Estas navidades olvídate de entonar abrazado a tu primo hermano “entre un buey y una muuuula Dios ha nacido”. Con media Europa metida en una sangrante política de ajustes, a Benedicto XVI le ha entrado la envidia y ha decidido meter la tijera en lo poco que nos quedaba: el Belén. Resulta que, según Ratzinger, en el pesebre no había animales de carga. Que ya tiene querubines que para una vez que el Santo Padre se acuerda de Palestina sea para hablar de una mula y un buey. Pero como lo oís: el Vaticano ha presentado un ERE en el portal y se ha cargado de golpe y porrazo a media plantilla del Nacimiento. Cosas de la reforma laboral, ya no se respeta nada. No sólo eso, el bueno de equis uve palito nos sale ahora con que la estrella de oriente era probablemente una estrella en sus últimas horas. Menudo disgusto llevo. Aunque, para ser sinceros, aquí la cosa no nos cambia tanto el tinglado, hace tiempo que el nacimiento del niñito Jesús en vez de una supernova lo anunciaba un supermercado.
Todo esto lo cuenta Benedicto XVI a 17 euros el libro en La infancia de Jesús, su último bestseller. En él, el heredero de San Pedro, afirma que, aunque lo de que María fue concebida sin pecado por obra del espíritu santo está más claro que el agua, andar suponiendo que dos animales podían estar en un pesebre “está fuera del mundo judío en el tiempo del nacimiento de Jesús”. Todo un historiador. Alguien debería decirle a Benedicto que se piense las cosas dos veces antes de decirlas, que como esto de la mula lo pille Dan Brown te hace una triología sin pestañear y a ver quién es el guapo que aguanta luego a Tom Hanks llevándolo al cine y a los ultracatólicos quemando librerías.
Si es que al santo pater le va la marcha. No es la primera vez que desde la Basílica de San Pedro les da por darle al control zeta divino. En la últimas remodelaciones tampoco dejaron ni una piedra del purgatorio como espacio físico, que es como quitarles a los equipos de segunda el playoff de ascenso. Según Ratzinger, el pugatorio no es un lugar en el espacio, sino “un fuego interior que purifica el alma del pecado”. Dicho así suena al Almax que me tomo para vencer la acidez, aunque bien pensado es a lo que yo le rezo cada domingo. Por si fuera poco, hace cuatro años, la pasión por suprimir que tiene el Papa se llevaba por delante al limbo. Y no, no me refiero a ese deporte etílico en el que enseñas la barriga mientras tratas de pasar por debajo de un palo de escoba, si no al lugar donde se iban los niños que morían sin estar bautizados. En el Vaticano deben trabajar seis días a la semana porque siempre hay uno en el que se quedan descansando.
El caso es que este año el Belén nos va a quedar hecho un cristo. Cada vez que lo pienso… ay mi pobre mula y mi pobre buey, me pregunto si pagarán el IBI de la caja de cartón en el que los vamos a tener recluídos. Qué mal rato deben estar pasando, esto es un sin vivir. Vamos a ver Ratz. Ya que estamos tan cerca de las elecciones catalanas me gustaría que me sacará de dudas para poder obrar bien. Santo Padre: haga el favor de ser usted valiente y pronúnciese sobre el caganer.
Ni mula ni buey: el Papa pone patas arriba el portal de Belén
Asegura en su libro que en el pesebre no estaban ambos animales y que la estrella que guiaba a los Reyes Magos era una supernova
Colpìsa, 21-11-2012
Dice que en el pesebre no había buey ni asno y confirma que "Jesús fue concebido por obra del Espíritu Santo"
Agencia EFE, 21-11-2012
Jesús nació en Belén en una época determinada con precisión y su nacimiento virginal "no es un mito, sino una verdad", asegura Benedicto XVI en su libro "La infancia de Jesús", en el que también señala que en el Evangelio no se habla del buey y el asno en el pesebre.
