi inexistente. Y esto es una condición sine qua non: debemos conseguir una respuesta firme y global de la ciudadanía o lo tenemos todo perdido.

Un caso paradigmático de ese escándalo institucional es el de la Mezquita de Córdoba. Juan José Tamayo calificaba la trayectoria de la cúpula episcopal de Córdoba como ‘un largo viaje bandálico’, que culmina en 2010 con la apropiación del monumento patrimonio de la humanidad, cambiándole el nombre por el de ‘Santa Catedral de Córdoba’ y prohibiendo cualquiera tipo de culto ‘no católico’.

Miguel Santiago, estudioso de la trayectoria sufrida por la Mezquita de Córdoba, criticó la política rigorista de los obispos cordobeses, especialmente de Asenjo, que convierten el monumento en un auténtico negocio privado, con unos ingresos superiores a los 20.000 euros anuales. Tamayo al respecto habla de la mala fe de la jerarquía católica, que obviando los más elementales derechos humanos en su seno, muestran su interés estrictamente económico con esta política de apropiación y explotación económica.

Aquí, en nuestro país, no olvidemos la apropiación de monumentos emblemáticos y populares como el Miguelete en València o la Sagrada Familia en Castelló. También, la Concatedral de Segorbe, los Lluïsos en Vila-real o la iglesia de la Sangre en Vilafamés, entre otros muchos bienes comunitarios. ¿Hasta cuándo?

Comentarios del Observatorio

El evento al que refiere este artículo fue grabado y se encuentra disponible aquí:

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