Ayuntamiento y religion
Fuente: Diario Córdoba
CASIMIRO JESUS Barbado 20/05/2012
En los sesenta, el nacionalcatolicismo marcaba el pulso de la educación y de las tradiciones, reprimía nuestros instintos y ensombrecía nuestras vidas. Creía que todo esto había terminado cuando viví el primer Viernes Santo con los bares abiertos y las barras rebosantes de cervezas y pinchitos de pollo.
Hoy no tengo nada que objetar sobre los actos de la Iglesia. Sin embargo, sí tengo algo que decir respecto al papel del Ayuntamiento en la potenciación de las tradiciones religiosas, como si fuesen parte del acervo cultural común. Mi postura se resume en una frase: es intolerable desde el punto de vista democrático, moral y legal.
Aunque Córdoba atesora muchas tradiciones, centrémonos en la que representa el clímax de este despropósito: la polémica festividad de la Fuensanta, en cuyo programa oficial de 2011 se destronó al Caimán, símbolo pagano de la Velá, para recuperar la Virgen, el pregón en el Santuario, la procesión y la misa con obispo, para gloria de la Corporación.
¿Tienen todas las tradiciones un origen religioso? ¿Hay que recuperar las primitivas señas de identidad de las que sí lo tienen? No y no. Es más, creo, con perdón de los etnólogos, que estas cuestiones son accesorias y nos distraen de la que es la esencia del debate: ¿Puede potenciar el Ayuntamiento los valores religiosos de una parte de la sociedad, si como institución representa a todos/as los ciudadanos/as, sin distinción de credos, razas e ideologías? Muchos pensamos que no puede hacerlo, por sentido democrático. Pero tampoco por coherencia moral e intelectual, ya que el sello religioso municipal proporciona a la fe católica una posición privilegiada respecto a las demás creencias o a la increencia, al convertirla en el credo oficial del pueblo de Córdoba. Todo esto sitúa al Ayuntamiento a años luz del artículo 16.3 de la Constitución, que dice literalmente: “Ninguna confesión tendrá carácter estatal”.
Por otra parte, las tradiciones evolucionan para adaptarse a la realidad sociológica. La sociedad actual es multicultural y está experimentando un proceso de secularización acelerado. El movimiento ciudadano, sin relación con la Iglesia, se implica cada vez más en la vida municipal. Por todo ello, este sello religioso margina a los que no comparten sus valores y aleja a las tradiciones de su función como pegamento social.
En definitiva, la recuperación de las tradiciones religiosas del PP es una patada reiterada a la Carta Magna; un obstáculo en el camino hacia la democracia real y un vestigio del pasado, que creíamos enterrado en Cuelgamuros. ¡Aún quedan tantos flecos de la Transición! El laicismo institucional es uno de ellos.
* Córdoba Laica
Las raices cristianas de las fiestas
Fuente: Diario Córdoba
DEMETRIO Fernández 20/05/2012
La inmensa mayoría de las tradiciones populares de Córdoba, como las de toda Andalucía, España e incluso Europa, tienen una raíz cristiana, porque Europa tiene raíces cristianas en su cultura, en sus costumbres, en sus fiestas. Córdoba también.
Córdoba es evangelizada en los albores del cristianismo. En el año 300 tenemos una floreciente comunidad cristiana, con el obispo Osio de Córdoba al frente, el catequista de Constantino y el que preside el concilio de Nicea (325). Toda esta zona del sur de España es muy católica para entonces. Estas son nuestras auténticas raíces.
Viene después la conquista de los musulmanes, que ha dejado preciosas huellas en edificios como la antigua Mezquita, hoy Catedral de Córdoba, y ha hecho desaparecer otras anteriores cristianas. La cultura musulmana ha sido transitoria, aunque haya durado siglos.
Y desde hace casi de ocho siglos, después de la conquista de Fernando III el Santo en 1236, Córdoba es cristiana por los cuatro costados, convirtiendo esa preciosa Mezquita en Catedral, templo emblemático de la ciudad, señal de identidad de nuestra ciudad por todo el mundo.
Voy visitando toda la diócesis (que coincide con la provincia) y constato que casi todas las fiestas giran en torno al misterio cristiano: la Navidad, la Semana Santa, las Cruces, las fiestas patronales de la Virgen y de los Santos. No sucede así en el mundo protestante. Es típicamente católico ese sentido festivo de la vida, en torno al gozo de ser cristiano. La vida cristiana consiste en la alegría de ser salvados por Jesucristo Redentor y su Madre santísima, que siempre nos acompaña. En torno a cada fiesta han ido surgiendo multitud de costumbres, incluso tipos de dulces o comidas típicas para cada ocasión.
La Iglesia católica entiende que todas esas costumbres, cuyas raíces son cristianas, pueden ser recuperadas y vividas con su verdadero sentido cristiano, al menos por los que son creyentes, y en nuestra sociedad actual no sabemos muchas veces dónde está la línea divisoria, cuando la inmensa mayoría de los habitantes todavía pide el bautismo para sus hijos. Resulta por tanto chocante que una pequeña clase dirigente quiera borrar toda huella cristiana en nuestras fiestas populares, y me parece acertado que a tales fiestas se les devuelva su genuino sentido cristiano, en el que pueden implicarse más o menos los que participan en las mismas.
De fondo se plantea si la religión es o no un bien para la vida social. A mí me parece un bien excelente, porque Dios nunca es enemigo del hombre ni rival de su felicidad, sino amigo y aliado del hombre para hacerle feliz ya en la tierra, y eternamente en el cielo.
* Obispo de Córdoba
Archivos de imagen relacionados