En el libro, desde mañana en las librerías de 50 países, el papa Ratzinger señala que en el Evangelio "no se habla de animales" en el lugar donde nació Jesús, pero tratándose de un pesebre, "el lugar donde comen los animales, la iconografía cristiana captó muy pronto ese motivo y "colmó esa laguna" y ninguna representación del Portal de Belén renuncia al buey y al asno.
En el texto el Pontífice también desmiente a san Agustín, que afirmó que la Virgen María habría hecho un voto de virginidad y se habría comprometido con José para que la protegiera, señalando que esa reconstrucción "está fuera del mundo judío del tiempo de Jesús".
"¿Es cierto que Jesús fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo y nació de santa María Virgen?. Sí, sin reservas", afirma el Pontífice, quien señala que hay dos puntos en la historia de Jesús en las que la acción de Dios interviene directamente en el mundo material: "el parto de la Virgen y la Resurrección del Sepulcro, en el que no permaneció ni sufrió la corrupción".
Benedicto XVI subraya que si a Dios sólo se le permite actuar en la esfera espiritual y no en la material, "entonces no es Dios", pero que sí, "que tiene ese poder y con la concepción y la resurrección de Jesucristo ha inaugurado una nueva creación".
"La infancia de Jesús", tercer libro de la trilogía de Joseph Ratzinger-Benedicto XVI (se usan los dos nombres ya que los comenzó siendo cardenal y los ha acabado una vez en el papado) sobre Jesús de Nazaret, ha sido editado en nueve idiomas, entre ellos el español, y sale con una primera edición global de un millón de ejemplares.
El libro, de 176 páginas, está dividido en cuatro capítulos y un epílogo.
El primero está dedicado a la genealogía del Salvador en los evangelios de Mateo y Lucas, muy diferentes ambos, según señala, pero con el mismo significado teológico-simbólico: la colocación de Jesús en la historia.
Nacimiento perfectamente datable
Benedicto XVI señala que Jesús no nació y apareció en público en una fecha imprecisa, sino que se sabe muy bien quién es y de dónde viene y que pertenece a una época "perfectamente datable y a un ambiente geográfico perfectamente indicado".
Jesús nació -escribe el Papa echando mano del Evangelio de Lucas- en el año 15 del imperio de Tiberio César.
El segundo capítulo está dedicado al anuncio del nacimiento y Benedicto XVI escribe que leyendo el diálogo entre María y el ángel Gabriel se ve cómo Dios a través de una mujer busca "un nuevo ingreso en el mundo".
María, subraya el Papa, "aceptó la voluntad de Dios, trató de comprender y se mostró como una mujer valerosa, de gran interioridad".
El tercer capítulo está dedicado al nacimiento en Belén y sobre el mismo señala que María envolvió al niño en pañales y que "sin sensiblería" podemos imaginar el amor con el que María se preparó para ese momento y cómo preparó el nacimiento del hijo".
A la vez analiza cómo la tradición ha interpretado el pesebre y las gasas teológicamente y señala que el niño envuelto en gasas se presenta como una anticipación de la hora de su muerte y que el pesebre del portal de Belén se considera una especie de altar.
El cuarto capítulo está dedicado a los Reyes Magos, que representan, según el Papa, a la humanidad "cuando emprende el camino hacia Cristo".
El papa Ratzinger precisa que aunque algunos pongan en duda la Adoración de los Reyes, está convencido de que se trata de un acontecimiento histórico, pero subraya que, de todas maneras sea verdad o no, no afecta a ningún aspecto esencial de la fe.
En el epílogo echa mano del Evangelio de Lucas y cuenta el último episodio de la infancia de Jesús, cuando con doce años fue al Templo de Jerusalén discutiendo con los doctores.
El Papa dice que se presenta a Jesús como un liberal o un revolucionario, pero que lo que subraya es su comportamiento contra las falsas devociones.
El volumen está editado por la Librería Editora Vaticana (LEV) y la editorial italiana Rizzoli. La editorial Planeta es la encargada de publicarlo en español en España y América Latina.
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